¿Toros drogados?
No podía ausentarse el rumor de la Feria de San Isidro. Ayer se produjo el primero. Hay quien asegura que los toros lidiados el viernes y sábado estaban drogados. El sujeto de ésta acción no tiene -y al parecer no tendrá nunca- nombre. El objeto, sin embargo, parece estar claro: beneficiar a unos diestros y perjudicar a otros
El desolladero se convierte después de cada corrida en tribuna abierta a cualquier comentario, confesonario de verdades sobre todo, plataforma de rumores. Por allí se reúne la élite taurina. Es el lugar ideal para promocionar nuevos valores, predicar ideas y lanzar bulos.Justo en el desolladero vio la luz el primer rumor de la Feria de San Isidro: «Los toros de las dos primeras corridas estaban drogados». A media voz se plantean las interrogantes: ¿quién, cómo, en, qué momento y por qué se llevó a cábo la acción? Quién: no se sabe y se duda mucho que algún día pue da ser identificado, el autor. Cómo y en qué momento: al poner las divisas a las reses. Por qué: aseguran que para perjudicar a los diestros que los dos días pasados torearon por ende, «beneficiar» a los que en días venideros tengan que salir al coso.
El personaje en cuestión argumentaba sus aseveraciones en las reacciones que los toros observaron el viernes y sábado. La tónica general de la docena de reses fue la mansedumbre. Se acusó, incluso, de ceguera a algunos. Los dos primeros de ayer fueron a protestados por el público, que apreció en ellos poco trapío. Ambos hicieron aguas y pareció -el interlocutor lo asegura- que resurgieran. «La droga había sido expulsada por conductos naturales» concluye.
Ayer se cortó unaoreja en Las Ventas, la que Julio Robles logró llevar del primero que le tocó en suerte, Poderoso. Eran las ocho menos cuarto de la tarde. Cuando el diestro daba la vuelta al ruedo exhibiendo el trofeo, cayeron a la plaza los primeros claveles. Alguien comentó: «Ya era hora de que pudiese desprenderme de él; después salgo a la calle y todo el mundo me mira como si viniera de una banda».
Con claveles o sin ellos, la aficción volvió a burrirse. Más de un espectador se arrepintió de no haber aprovechado la fiesta del Patrón de Madrid para ir al campo.
Los menos amantes de los toros" ya hacían planes para esta tarde: ir al campo, sí, pero al de fútbol. «Yo no cambio un Madrid-Atlético por una oreja ni en sueños».
El que encuentra un medio de diversión -él se lo pasa bien- en Las Ventas es un sastre que está abonado al tendido 10. Lleva a la plaza un reloj cronómetro con el que mide el tiempo de las faenas. Ayer tuvo su gran oportunidad de protestar a la presidencia. José Fuentes, en el cuarto de la tarde, recibió un aviso. Este aficionado ya protestaba antes de que el público en general se levantara de sus asientos y gritara: «Señor presidente, la hora». Y como el mafiador no acabara con Higuero a alguien se le ocurrió que para la corrida de mañana se hiciera una colecta con objeto de regalar un reloj -«despertador, a ser posible»- a José Fuentes.
El diestro de Linares, sin duda; el más criticado de la tarde. Se hicieron toda clase de observaciones a su labor. Una de ellas, sin embargo, podía ser hasta cierto punto elogiosa para su forma física «Corre más hacia atrás que hacia delante ».
Los que esperaban el milagro no pudieron, verlo. Porque no ocurrió. En la tarde de ayer la afición volvió a sus casas triste y desolada. Le quedaba el consuelo de que Clara, Clarita, la amiga de Heidi, ya anda. Al decir de alguno, «esta Feria no se va a poner en marcha hasta el día del juicio final».
El apoderado de Antonio Guerra saludaba por las galerías interiores, finalizada la corrida a colegas, diestros, ganaderos y aprendices de torero. Se lamentaba, de que su patrocinado, el viernes, no hubiera podido cortar una sola oreja. «Si hubiera matado bien». Quien más, quien menos, le daba ánimos. El recogía esas muestras, de afectos, las apretaba en una franca-sonrisa y se despedía de unos para abrazarla otros. Son las obligaciones que impone la Fiesta, las relaciones públicas hay que cuidarlas con esmero.
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