Marchais tiende la mano a los cristianos franceses
«Hay creyentes y no creyentes. Es una realidad. Hay muchos ateos, hijos de católicos, como yo mismo, y viceversa. Nosotros, los comunistas, somos materialistas y los católicos tienen su fe, pero, ellos y nosotros, aspiramos a la justicia social, a la libertad, a la democracia verdadera, al socialismo. ¿Por qué no unirnos? Es una necesidad histórica.» Esto declaró ayer el secretario general del PC francés, señor Marchais, en el discurso histórico que pronunciará hoy por la noche en el Palacio de los Deportes de Lyon.Ante tal acontecimiento, para cuya preparación el PC ha movilizado todos sus medios propagandísticos de un mes a esta parte, con 75 millones de pesetas por medio, según algunos cálculos, un portavoz de la Conferencia Episcopal francesa declaró a EL PAIS: «Antes del discurso, no tenemos por qué pronunciarnos. Pero, en todo caso, puede adelantarse que, del 14 al 16 del mes en curso, el consejo permanente de la Conferencia se reunirá y, entonces, será probable una toma de posición»
Ayer, también el cardenal Renard, arzobispo de Lyon, creyó oportuno recordar, aludiendo indirectamente a la iniciativa comunista, que «no es posible construir sin Dios la ciudad de los hombres», y días pasados, uno de los prelados menos integristas de Francia monseñor Matagrin, obispo de, Grenoble abordó el tema marxismo-cristianismo para resaltar: «La teoría de la lucha de clases, considerada como factor decisivo del progreso de la historia, encierra a la humanidad en el ciclo infernal de la violencia.»
Para la jerarquía eclesiástica francesa, en suma, el carácter irreconciliable del cristianismo con el marxismo, reviste los términos radicales con los que el Vaticano ha amenazado de «exclusión» a los católicos italianos que se presentan a las elecciones legislativas del próximo día 20, en las listas del Partido Comunista.
Sin embargo, el señor Gremetz, miembro del buró político del PCF, encargado de las relaciones con la Iglesia de Francia, va incluso más lejos que el señor Marchais, al declarar a EL PAIS: «El sentido del llamamiento de Lyon a los cristianos, responde a nuestro lema de la unión del pueblo de Francia. Esta unión abarca todas las formas de pensamiento, todas las aspiraciones comunes de los hombres que tienen un ideal, como cristianos y comunistas. Y esta unión no es táctica, ni pasajera, sino que llegará hasta la realizacíón del socialismo, en el que se respetarán todas las manifestaciones de los unos y los otros».
La historia de este diálogo de sordos irreversibles, viene de lejos: en abril de 1936, el entonces líder comunista, Maurice Thorez, ya pronunció un discurso, histórico igualmente, de la mano tendida a los cristianos. En los 40 años transcurridos desde entonces, la jerarquía apenas ha evolucionado en apariencia, salvo en los momentos críticos, como en plenas barricadas de mayo de 1968, cuando el cardenal Marty, arzobispo de París, lanzó un slogan que hizo ruido: «Dios no es conservador».
La base católica francesa, aunque con lentitud, ha evolucionado y presenta un rostro menos insensible, formas de sociedad no capitalistas. El 76 por 100 de los franceses son católicos.
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