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Una carrera de obstáculos para Siria

Ciertos estadistas se ven obligados en algún momento de su carrera a jugárselo todo a una carta boca abajo. Al decidir una aplastante y masiva intervención militar en contra de la Resistencia palestina y las fuerzas progresistas del Líbano, el presidente sirio, Hafez el Assad, parece haber colocado a su país y a él mismo, en un nuevo punto de partida.Si internacionalmente se ha logrado un cierto consenso, aunque paradójicamente, entre norteamericanos, israelíes y soviéticos (este último muy fluido y aún no definitivo), en torno a la decisión del presidente Assad, dentro del Líbano, la intervención, aplaudida en un principio por las derechas, comienza a despertar suspicacias.

La posición de las fuerzas progresistas y de los palestinos es bien conocida: no sólo rechazo total, sino que incluso acusan al Gobierno de Damasco de haberse convertido en instrumento del complot, que estiman, se trama contra la integridad del Líbano y la existencia física y política de la Resistencia palestina.

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Francia, si

Terminantemente claro fue el líder izquierdista Kainal Jumblatt en unas declaraciones al diario France-Soir, de París: «Esperamos de Francia, dijo, una intervención, militar si es necesario, para hacer que cese otra intervención mucho más peligrosa, la de Siria, que quiere adueñarse de nuestro país. No se puede acusar a Francia de perseguir objetivos imperialistas en el Líbano, puntualizó, pero ese no es el caso de Siria».

Los cristianos, que al principio apoyaron a Damasco porque pensaron obtener determinadas ventajas con su actuación, están ahora divididos. Mientras los líderes más extremistas, como Pierre Gemayel y el padre Charbel Kassis, de la Orden de los Monjes Maronitas, defienden la presencia militar siria, ha surgido un nuevo liderazgo joven cristiano que prefiere y cree posible llegar a un entendimiento con la izquierda en contra, fundamentalmente, de la presencia de las tropas sirias.

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El conocido periodista del diario Le Monde Eric Rouleau, sostenía recientemente que ante esa perspectiva de entendimiento cristiano-progresista, y debido al aislamiento que se encontraba en el mundo árabe, Siria solicitó y obtuvo de Washington «luz verde» para una acción que le permitiese conservar la iniciativa y mantener la evolución de la crisis libanesa bajo su control.

La organización palestina Al Saeka, pro-siria, que se convirtió en instrumento de la política siria en el Líbano, fue recientemente expulsada de la OLP. Zulieir Molisen, líder de esa organización, y su hermano, se encuentran actualmente presos de la Resistencia. La mayor parte de la militancia palestina de esta organización la ha abandonado y se ha unido a la OLP. En Madríd mismo, los palestinos miembros de la Saeka se han puesto a disposición de la OLP y se declaran dispuestos a enrolarse como voluntarios.

Particularmente interesantes han sido los recientes contactos entre Karim Pakraduni, miembro del buró político de la Falange libanesa, y el hijo de Pierre Gemayel, Bechir, con Kamal Jumblatt y el jefe de la inteligencia palestina Abul Hassan. «Las reivindicaciones de la izquierda libanesa son en un 80 por 100 parte de nuestro propio programa político», declaró Pakraduni.

La personalidad de los viejos políticos libaneses que apoyan aún hoy la intervención siria es significativa. Majid Arslane, notable druzo, disputa a Kamal Jumblatt la preeminencia dentro de su comunidad; el presidente del Parlamento, Kamel el Assaad, antiguo aliado del presidente Suleimán Frangieh, ciita, vio su popularidad muy menguada entre sus correligionarios en particular por la posición militante adoptada por el líder religioso chiita Imán Musa Sadr.

¿Cuál es el futuro? Los palestinos son pesimistas. Libia y Argelia se mostraron dispuestas a enviar tropas que sustituyan a las sirias. Egipto, rompió relaciones diplomáticas con Damasco. La agencia iraquí de noticias informó que «han salido tropas con destino al frente de batalla». La Liga Arabe ordenó el cese inmediato de todo avance militar sirio. El escenario de 1970, cuando el ejército jordano diezmó a la Resistencia se repite. Esta vez es diferente: Siria es un país politizado; durante años el pueblo sirio ha sido sensibilizado por la causa palestina. La primera oposición dentro del ejército y el Partido Baas ha comenzado, aunque la posición del presidente Hafez el Assad es fuerte: su dilema es estar en una carrera de obstáculos sin posibilidad de retroceso.

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