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Grecia puede ser el décimo miembro de la CEE antes de 1980

Grecia se convertirá antes de 1980 en el décimo Estado miembro de la Comunidad Económica Europea; por lo menos, con esa esperanza se abrieron ayer en Bruselas las negociaciones de adhesión entre el Gobierno de Atenas y los nueve Gobiernos comunitarios.

Invocando los principios democráticos que animan a la CEE, el presidente del Consejo y ministro de Asuntos Exteriores holandés, Max van Der Stoel, subrayó la necesidad de fortalecer en Europa un tipo de civilización que es la que mejor garantiza la libertad y el progreso de los pueblos.

Tanto Van Der Stoel como el presidente de la comisión François Xavier Ortoli, y el ministro griego de Coordinación Económica, Panayotis Zapaligouras, han insistido en la importancia del restablecimiento del régimen democrático en Grecia, consíderándolo factor determinante para la apertura de estas negociaciones.

Grecia fue el primer país en concluir un acuerdo de asociación con la Comunidad en noviembre de 1972, y en ese acuerdo se preveía ya la armonización progresiva de la economía helénica y la comunitaria.

No obstante, todo el proceso quedó en suspenso durante el período de dictadura militar y, en consecuencia, los avances que se deberían haber efectuado no llegaron a realizarse.

Hoy las disparidades económicas entre los nueve y Grecia son más importantes que hace unos años a causa de esta congelación del acuerdo.

Cuando el Gobierno Caramanlis pidió oficialmente la adhesión, en junio del año pasado, se interpretó como un intento por parte de Atenas de obtener el apoyo político y económico de la Comunidad contra los nostálgicos del régimen militar.

Los nueve dieron una respuesta positiva, aun conociendo las dificultades que iba a plantear el décimo miembro del club, tanto en el orden político como económico y geográfico (Grecia no tiene ninguna frontera con la Comunidad).

Sin embargo la proyección mediterránea tan apreciada por Francia y las mismas disposiciones del tratado de Roma, que prevén la adhesión de cualquier país europeo y democrático, abrieron las puertas de la CEE a los griegos.

Los nueve, que quieren consolidar su influencia en el Mediterráneo oriental, se ven obligados ahora a mantener un dificil equilibrio con Turquía y a esmerarse en su diplomacia con el Gobierno de Ankara.

Los turcos piden compensaciones por la entrada de Grecia en el Mercado Común y a la Comunidad -que oficialmente dice no tomar partido en el conflicto entre los dos países- se le va a hacer muy difícil ignorar o suavizar esas exigencias.

En el plano económico, las consecuencias de la adhesión van a ser sobre todo de orden presupuestario, puesto que las estructuras agrícolas e industriales de Grecia necesitan la contribución financiera de los nueve para poder competir en condiciones de igualdad con las comunitarias.

La Comisión europea ya advirtió en el mes de enero que este proceso de integración exigiría tiempo y cuanto más deprisa se haga más elevado será el coste. La Comisión, como se recordará, proponía establecer para Grecia un período de pre-adhesión, propuesta que irritó a los griegos y fue rechazada por los nueve Gobiernos de la Comunidad en un gesto político.

Todo parece indicar, sin embargo, que estas negociaciones van a plantear a los nueve la necesidad de hacer algunos sacrificios importantes además de las declaraciones de intención. Los agricultores franceses e italianos ya se han puesto en guardia temiendo la competencia de los productos agrícolas griegos y este punto va a ser, sin duda, uno de los más duros para negociar.

Los irlandeses por su parte saben que el nuevo miembro del club va a obligar a la comunidad a repartir los recursos del fondo regional o social con el recién llegado y no quieren ver disminuir su trozo de tarta bajo ningún concepto.

Está claro, no obstante, que existe una voluntad política por parte de la CEE para llevar a buen fin estas negociaciones con la esperanza de contribuir a la consolidación de la democracia griega y reforzar los intereses comunitarios en el Mediterráneo oriental.

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