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Alumnos de izquierda reciben los peores puestos en la Administración

El «escándalo» llegó, esta vez, de la mano de la más venerable institución de enseñanza: la Escuela Nacional de Administración (ENA), vivero, Con la Escuela Politécnica de la clase política gala. Su politización, como ocurre con los resortes más importantes de la vida nacional, confronta, otra vez, al poder y al Partido Socialista.Ayer, en su órgano semanal, L'Unité, el señor Claude Estier, miembro del Secretariado Nacional del PS, y brazo derecho del señor Mitterrand, denunció: «El poder controla la escuela», al clasificar a los alumnos, no en función de sus méritos, sino de sus ideas políticas.

La promoción de este año, del ENA, bautizada, «Guernica», está compuesta por 144 alumnos. Como cada año, la gran mayoría firmará parte de la alta o baja Administración del Estado, según sus notas. A los llamados «grandes cuerpos» del Estado (Consejo de Estado, Tribunal de Cuentas e Inspección de Finanzas), irán los clasificados en los 15 ó 20 primeros puestos.

Los de izquierda, al final

Según confirmó la ENA en días pasados, al publicar las listas de clasificación, en los 60 primeros puestos sólo figuran jóvenes que militan en los partidos de la mayoría gubernamental o que le son simpatizantes, además de los que son considerados «neutros», políticamente. Entre los primeros, por añadidura, aparecen familiares de políticos conocidos de la derecha que gobierna. Los alumnos afiliados al P S, al Sindicato Socialista Autogestionario, CFDT, o Simpatizantes de la izquierda, están en, la cola del pelotón.Los socialistas, a la vista del reparto de puestos, se preguntan «si es sólo consecuencia del azar», que la inteligencia brillante esté únicamente en la derecha. El responsable gubernamental de la ENA, secretario de Estado, y presidente del Partido Radical, señor Peronet, reaccionó instantáneamente: «Se trata de una acusación muy grave, escandalosa.» Nadie se llama a engaño: la politización de todos los sectores de la función pública es un hecho cada día más tangible. La campaña que lleva a cabo el Gobierno, en este aspecto, es elocuente: los magistrados «rojos», los inspectores de trabajo «rojos», los funcionarios «rojos», el ejército «rojo», son protagonistas, en los últimos tiempos, de «escándalos» como el que ahora denuncia el Partido Socialista.

Y en cada uno de los casos citados, los dos enemigos son siempre los mismos: el Gobierno v los socialistas, dato que ilustra la guerra fría entre los dos «factores» que decidirán el resultado de las elecciones venideras, a su vez esta constituirán debido al grado de politización del país, un mano a mano singular, entre la sociedad capitalista y el esbozo de sociedad socialista que supone el programa común de la izquierda francesa.

Algunos comentaristas, tampoco están seguros de que el Partido Socialista acertase totalmente, y que lo ocurrido este año en la ENA, es algo tradicional. Por lo contrario, piensan que el señor Estier hubiera puesto el dedo en la llaga denunciando «las promociones aceleradas de algunos funcionarios o la participación activa de ciertos miembros de la función pública en los organismos dirigentes de los partidos de la mayoría».

La batalla de la ENA, en definitiva aparece como una más, de la guerra inexorable, que, de un par de años a esta parte, enfrenta a la izquierda y al poder, «que no concibe la administración más que a la medida», sospechan los socialistas.

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