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Inquietud en Castellón por la instalación de una planta de amoniaco

Entre sectores de la población castellonense existe inquietud por el anuncio que, desde Madrid, ha hecho un ejecutivo de Unión Explosivos de Río Tinto sobre la futura localización en el puerto de Castellón de la planta de amoníaco de Sefanitro. Esta planta fue rechazada por el vecindario y Ayuntamiento de Baracaldo (Vizcaya) en la Comisión Permanente del 9 de abril pasado, retirando la licencia de construcción facilitada en un principio.

La inquietud procede no sólo del nivel de contaminación que puede originar, sino también de la peligrosa concentración industrial que ya existe en el puerto de esta ciudad. Todas estas industrias son calificadas de altamente peligrosas. Su simple enumeración refrenda los fundados temores. Frente a los depósitos de Campsa, Fertiberia posee una fábrica de abonos, actualmente propiedad de Unión Explosivos de Río Tinto (ERT). La refinería de petróleo se encuentra en fase de ampliación para producir siete millones de toneladas al año. La industria química está representada por la planta de Faquisa. Gas Butano posee una planta embotelladora y, finalmente la central térmica allí existente parece ser que no queda en buenas condiciones. Todo este conjunto industrial se encuentra en el mismo litoral, a un kilómetro de la capital, y es paso obligado para acceder a las playas que se extienden hasta Benicasim. El desarrollo urbano con bloques de viviendas no es muy importante en esta zona por la proximidad de Castellón.Sefanitro, rechazada en Baracaldo, busca nuevos emplazamientos. En Castellón, según fuentes municipales, las gestiones han sido simplemente informativas e informales. Dicen no tener elementos de información y por ello no emiten juicios. Los servicios técnicos están conociendo los detalles del proyecto para informar en su día a la Corporación. Mientras tanto, oficialmente no hay nada. Por otro lado, se persigue adoptar una decisión, si es que hay que tomarla, en colaboración con el pueblo.

Oposición del Ayuntamiento

Mientras tanto, el alcalde de Almazora, pueblo cercano a Castellón, ha manifestado su oposición al emplazamiento. La empresa ha hecho gestiones con estos dos Ayuntamientos de la provincia y parece ser que con algún otro más. Tampoco se descarta la posibilidad de ir a Cartagena.Esta planta de amoníaco costará seis mil millones de pesetas, con una producción de más de 300.000 toneladas al año. El proyecto consiste en desmantelar la antigua de Baracaldo, actualmente en zona urbana por el crecimiento de la ciudad, reduciendo la plantilla en un 20 por 100. Ofrece empleo a unos doscientos obreros de Castellón, mientras el resto de la plantilla es de suponer que continuaría siendo la antigua.

Sefanitro tomaría el nombre de Amoníaco de Castellón, con capital repartido entre Sefanitro y ERT. El interés por esta nueva localización procede de que esta última empresa actúa en la zona desde hace varios años con la planta de Fertiberia.

En el último pleno municipal, el alcalde informó de la sorpresa que había causado considerar un hecho lo que todavía estaba en estudio. Paralelamente, ciudadanos de las comarcas de la Plana, conscientes de la amenaza que supone para la calidad de la vida, han iniciado recogida de firmas con el fin de que la corporación conozca la opinión popular. Señalan que estas nuevas industrias «crean una barrera artificial que imposibilita el normal contacto con el mar y aumenta la peligrosidad por la concentración de industrias altamente explosivas». Desconfían de los argumentos a favor del proyecto, pues en lugar de mejorar la economía «destruiría la ya existente, la agricultura y la pesca, así como los puestos de trabajo para el agricultor y el pescador. Se crean puestos de trabajos especializados que no pueden ser ocupados por estas personas desplazadas».

El Ayuntamiento de Baracaldo tuvo que deponer su primera actitud favorable a Sefanitro por la presión popular que ejercieron las manifestaciones de vecinos. La empresa interpuso recurso al acuerdo del Pleno. Por su parte, el alcalde denunció la coacción de las asociaciones de vecinos, justificando que de existir un marco democrático, el proyecto Sefanitro habría prosperado. En Castellón, desde el principio, según parece, quiere coordinarse la opinión ciudadana con la corporativa, para evitar pasos en falso. Sin embargo, la inquietud persiste.

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