Los Reyes, cordialmente acogidos en la República Dominicana
«Será tarea de la Corona española alentar la voz de la cultura que hoy constituye el único mensaje pacificador y el único lenguaje universal. Trataré de cumplirla, y para darle asiento y logro, quisiera comunicaros sin próposito que significa un comienzo de la tarea: reanundando una noble tradición familliar y monárquica, desearía que se celebrase en España, si todos me ayudáis, la Tercera Exposición Iberoamericana (...) Para mí, personalmente, nada será más alentador que iniciar mi reinado con esta empresa», dijo anoche el Rey don Juan Carlos en el curso de la recepción ofrecida en honor de los Reyes de España por el presidente Balaguer de la República Dominicana.
Don Juan Carlos y doña Sofía llegaron a Santo Domingo -primera, etapa de este su primer viaje oficial al extranjero-, a las 10,20 de la manana de ayer.El recibimiento ofrecido por la ciudad antillana a los Monarcas españoles fue cálido y espectacular y tanto en los discursos del presidente Balaguer, como en los del Rey y en los de los ministros de Asuntos Exteriores, estuvo presente el sentido de la hispanidad de la Monarquía española y los lazos históricos y tradicionales que unen a los pueblos dominicano y español.
Don Juan Carlos pronunció un discurso a su llegada al aeropuerto de Santo Domingo donde puso de. manifiesto el papel de Santo Domingo como «cuna de la civilización occidental del Nuevo Mundo » y resaltó que el futuro de ambos países «no se apoya en la nostalgia sino en una profunda solidaridad con los pueblos de este continente, que nos hacen vivir muy de cerca sus problemas más acuciantes, los que plantean su independencia política y económica, su desarrollo, sus ansias de una mayor justicia y libertad».
Posteriormente en el curso de la recepción, que ofreció a los Monarcas españoies el presidente Balaguer en la que impuso la gran -placa de oro de la orden del mérito de Duarte Sánchez y Mella,el Rey. se refirió a nuestros antepasados, desde Cristóbal Colón a los Reyes de Castilla, y al patrimonio. en común que nos habían dejado a su paso: la lengua, la cultura, la historia, la sangre, la arquitectura de las ciudades y el estilo de vida, «que nos aunan, al mismo tiempo que nos permiten mantener la propia identidad».
Con anterioridad, en el almuerzo ofrecido a los Monarcas espáñoles por el canciller de la República, Emilio Jiménz-Reyes, el ministro español de Asuntos Exteriores, había pronunciado un discurso en el que dijo entre otras cosas:
« ... Pero la historia no puede ser un grandioso friso bellamente labrado al que hemos de dirigir nuestras miradas con ánimo de recrear el pensamiento. La Monarquía no es el pasado, ni la vuelta al pasado. La Monarquía es tradición y progreso a la vez. Ninguna tradición es válida en política si no sirve al camino del porvenir. Y ningún progreso es verdaderamente estable, si no se apoya en la tradición. La Corona es la que garantiza ese difícil equilibrio. Viene del ayer y se prolonga, por la herencia, en el mañana.
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