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Iglesia: ¿giro a la derecha?

Los conceptos de derecha e izquierda son confusos, pero no tenemos otros. Y como, más o menos, todo el mundo sabe de qué va la cosa pues resultan moderadamente válidos.En la Iglesia siempre ha habido gentes de izquierda. (¿Habrá que recórdar los devotos católicos que militaron en la República Española dentro de las filas de un. moderado izquierdismo?). Pero a raíz del Concilio ocurrió algo así como una cierta institucionalización izquierdista tolerada por una paternal condescendencia vaticana. La teología latinoamericana de la Libe-

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Iglesia, ¿giro a la derecha?

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ración, los movimientos tercermundistas clericales, el movimiento de cristianos por el socialismo, etc..., constituyen algunos de los hitos de esta toma de postura, unida a un mayor compromiso sociopolítico-de buena parte de las Conferencias Episcopal es del mundo. Incluida España, que en ésto no sólo no ha sido diferente, sino que ha ido bastante más allá que otras.

Si dentro de la Iglesia existe un marcado pluralismo y siguen vigentes numerosos grupos de carácter conservador (de derechas, para entendernos), la Iglesia,empezó a presentar una imagen globalmente izquierdista, sobre todo de cara a ciertos gobiernos y grupos sociales. Un personaje tan influyente en el mundo vaticano como monseñor Benelli, sustituto de la Secretaría de Estado, era considerado en España por ejemplo, sospechoso de connivencias izquierdistas.

El recientísimo incidente, de la intervención vaticana -con todas sus baterías de largo alcance- en las elecciones italianas, ¿marca un giro a la derecha? ¿Marca el final de una etapa de paciencia? ¿Indica, de forma estruendosa, lo que ya antes existía más silenciosamente? ¿Cómo explicar la intervención del propio Benelli, en Viena, que supone un mazazo para los católicos progres y proclives a colaboracionismo marxista? ¿Es un puro incidente más en la larga trayectoria de espiritual ayuntamiento entre el Vaticano y la Democracia Cristiana italiana?

Si los conceptos de izquierda y derecha son de por sí confusos, al aplicarlos a la Iglesia pueden resultar enloquecidos. Como tal ubicación es geográfica (ya se sabe que también el corazón tiene su geografía) y relativa, uno puede ser de izquierdas o de derechas, según con quién se compare. Muchos pacíficos cardenales de Curia resultaban «gauchistas» comparados con el venerable. Ottaviani. Y una misma persona puede ser izquierdosa en lo doctrinal y derechista en lo práctico. O viceversa.

Los aires liberales, amistosos, regocijados y campechanos de los obispos de USA hacían creer a muchos que el episcopado norteamericano era el colmo de la zurda progresía, cuando hoy sabe todo el mundo que pertenecen, globalmente, a lo más granado de la católica conservaduría.

Tenido todo esto en cuenta, creo que hoy puede hablarse de que la Iglesia, en bloque, experimenta un cierto cansancio bélico. Que está un poco harta de batallitas y escaramuzas entre izquierdas y derechas. Que busca sosiego. No quizá, el reposo del guerrero, pero sí la paz del trabajo sin agujas ni sobresaltos. Con todos los riesgos que tal búsqueda comporta. Por ejemplo, el riesgo de confundir paz con tranquilidad y unión con uniformidad.

Toda esta etapa postconciliar ha supuesto un tremendo remojón de ideas y actitudes nuevas. Y más de una vez se han perdido los nervios tontamente. No es que las aguas deban volver a sus cauces (porque no hay que olvidar que las aguas hacen también cauces y resulta totalmente loco querer encuadernar el viento), sino que la Iglesia necesita un poco más de calma, de serenidad y de neto empuje evangélico. Sobran jueces de ortodoxia y de ortopraxis y faltan hermanos de amorosa lucha. Todo lo que en la Iglesia se haga fuera de la vertiente de la caridad, es papel mojado, aunque el moje huela a rosas.

Estamos asistiendo a un esfuerzo de moderación, creo que ventajoso. Lo que ya no me atrevería a decir es que el incidente -algo más que un incidente- electoral-Vaticano, sea modelo de ese esfuerzo. El miedo al comunismo, hasta a ese moderado comunismo del onorévole Berlinger, es pauta común del Vaticano y de la DC italiana. Hablo del miedo político, no de problemas ideológicos, que por supuesto, también los hay y gordos, como sabe cualquier fiel cristiano.

Lo que sí debería quedar claro es que la derecha y la izquierda eclesiales no pueden constreñirse a una mera colocación práctica o doctrinal de cara al marxismo. La izquierda y la derecha se definen, más bien, por talante personal dentro de una estricta fidelidad al Evangelio. Talante con implicaciones de todo tipo, incluso biológicas. Bueno es que en la Iglesia, hecha por Cristo para todos, quepamos todos, cada cual con su talante y con el denominador común del respeto mutuo. Y a seguir marchando en paz, que no en tranquilidad.

Total, ¿giro a la derecha? Si no fuera porque voy a hacer trizas este pobre artículo, me gustaría decir, como creyente: ¡Oiga, ¿y qué más da?

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