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Guido Carli, presidente de la Confindustria

Guido Carli, que por quince años, hasta agosto del pasado año, fuera gobernador del Banco de Italia, fue elegido presidente de la Confederación de Industriales italiana.Carli había sido ya designado el 30 de junio pasado como su sucesor por el presidente cesante y dueño de la Fiat, Giovanni Agnelli. El lunes pasado, en una asamblea a puerta cerrada, que continuó ayer en sesión pública, ha sido elegido por mil delegados en representación de más de cien mil empresas, con 5.402 votos favorables, 16 contrarios y 96 nulos.

Carli, como Agnelli, es un laico, republicano, que estos años ha criticado duramente al poder político concentrado en la Democracia Cristiana, por haber malgastado el dinero público. Pero ha criticado también a los sindicatos, acusándoles de hacerse responsables de un consumismo desproporcionado.

Al aumento de la productividad frente a tantos gobiernos débiles, Carli ha sido en estos años un hombre fuerte, un gobernador que ha denunciado oportunamente las aberraciones del poder político.

Con un «public servant» al frente de la Confederación de Industriales, Agnelli se propone continuar la política ya iniciada por él y Bruno Visentini de ocuparse menos de contratos y más de elaborar propuestas y atender a las exigencias del mundo empresarial. La empresa no puede ser considerada como una simple proyección del derecho de propiedad, sino como un complejo centro de valores. En la sociedad de masas, el estado moderno tecnocrático y burocrático suelen ser enemigos de la democracia. Carli, que ha sido un «técnico moral», como lo denomina hoy La Stampa, de la Fiat, es un tecnócrata particularmente atento a los valores de la democracia.

Para salvar la democracia, Carli pide un Gobierno «dotado de autoridad», cosa que exige «la ampliación del área del consenso». Por esta razón es necesaria «alguna forma de asociación del Partido Comunista a la responsabilidad de la conducción de la política del país».

Como Agnelli, Carli cree que el Partido Comunista no garantiza todavía el pleno desarrollo del pluralismo político y económico que es condición indispensable para obtener una sociedad libre. En su discurso ante empresarios jóvenes y viejos, de grandes y medias industrias, Carli dijo ayer tarde que «meter por la fuerza a la economía italiana dentro de esquemas históricamente condenados o modelos que se practican en países de la Europa Oriental, o en aquellos que se inspiran en ellos, produciría una amenazadora inestabilidad política. Por otra parte, esos mismos países no están inmunes de ella».

El «talón de Aquiles» del sistema empresarial italiano es financiar las empresas. Es necesario obligar al ahorrador a suscribir acciones, como condición necesaria para aumentar la producción.

Es muy probable que Carli nombre secretario general de la Confindustria, a Paolo Savona, un sardo del 36 que ha estudiado economía en Massachusetts y que ha sido a su lado jefe de la oficina de estudios del Banco de Italia, Franco Mattei, amigo de la Democracia Cristiana, que presentó las dimisiones de secretario, y que trabajaba en la Confindustria desde 1954, es posible que pase a la Fiat o a la Montedison.

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