La Comaneci y Onistchenko son el centro de los comentarios
Nadia Comaneci, la niña rumana que ha sustituido en el estrellato gimnástico a Olga Korbut, la descalificación del soviético Boris Onistchenko del pentathlón moderno, y la posibilidad de unos Juegos paralelos a los de Moscú en 1980, en Pekín, constituyen el centro de los comentarios de hoy. Nadia es la perfección suma del ejercicio gimnástico, y tiene en su figura la dulzura sorprendente de la Korbut de hace cuatro años en Munich. Onistchenko, medalla de plata en Munich y favorito en Montreal, usaba un curioso mecanismo en su florete, que anunciaba tocados, sin haberse producido.El público que asiste a las competiciones ha quedado sorprendido por la rara pureza de los movimientos de Nadia Comaneci. La imagen de esta niña rumana, a la que los jueces concedieron el diez en dos ocasiones, se ha convertido en algo familiar para los canadienses. Las emisiones televisivas se abren con la infantil sonrisa de Nadia, y las emisiones finales acaban con la puesta en marcha del video que ha registrado sus fabulosos ejercicios. Nadia es para los canadienses la «Reflexión» de Televisión Española, con lo que evidentemente ganan lo suyo.
El soviético Onistchenko era favorito en la prueba de pentathlón moderno, pero su truco ha sido descubierto. Su florete llevaba escondido un curioso mecanismo, en el que unos filamentos extra le permitían anunciar un tocado aunque no se hubiese producido. Los jueces, muy avispados, observaron algo extraño y confiscaron el arma de Onistchenko. El resultado de la investigación ha sido su descalificación. La argucia de Onistehenko ha hecho sonreír al público que ayer en el estadio no pudo gozar plenamente con el espectáculo fútbolístico, porque otro Onistchenko le marcó dos goles al conjunto nacional de este país.
Ya que ha surgido sobre la marcha el tema futbolístico, diré que la URSS, con su primer conjunto internacional, no mostró la fortaleza que se le suponía. Onistchenko estuvo oportuno en los dos despistes de la defensa canadiense, y Boghin expuso algunos detalles de su indudable clase, pero en definitiva la selección soviética no estuvo a la aliura de lo esperado. Claro que tampoco hubiera sido justo el empate, que estuvo a punto de producirse. Los canadienses en este aspecto han mostrado un desmesurado cinismo al afirmar que el vencedor moral fue su equipo.
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