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Kei Nishikori, o la resiliencia de un Nadal a la japonesa

El japonés, carcomido por las lesiones, guerrea a los 35 años con el segundo mejor porcentaje de triunfos a cinco sets, tan solo por detrás del legendario Björn Borg

Nishikori intenta devolver la pelota durante el partido de la primera ronda contra Monteiro.
Nishikori intenta devolver la pelota durante el partido de la primera ronda contra Monteiro.Kim Kyung-Hoon (REUTERS)
Alejandro Ciriza

Suena la música del bar anexo a la Pista 6 de Melbourne Park, donde un debutante español cae. Al menos, a Martín Landaluce le quedará siempre el buen regusto de estos días australianos para el descubrimiento: primer Grand Slam, los cosquilleos propios de un estreno y el aprendizaje, luego no es menor la recompensa. El joven madrileño, 19 años, experimenta las rampas del acceso a la élite (6-4, 6-3 y 6-3 para el local James McCabe) y estos primeros pasos del curso insinúan una buena dirección en ese intento por colarse en el top-100 y reforzar el crecimiento. “¡Dale, Martín, que va a dudar!”, le anima el capitán español de la Copa Davis, David Ferrer, muy atento a la evolución del chico teniendo en cuenta que el tenis patrio se encuentra inmerso en plena transición. Pero el fortachón McCabe, espalda en triángulo invertido, no tiembla.

Tampoco lo hace Stefanos Tsitsipas pese al oleaje, inmerso el griego en una espiral extraña. Un día, no hace demasiado, él vencía al mismísimo Federer en la central y apuntaba a comerse el mundo con esa exquisita pose de revés, pero hoy por hoy parece haber perdido la espada. Así que cae y cae. “El karma me ha golpeado”, reflexivo él y a la vez optimista, pese a la curva de resultados baje: desde los cuartos firmados el curso pasado en Roland Garros, tan solo una segunda ronda en Wimbledon y dos tropiezos a la primera en Nueva York y Australia. “Pero diría que ahora soy mejor jugador que antes. Aunque ahora pierda y no esté en mi mejor momento, mis golpes son mejores y tienen más efecto”, razona, ya fuera del mapa torneo porque pensaba que su recorrido individual en Melbourne sería más largo y prefirió descartar el dobles.

“Lo que me fastidia es que ahora tendré que estar dando vueltas por aquí, hasta el próximo torneo”, lamenta antes de que Jannik Sinner devore al chileno Nicolás a su manera, ejerciendo de sierra y con trabajo: tan solo 12 errores y un 7-6(2), 7-6(5) y 6-1 que le emparejará el jueves con el australiano Tristan Schoolkate o el japonés Taro Daniel. Y de Japón se habla precisamente este lunes en las instalaciones, porque ahí está, inquebrantable, resiliente y rebelde hasta el último raquetazo, Kei Nishikori. Pese a las circunstancias, pese a todas las lesiones, no le absorbe la marea. Y eso que: “En alguna ocasión he pensado que no volvería a jugar más”. Pero ahí sigue, saboreando otra victoria maratoniana, la octava que registra a cinco sets en estas tierras; solo un tal Federer le hizo morder el polvo en esa situación.

De modo que él, 12 títulos y 72º del mundo tras haber llegado a caer al puesto 759 en 2022, recuerda y valora: “Ver cómo recaía era muy duro”. Se refiere al hombro y la rodilla. Revés tras revés. Pie y medio sobre la línea de salida. “Pensaba que, si tenía que operarme otra vez, no podría volver”, añade. “Pero quería regresar a las grandes pistas y creo que aún puedo competir contra jugadores de primer nivel. Confío en mis posibilidades y todavía disfruto de este deporte”, prosigue. El caso es que hace unos días alcanzó la final de Hong Kong y todavía quiere guerra, peloteando “con la misma pasión que hace 10 años”. Cuenta a los periodistas que quiere jugar contra Sinner o Alcaraz, y calibrar así hasta dónde puede llegar ese juego en su día tan electrizante, capaz de rendir a Djokovic, Nadal y Federer.

Una antigua mina

Hasta que su cuerpo se quebró, las dichosas articulaciones, había sido capaz de escalar hasta el cuarto peldaño mundial y de incomodar al tridente legendario; estuvo cerca de atrapar un grande —cedió con el croata Marin Cilic en el broche del US Open 2014— y le arrebató a Nadal el bronce olímpico en 2016. Tiene en ese espíritu de seguir, seguir y seguir más allá del límite un punto de encuentro con el español, tres años mayor este (38-35) y disfrutando ya del retiro en Manacor. No quería dejarlo Nadal, como no desiste Nishikori, en su momento una mina de oro que exprimió la multinacional IMG. Baste el dato: en 2019 ingresó más que el mallorquín, Nole, Serena Williams o Maria Sharapova. Suena ya su nombre a tenis de otro tiempo, de otra era y de un momento ya pasado, pero apura el depósito y las fuerzas hasta que el chasis aguante.

Digno heredero del guerrero Murray, también. “Como mucho sushi”, bromea. “Estuve medio año sin jugar y otro medio por la otra lesión, ese fue el momento más duro para mí, a finales de 2023. Pero tengo confianza y esta semana me va a ayudar mucho. Simplemente disfruto”, cierra el japonés, correcaminos de nacimiento y peleón como ninguno; al fin y al cabo, ahí está la historia para reflejar el empeño y la dureza de mollera: únicamente el sueco Björn Borg, con un 87%, posee un porcentaje superior al suyo (29-8, un 81,8%) en debates a cinco sets. Así que celebra, siempre contenido y feliz. No ganaba un partido en Melbourne desde 2019. Y levanta la mano: no se olviden de mí, no por ahora.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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