Los conservadores ganan las elecciones municipales británicas

El triunfo de los conservadores en las elecciones municipales celebradas el jueves en Inglaterra y Gales confirma que los logros del actual gobierno no son capaces de acabar con lo que parece ser otra tradición británica.Se pensaba que los laboristas iban a dominar en la mayor parte de los ayuntamientos, y eso era lo que indicaban casi todos los pronósticos. El resultado final muestra que los conservadores mantienen más de mil concejalías, mientras que los laboristas pierden casi novecientas.

Las razones que hacían pensar en una victoria laborista fueron repetidas por la prensa el jueves. Por una parte, se consideraba que el electorado, iba a dejarse influenciar por el triunfo del Gobierno al conseguir un rapido acuerdo salarial con los Sindicatos. Y por otro lado, se pensaba que el período de «luna de miel» del que distruta Callaghan, el nuevo primer ministro, con el país iba a ser un factor decisivo para desnivelar la balanza electoral del lado laborista.

No ha sido así. Incluso en Cardiff, ciudad de la que Callaghan es representante en los Comunes, perdieron los laboristas.

En todo caso, una victoria del partido que actualmente, está en el poder hubiera resultado una excepción en lo que es norma en este tipo de elecciones.

El Partido Laborista se ha mostrado sorprendido por el fracaso. La sugerencia hecha hace unos días por el líder de los comunes, Michael Foot, de que el gobierno debía elecciones generales para recuperar su,mayoría parlamentaria, ha quedado de momento fuera de cuestión.

Los conservadores tampoco se esperaban su victoria. Por supuesto, han aprovechado la ocasión para decir que, por encima del aparente consenso que el Gobierno ha obtenido tras el acuerdo alcanzado con los sindicatos, hay otras cuestiones de la Administración laborista que el país ha demostrado no aprobar y que por tanto habría que ir a una consulta más general para aclarar la situación.

De momento, parece que el Gobierno va a conformarse con la minoría que tiene en el Parlamento, va a limitarse con tratar de ganar la batalla contra la inflación y se olvidará de batallas más ábstractas, y acaso más difíciles.