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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Mariano Haro

El gran perdedor de Montreal es Mariano Haro. Mariano Haro vuelve ahora a la soledad del corredor de fondo, que es para él una soledad palentina y postolímpica. Durante cuarenta años, nuestros posibles líderes olímpicos, como nuestros posibles líderes. políticos, han tenido que entrenarse en solitario y fuera de la legalidad establecida. Porque la Delegación Nacional de Deportes nunca ha hecho nada por promocionar a Tierno Galván, a Marcelino Camacho, a Felipe González.

Iba yo a comprar el pan y me encontré a Antonio Gades. Otro que tal. Otro autodidacta.

-Aquí ando paseando a la niña. La Pepa está esperando otro.

Antonio Gades, en camiseta, pasea a su niña de año y medio, en una sillita, por la Costa Fleming. La niña es gordita y tiene los mismos ojos de Marisol. Antonio y yo hablamos, claro, de política. Y luego de lo suyo:

-Nada, que me he retirado de momento. Yo quiero ofrecer lo mío a los míos, al pueblo. Estoy harto de hacer galas y coñas.

Antonio como Mariano. Mariano como Antonio. Antonio Gades tuvo que hacerse a sí mismo. Antonio Gades no es que haya bailado al margen de los Coros y Danzas de la política. Es que ha bailado, diría yo, contra los Coros y Danzas. Baila y es un obrero, pero nunca le vi entre los obreros que bailaban en el Bernabéu el primero de mayo. Cuarenta años haciendo demostraciones sindicales y a Marcelino Camacho nunca le dejaron hacer una demostración sindical.

-Es que don Marcelino estaba muy mayor- para bailar en el Bernabéu.

-Pues ya le ve usted ahora, que monta una demostración sindical en cualquier esquina.

De Mariano Haro tampoco se sabe que viniera a hacer tablas de gimnasia ante San José Obrero. Mariano Haro, Antonio Gades, Marcelino Camacho. Tres bailarines finos, tres corredores de fondo a los que ha tardado mucho en homologar la Delegación Nacional de Deportes. Y aún no están homologados del todo. Aquí hemos hecho Coros y Danzas sin Gades, hemos hecho Delegación Nacional de Deportes sin Haro y hemos hecho sindicalismo sin Camacho. Bueno, aquí hasta hemos hecho democracia sin votos.

Menos mal que el Papa le ha cogido las manos a don Marcelino Oreja. Los dos grandes Marcelinos nacionales han coincidido unas horas en Roma, a quinientos metros uno del otro: Oreja y Camacho.

-Se le olvida a usted el tercero, el más grande de todos los Marcelinos.

-Ya. El del gol a Rusia. Pero los goles a Rusia, ahora, se los mete Camacho.

La verdad es que, aparte de Haro y algún otro, sólo hemos enviado a Montreal gente de segundo orden, equipos de transición, como el propio Gobierno. Porque este Gobierno exhibe su carácter segundón como una hidalguía. Herrera Oria y Escrivá coincidían en su preocupación por formar dirigentes. Pero dirigentes tristes, grises, aburridos. Dirigentes con cara y corbata de dirigidos. Durante cuarenta años la mediocridad ha sido un grado, quizás el más alto. A la mediocridad se la llamaba discreción. La discreción es una mediocridad endomingada, o sea cursi.

- De ahí, quizá, la prevención contra las individualidades, contra las personalidades fuertes, contra los líderes.

-Usted lo ha dicho. De ahí la prevención contra Mariano Haro, Marcelino Camacho y Antonio Gades.

Antonio Gades pasea a su hija en sillita de ruedas, con mucho amor, con mucho cuidado, con mucho fervor, casi como si fuera el futuro. Casi como si fuese la Tercera República Española. Y Marcelino Camacho pasea por su barrio de Carabanchel una posible ilusión republicana, casi como si fuera una niña. En cuanto a Mariano Haro, dice su mujer que el atleta estaba preparado para ganar el maratón, pero la Federación no le dejó presentarse. Como cuando deciden no homologar al Partido Comunista.

-¿Entonces usted cree que para la próxima Olimpíada debiera correr Camacho?

-Teniendo en cuenta que se celebrará en Moscú, sería dar que hablar a don José María Ruíz Gallardón.

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