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El Gobierno británico no quiere extremar la reducción del gasto público

Juan Cruz

Aunque la libra se recuperó ayer ligeramente, su situación sigue siendo incierta. El Gobierno no parece dispuesto a apoyarla para hacerla llegar a un nivel que no sería aceptado en los mercados internacionales.Lo que se le pide al Gobierno es que corte radicalmente el gasto público, para que la esterlina se recupere. El ministro de Hacienda, Denis Healey, ha dicho que ya se han programado las reducciones suficientes. No hay necesidad de hacer más, afirma.

Detrás de la negativa ministerial a satisfacer aquella de manda puede haber un temor bien fundado. Si se recorta el gasto público aún más los sindicatos, que exigen que la administración mantenga sus compromisos sociales, podrían tomar su venganza. Dentro de dos semanas, los sindicalistas del país votarán para aceptar o rechazar el pacto salarial que les ha propuesto el Gobierno. Según ese pacto, los aumentos de sueldos quedarían limitados a un cuatro y medio por ciento semanal. Para Healey, ese trato supondría el arma principal para luchar contra la inflación.la mayor parte de los sindicalistas del país están de acuerdo con el gobierno.

«No hay que mostrar pánico, ha dicho Healey, porque el mundo se dará cuenta de que la economía británica puede recuperar la salud pronto». Según el ministro de Energía, Tony Benn, los jugadores que usan la depreciación de la esterlina como pasatiempo están apoyados por los conservadores. Dice Benn que los conservadores quieren forzar la existencia de una situación dramática que conduzca, al Gobierno a introducir cortes salvajes en los subsidios para pensionistas y desempleados. En efecto el partido conservador ha. repetido, a través de sus portavoces económicos, que la única salida que tiene el Gobierno es establecer esa clase de reducciones en el gasto público. Benn afirma que contra esas maniobras interiores -que cuentan con la colaboración incondicional de las fuerzas económicas del exterior- tiene que funcionar la alianza socialdemócrata de laboristas y sindicalistas, cuya confianza en el Gobierno y en el país puede hacer salir a la libra de la crisis artificial en la que se halla.

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