Los democristianos alemanes reafirman su confianza en la victoria electoral
Al acabar el Congreso de la CDU (cristianodemocracia) alemana una cosa parece clara, la República Federal carece de alternativa política, y los programas expuestos por Khol han sido, previstos y presentados ya por la coalición gubernamental; a pesar de todo, el líder democristiano reafirmó su confianza en ganar las elecciones del próximo 3 de octubre.
Tres días ha durado el Congreso de la Unión Cristianodemócrata Alemana en Hannover, un congreso destinado a fijar las posiciones de los conservadores alemanes de cara a las elecciones generales del 3 de octubre.El discurso inaugural corrió a cargo del presidente de la CDU, Helmut Kohl, quien presentó a los 820 delegados un programa esencialmente combativo con «perspectivas espirituales». A la plataforma electoral de los socialdemócratas opuso la tesis de «libertad en lugar de socialismo», criticando el peligro de «experimentos socialistas», puestos en práctica por la actual coalición social-liberal.
Según Kohl, la CDU no ofrece a los alemanes «utopías de difícil realización», sino un programa realista basado en las reales posibilidades financieras del Estado, lo que obliga a un previo arqueo antes de proclamar y determinar las reformas ineludibles. El blanco principal de los ataques de Kohl fue el canciller federal Helmut Schmidt, con lo cual el líder cristianodemócrata aceptó de hecho el juego del adversario.
La Europa conservadora
El último se extendió sobre la seria situación por que atraviesa la Comunidad Europea, sin que los encuentros habituales de los jefes de Gobierno europeos hubieran dado nuevos impulsos para la superación del estancamiento en que se halla sumida la Comunidad. El manifiesto europeo sería, en consecuencia, lo más importante del Congreso de la CDU alemana. La unión europea es, en opinión de los conservadores alemanes, posible sólo con ayuda de una política económica y de seguridad común. Para superar las diferencias económicas habría que acabar, en primer lugar, con los «desniveles económicos y sociales» entre las diferentes regiones del viejo continente. Los conservadores europeos intentaron demostrar en Hannover una unidad que no puede ser más que utópica si se pasa revista a las serias dificultades con que muchos de sus representantes en el Congreso de la CDU alemana se encuentran en sus propios países para convencer a sus respectivos compatriotas de la necesidad de ordenamientos supranacionales.En Hannover estuvieron y hablaron los principales dirigentes europeos del contiente. El premier belga, Leo Tindemans; la jefe de filas del Partido Conservador británico, Margaret Thatcher; el señor Lecanuet, actual ministro de Justicia francés, y el protagonista. extranjero por antonomasia, Amintore Fanfani, presidente de la DC italiana.
También hubo representantes españoles: José María Gil-Robles, presidente de la Federación de Partidos Democristianos Españoles, Antón Cañellas y el dirigente de la Izquierda Democrática, Fernando Alvarez de Miranda.
Era lógico que Fanfani aludiese al problema de los comunistas en su país, tema que, como una espada de Damocles, parece pender sobre las cabezas de los políticos alemanes. Fanfani tranquilizó al auditorio con la afirmación de que los democristianos italianos «no cooperarán con los comunistas». Las fuerzas democristianas occidentales deberían solidarizarse con los demócratas de su país para asegurarles el triunfo en las elecciones del 20 de junio. A la vista de los discursos pronunciados en el Congreso de los cristianodemócratas alemanes en la capital de la Baja Sajonia cabe preguntarse qué es lo que pretendían realmente con sus intervenciones. ¿Pretendían convencer a los alemanes del peligro de un avance incontenible de doctrinas socialistas antieuropeas y, por ende, internacionalistas?, o ¿perseguían el fin de aumentar sus posibilidades electorales con un acto de manifestación de solidaridad supranacional de las fuerzas conservadoras europeas?
En detalle, o sea, en lo que concierne a la problemática nacional, no han ofrecido demasiadas alternativas al programa de la coalición social-liberal. En lo que concierne a la europeización de sus tendencias tampoco han ofrecido nada nuevo. Nada, por lo menos, que los socialistas no hubieran realizado antes ya. En realidad, y ello podría ser una consecuencia seria, han demostrado al país, a los electores germanos, que en la actualidad la República Federal no cuenta con una alternativa política real.
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