Djokovic ruge, triunfa y subraya el desaguisado: la Copa de Maestros, un canto a la improvisación
El serbio logra su 101º título en Atenas y renuncia a continuación a la cita de Turín, donde Musetti y Auger-Aliassime completan a última hora el cartel definitivo


Mientras Carlos Alcaraz disfruta de lo lindo en el entrenamiento de Turín, dedicándole una peineta amistosa al travieso Alexander Bublik después de que este le haya clavado un saque de cuchara, en Atenas se dilucida este sábado quién será el octavo pasajero en la Copa de Maestros: él, Lorenzo Musetti, o bien Felix Auger-Aliassime, quien por si las moscas ya se ha desplazado a Italia y ensaya a la carrera, no vaya a ser que finalmente le toque competir a él. Y así sucede. Esperpéntica la configuración final del torneo maestro, ese que reúne a los mejores entre glamour, brillos, esmóquines y arte; esta vez también desorden. Son ocho, pero hasta aquí solo hay seis y la ATP resuelve como puede, sobre la marcha.
Efectivamente, turno para la improvisación. Y una pregunta revoloteando por aquí y por allá. Faltan menos de 24 horas para el pistoletazo de salida —finalmente oficiada con el duelo de este domingo entre Carlos Alcaraz y Alex de Miñaur, a las 14.00 (Movistar+)— y todavía se desconoce el nombre del tenista que completará el cupo, así como si Djokovic jugará finalmente o no. “No sé de dónde se ha sacado esa información. Decidiré a última hora”, pronunciaba el serbio tres días antes, cuando el presidente de la federación italiana aseguraba que sí, que Nole estaría, que el torneo contaría con ese atractivo. Sin embargo, nunca llegó. Nole no estará, y saltan las costuras organizativas.
No es la primera vez que la nómina se cierra a última hora, costumbre desde que en 2022, la ATP decidiera que el corte no se marcaba en el Masters de París, el torneo inmediatamente anterior, sino a la semana siguiente. De fondo, como tantas veces, la congestión del calendario: más torneos menores, más estrechez, competición con calzador para reajustarlo todo y resolver así a duras penas el galimatías; en consecuencia, ahora un buen desaguisado en Turín, por donde no desfilará el de Belgrado —tampoco lo hizo la edición pasada, por lesión— y las mentes pensantes intentan darle más o menos sentido a un arranque extraño, por no decir torcido.
De entrada, un despegue entremezclado y forzado, con partidos de un grupo y otro —son dos, con cuatro tenistas cada uno— y la exigencia para los damnificados: Lorenzo Musetti, que se había quedado fuera y finalmente entra en sustitución del balcánico, y el estadounidense Taylor Fritz. Uno y otro tendrán que competir en jornadas consecutivas, lunes y martes, en vez de contar con un descanso intermedio. Entretanto, para Alcaraz se suaviza el escenario —contaba con un cruce con Djokovic— y el murciano ya sabe que en el caso de que logre el acceso a las semifinales del sábado, contará con un día para recargar fuerzas, puesto que su grupo recuperará el orden lógico a partir del martes. Es decir, el curso natural del torneo queda alterado.
Cerca de Federer
El noruego Casper Ruud tendrá que incorporarse en condición de segundo suplente y la ATP trata de cubrirse las espaldas de cara al futuro. Era difícil que sucediera, pero sucedió, aunque a partir del próximo año se evitarán circunstancias como esta, ya que el tope para determinar quiénes participan volverá a fijarse en París. Por tanto, nada de rascar puntos a última hora y, de nuevo, foto al completo. Inédito el retrato del viernes en Turín, donde solo posaron seis jugadores, en lugar de los ocho candidatos. Se aguardaba a Musetti o Auger-Aliassime, y estarán los dos, pero no así Djokovic. Además del Alcaraz-De Miñaur de la apertura, este domingo se jugará el Zverev-Shelton (20.30).

Mientras tanto, el campeón de 24 grandes da por zanjado el curso. En realidad, qué mejor manera. Trabajo hecho: 101 títulos, a solo un par de la cifra lograda por Roger Federer; tan cerca y tan lejos del récord de Jimmy Connors (109). A sus 38 años, Nole todavía es capaz de remontar (4-6, 6-3 y 7-5) y de resistir a las tres horas de batalla planteadas por Musetti. Acto seguido, trofeo ya en mano, el serbio dispara por medio de sus redes sociales: “Tenía muchas ganas de competir en Turín y dar lo mejor de mí, pero tras la final de hoy en Atenas, lamento comunicar que debo retirarme debido a una lesión [oficialmente de hombro]”.
Más que justo de fuerzas, ya fundido, prefiere sellar ahora 2025 con el fotograma al que acostumbraba, previa escena a lo Hulk: haciendo trizas la camiseta. Todos le aguardaban, pero él matizó: Djokovic marca los tiempos.
RYBAKINA, INVICTA Y CAMPEONA
El insípido festejo de Elena Rybakina va en consonancia con un torneo más bien soso, plano, tan forrado de millones como carente de emociones. La kazaja acaba de vencer por 6-3 y 7-6(0) a la número uno, Aryna Sabalenka; ha redondeado un recorrido sin fisuras, con seis triunfos en otros tantos encuentros; y, por si fuera poco, gracias al pleno de Riad se ha embolsado nada más y nada menos que 5,2 millones de dólares (4,5 de euros).
Sin embargo, poco más que el puño al aire, cuatro palabras de carrerilla y vuelta a casa. Esta temporada se ha acabado. Merecedora ella y lamentos de la adversaria, a quien apunta la cámara. Paradójico el año: entre éxitos y sinsabores.
Sabalenka, de 27 años, empezó perdiendo la final del Open de Australia y la termina inclinándose en el desierto, privada otra vez de las mieles maestras. Cae de nuevo en la final, como en 2022. Es decir, un sí pero no. Dado su potencial, termina pareciendo corta la cosecha.
Pasará página con un grande más en su expediente, el US Open, y tres alegrías más en Brisbane, Miami y Madrid; sin embargo, se va con el gesto torcido y maldice porque no aprovecha el carrusel: son diez ganadoras diferentes desde 2014. Ninguna repite desde que lo hiciera Serena Williams. Y, entretanto, se encumbra Rybakina al cierre, tras una temporada de discreción.
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