Las voces femeninas
Con la nueva música que saltó a mediados de los años cincuenta a los grandes medios de comunicación una pléyade de nombres masculinos invadió las listas de éxitos y se apoderó de la imagen popular de lo que era el rock and roll. ¿Pero dónde estaban las chicas? ¿Eran sólo protagonistas en los textos de las canciones, sin participar en la creación de la música de una nueva generación? Totalmente cierto. Al rock and roll se le puede reprochar una actitud abiertamente sexista a la hora de la decisión y de la creación. Sólo cuando el rock comenzó a ser domado por la sociedad de consumo y las entidades discográficas iniciaron su dominio fue posible encontrar alguna voz femenina, tímida y perdida entre la multidud de ídolos masculinos. A pesar de sus extraordinarias posibilidades, Brenda Lee fue movida, manejada y llevada de aquí para allá por un ambiente musical masculino. El más cercano paralelo en nuestro país, ha sido el de Karina.El cambio
El deslizamiento del rock hacia los estilos pop no hicieron sino multiplicar esta situación dentro de una gama más amplia de nombres femeninos, pero todos bajo el poder de los machos del negocio Paralelamente, en la música soul, esto llegaba a extremos aún mayores, puesto que la extorsión a las cantantes femeninas tomaba descaradamente la fórmula de la chulería y el proxenetismo.
El gran cambio nació en los ambientes universitarios. Era lógico. Y en la música que nacía en los «campues» de los años 60. Hablamos ya de los estilos folk. Y Joan Baez, en el Festival de Newport, presentó la primera imagen femenina digna de entre los ídolos multitudinarios de su sexo. Su empeño, su ejemplo y su clara decisión fue extraordinariamente útil a todos ,los niveles para que ya nada siguiera siendo igual.
Explosión femenina
A esto siguió la auténtica explosión femenina de finales de los años sesenta. Toda una generación en los distintos estilos musicales que hemos citado y que, analizada con la perspectiva de 1976, fue una aportación global de una importancia extraordinaria. Tanto, que el gran himno de Woodstock, el happening representativo de aquella época fue escrito por una mujer, Joni Mitchell. Y junto a ella, las estrellas femeninas cubrieron tan extremos cometidos como el de descubrir nuevos autores (Laura Nyro y Judy Collins) e imponerlos entre los nombres importantes anteriores; impulsar la industria con unas ventas absolutamente extraordinarias (Carole King); ser musa de los más avanzados movimientos juveniles (Janís Joplin)...
En los años setenta, a mediados, ha cambiado mucho la situación de la mujer en el mundo del disco. Y las nuevas grandes estrellas femeninas (Janis lan, Patti Smith, Emylou. Harris, Linda Ronstadt) pueden mirar orgullosamente a su alrededor, en un ambiente que ha perdido hostilidad contra ellas, porque han sabido ganarse a pulso un lugar a la hora de la decisión y un tranquilo rincón a la de la aportación creadora.
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