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Ser ‘sparring’, o el noble arte de engrasar a los mejores tenistas

El español Pedro Vives, elegido por Alcaraz para preparar los partidos en Turín, relata su experiencia

Alejandro Ciriza

Una vez finalizado el entrenamiento, cuatro empleados de seguridad con la anchura de una puerta van dibujando un pasillo y envolviendo la salida de Carlos Alcaraz, al que los aficionados reclaman en el Inalpi Arena de Turín: pese a que se le abalance la multitud, el tenista acaba llegando a buen puerto y su estela se pierde conforme se aproxima a la puerta de acceso al vestuario. A unos metros de ahí, el jugador con el que el murciano ha estado ejercitándose cuenta su historia, la de otro de tantos soñadores que aspiran a ingresar algún día en la élite o vivir de su deporte. Impregnado todavía de sudor, fruto del esfuerzo que exige seguirle el ritmo al número uno, Pedro Vives se expresa.

“Tengo la suerte de que solo soy dos años mayor que Carlos, así que ya nos conocíamos de las categorías inferiores. Llevo aquí desde el primer día, haciendo de sparring para la ATP, y he tenido la oportunidad de calentarle y de entrenar con él. Para mí es un placer, porque estoy aquí para ayudar a los tenistas”, introduce este joven de 24 años y nacido en Mallorca que compartió filas con el número uno —citado este martes con Taylor Fritz, a las 14.00 (Movistar+)— en el equipo junior y juvenil del Reial Club de Tennis Barcelona 1899. Más adelante, prosigue, continuó la formación en la academia de Rafael Nadal y posteriormente se trasladó a la Texas Christian University (TCU).

Allí, en una línea que va cobrando cada vez más fuerza, recurrió al sistema universitario como acueducto hacia la élite y hoy día, instalado en el puesto 463º del ranking, disfruta de la experiencia con los maestros. “Después del covid me fui a Estados Unidos, este año terminé y ahora voy a dedicarme a jugar como profesional, a ver cómo va la cosa. Llegaré donde tenga que llegar”, señala. En su tierra peloteó numerosas veces con Nadal y ahora intercambia pelotazos con Alcaraz, al que de pequeño, precisa, “ya se le veía que tenía cosas que otros chicos de su edad no tenían, que iba muy adelantado y que tenía un potencial enorme”. Se midieron una sola vez. Ríe al responder: “Ganó él…”.

Ahora, después de haberse licenciado en Economía, ha regresado a su tierra y exprime oportunidades como esta, compaginándolas con la competición en el circuito ITF (la antesala al profesionalismo). Con 16 años logró su primer punto en la ATP y confiando en hacerse un hueco, absorbe estos días de los mejores y les ayuda a rodarse. “Son dos chicos muy diferentes. Cuando entrena, Rafa solo sabe ir al 100 o al 200 física y mentalmente, mientras que Carlos, siendo muy serio, se toma más sus tiempos. Uno ya hizo todo lo que tenía que hacer y es el mejor deportista de la historia de España, y el otro supongo que tiene como objetivo conseguir llegar lo más lejos posible. Ojalá las lesiones le respeten a Carlos”, prolonga Vives.

La vía sparring también fue la que empleó el madrileño Alejandro García Cenzano, quien contesta desde el aeropuerto de Austin (Texas). Explica que hoy día es entrenador de la canadiense Marina Stakusic, porque su deseo final era sentarse en los banquillos, y que previamente contribuyó durante varios años al rodaje de figuras como Nadal, Dominic Thiem, Garbiñe Muguruza o Paula Badosa. En su caso, primero recibió una propuesta del torneo de Madrid y su rol gustó a organizadores y jugadores; tanto que, a partir ahí, empezó a sonarle el teléfono y después de darse a conocer en diversos escenarios fue firmando contratos privados con varios jugadores.

“Te piden cosas específicas”, cuenta. “Que reproduzcas determinados golpes que vaya a plantear el rival durante el partido: reveses cortados, tiros más planos…”, detalla. La mayor parte de sus ingresos no procedían de los torneos, “porque muy pocos pagan”, sino de los vínculos directos con los tenistas. Él, en concreto, llegó a ensayar hasta con diez números uno —cita, entre otras, a Ashleigh Barty, Victoria Azarenkza o Simona Halep— y recuerda con especial cariño las sesiones que condujeron a Muguruza al título maestro en 2021. No olvida tampoco los días con Alcaraz en el Indian Wells de 2022 ni los que compartió con Nadal y Garbiñe en Cincinnati, 2018, justo antes de que ambos ocupasen el trono.

Algunos sparrings acaban alcanzando la categoría de especialistas y además de nutrirse del juego de los profesionales, se empapan del conocimiento de sus entrenadores. García Cenzano, de , menciona a Conchita Martínez (Muguruza, Pliskova o Andreeva) y a Wim Fissette (Klijsters, Osaka o Swiatek), y ahora es él quien transmite sus conocimientos; han seguido su criterio jugadoras como Veronica Cepede, Tamara Zidansek, Liv Hovde (campeona de Wimbledon júnior) u Olga Danilovic. “En mi caso era una escala intermedia, porque yo quería ser técnico de la WTA, pero el recorrido ha merecido la pena, sin duda”, remata el madrileño.

Lo corrobora durante la charla Vives, reclamado esta semana por Alcaraz para la entrada en calor del primer día, ante Alex de Miñaur, y también en la previa del segundo encuentro de la fase de grupos, contra el estadounidense Fritz. Destaca “la soltura y la facilidad” del murciano y su capacidad para “generar fuerza en el golpeo, aunque parezca que no está haciendo un gran esfuerzo”. Comenta que Nadal y Alcaraz son radicalmente distintos; que el primero es, desde su punto de vista, “el mejor deportista español” que ha visto nunca; y, cauto, no se atreve a aventurar hasta dónde llegará el que en su día fuera colega en las pistas del RCTB: “Ojalá le respeten las lesiones. Luego, ya se verá”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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