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Intensa "marea negra" sobre Galicia

Después de más de tres horas dramáticas en el mar, pocos minutos antes de las seis de la tarde, Benigno Sánchez llegaba a su domicilio. «Ya estoy aquí», anunció a su familia a través del teléfono, no del portero automático. Para el práctico del puerto coruñés había acabado poco antes una singular aventura que ha arrojado un desaparecido -capitán de la Marina Mercante- y la pérdida del petrolero Urquiola, cargado con 118.000 toneladas de crudo. La marea negra amenaza a La Coruña y ya ha llegado a una zona del litoral en la que abundan los acantilados.A las ocho horas y diez minutos de ayer, el Urquiola tocaba fondo en la bahía coruñesa justamente cuando la marea llegaba a su punto más bajo. Un accidente inexplicable, ya que el capitán, Francisco Eduardo Rodríguez, de cuarenta y

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un años, es natural de La Coruña y había entrado en el puerto docenas de veces, la última el pasado 5 de marzo.

«Tuve noticia del accidente a través de la radio de la lancha, cuándo me dirigía hacia el buque -ha informado el práctico- Ya a bordo, cuando recibimos, órdenes de alejamos del puerto al enfilar el canal de salida, tocamos fondo por segunda vez.»

Los esfuerzos de la tripulación no fueron suficiente para evitar la catástrofe. A proa había reventado un tanque, y el petróleo se extendía en una gran mancha por la bahía. El capitán ordenó que la dotación abandonase el buque, lo que se cumplimentó en dos grupos, con auxilio de varios remolcadores. El responsable del barco y el práctico fueron los únicos que quedaron en el Urquiola a partir de las diez de la mañana.

Se deconocen las razones de la primera explosión que se produjo en el petrolero a las 13,53 horas. Benigno Sánchez y el capitán comprobaron que el barco se había escorado unos diez grados. Se lanzaron al agua, y a partir de este momento el superviviente perdió de vista al señor Rodríguez.

Ya en el mar, el práctico oyó varias explosiones más que, según varios técnicos, pudieron producirse por acumulación de gases al dejar de funcionar las válvulas de purga de los distintos tanques.

En la costa, tanto en La Coruña como al otro lado de la ría, cientos de curiosos se agolpaban y creaban incluso atascos de tráfico, especialmente en las inmediaciones de la Torre de Hércules. Una densa humareda negra lo invadía todo.

«Durante el tiempo que estuve en el mar -declara el práctico- comprobé que había petróleo por todas partes.» Benigno Sánchez, cuyos cabellos son rubios, llegó con el pelo ennegrecido por el petróleo. Fue recogido por dos marineros de Mera cuando ya estaba cerca de la costa. Los tres rastrearon la zona, pero no consiguieron encontrar el cuerpo del capitán, que se da por desparecido a las diez de la noche, aun cuando la nota oficial de la oficina de prensa de la zona marítima del Cantábrico, distribuida en El Ferrol dos horas antes, dice que en el siniestro no se registraron víctimas.

Los 37 tripulantes del Urquiola, gallegos y vascos, han sido hospedados en un hotel. Ninguno de ellos se explica el accidente, aunque algunos consideran que se podría haber salvado el barco llevándolo hasta los muelles coruñeses cuando tocaron los bajos por primera vez. Sin embargo, parece que tal medida habría, precipitado la marea negra que durante toda la tarde han intentado evitar una docena dé barcos, entre ellos varias unidades de la Armada, empleando gran cantidad de material anticontaminante.

Algunos tripulantes ignoraban que el capitán había desaparecido. Suponían que tanto él como el práctico se habrían salvado a bordo del remolcador alemán Artico, que, estuvo hasta última horajunto al petrolero.

En La Coruña y su comarca el ambiente es de consternación, especialmente en los medios pesqueros y turísticos. Todos suponen que las consecuencias serán graves para los dos sectores. Los pescadores recuerdan la experiencia del mercante sudanés Erkowit, que en mayo de 1970 se hundió en la bahía y perdió buena parte desu carga de insecticidas, lo que obligó a mantener durante muchos meses la veda de todas las especies.

La marea negra, espesísima, ha llegado a algunas zonas de la península de Mera, a menos de dos millas del lugar del siniestro, y ha alcanzado también a la ría de Ares. En ambos casos parece que no han resultado afectadas playas. No ha ocurrido lo mismo en dirección a La Coruña, de la que el Urquiola dista más de una milla y media y continúa ardiendo a las once de la noche en la entrada porte al puerto por la que se ha prohibido el paso de buques.

Si por ahora se ha salvado de la marea, La coruña ha padecido, sin embargo, una densa humareda que a lo largo del día se ha extendido a diversas poblaciones gallegas que distan 120 kilómetros de esta ciudad. Aquí, en algunos momentos parecía que había llegado la noche, y sorprendía ver numerosos vehículos con sus luces de situación a las cuatro de la tarde de un día climatológicamente espléndido.

Cientos de automóviles han aparecido con manchas de petróleo, y en algunas zonas ha habido interferencias en la recepción de programas de televisión. Algunos médicos han recomendado a las personas que padecen enfermedades respiratorias de carácter crónico que no salgan a la calle. El accidente ha afectado también al aeropuerto de Alvedro, donde no se ha registrado tráfico por la falta de visibilidad, así como al puerto, en el que no han entrado yarios barcos que tenían señalada su llegada para ayer por la tarde.

Medidas anticontaminantes

Las autoridades de Marina y el Gobierno Civil han puesto todos los medios para evitar la marea negra, pero no cabe hacer previsiones sobre lo que pueda ocurrir hoy. En la bahía puede haber entre 20.000 y 50.000 toneladas de las 118.000 que transportaba el Urquiola, 10.000 para su consumo y el resto destinadas a la refinería de Petrolíber.

Dos aviones del Ejército del Aire llegaron ayer a Labacolla -Santiago- congran cantidad de detergente y otros productos. Son esperados otros dos aviones fumigantes y un barco anticontaminante. Se han desplazado también a esta ciudad expertos del Instituto Español de Oceanografía, así como el director general de Navegación. El objetivo común, en este momento, es evitar que el petróleo llegue a las playas.

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