Nishikori gana de nuevo el Godó
El japonés destruye la firme resistencia de un Pablo Andújar inspirado y luchador en su primera gran final
Puede que, como él afirma, no esté preparado todavía para ser el jugador número cinco de la clasificación mundial. Pero Kei Nishikori tiene una calidad contrastada que puede llevarle todavía bastante más arriba. A sus 25 años, este japonés que mide solo 1,78m, roza la perfección con sus golpes de fondo a pesar de que parece que el partido no va con él. Se le ve en la pista como desganado, como ausente hasta que el punto se inicia. Entonces, toda aquella actitud se transforma y surge una figura distinta que se mueve más rápido que un lince y tiene la agresividad de un tigre.
Nishikori es así. Un tenista que no acaba de creerse todo lo que le está ocurriendo. Que no se ve metido entre nombres tan importantes para este deporte como los Djokovic, Murray, Nadal, Federer. Que entiende que todavía no ha alcanzado este nivel de juego. Pero que cuando entra en una pista lo deja todo, se concentra en cada punto y es capaz de desarrollar un tenis de un nivel altísimo. Sus dos características fundamentales son su rapidez de movimientos y su intuición, y la aceleración y precisión de su drive y su revés. Rozan la perfección.
Estas armas fueron fundamentales en la victoria que consiguió sobre el español Pablo Andújar por 6-4, 6-4 en 1 hora y 34 minutos, que le permitió levantar el trofeo del Conde de Godó por segunda vez consecutiva. El conquense, de 29 años, realizó un juego brillante, muy por encima del que le correspondería por su clasificación, 66º. Su victoria el sábado frente a David Ferrer le dio confianza y le permitió llegar a su primera final barcelonesa pletórico. Jugó de forma increíble, lanzando tiros a las líneas en ambos lados, sacando bien, elevando el listón con golpes creativos, buscando un tenis imaginativo y a veces desbordante. Pero siempre, teniendo conciencia de que su objetivo era casi irrealizable.
Si no hubiera hecho doble falta en su 'match-ball'...", se lamentó Andújar
"He jugado mi mejor tenis esta semana", señaló Andújar. "Y me quedo con la sensación de que pude ganar el segundo set. Sin embargo, lo que marca la diferencia con uno de estos grandes jugadores son pequeños detalles… como la doble falta que cometí para ofrecerle el match-ball. No sé qué podría haber ocurrido de ir al tercer set. Pero me llevo la sensación irrepetible de escuchar al público a mi lado desde el principio".
El guión del partido pareció marcarlo desde el principio Nishikori, finalista el año pasado en el Open de EE UU. Pero en la segunda manga se le descontroló. Andújar le rompió en el primer juego y no logró recuperar el break hasta el octavo juego (4-4). Entonces, el japonés ganó cómodamente su saque y Andújar le concedió el primer y único match-ball cometiendo una doble falta. No hizo falta más. Nishikori cerró el partido con un revés paralelo profundo y a la línea. Fue su segundo título del año, tras el de Memphis. "No es nada fácil ganar dos veces seguidas un torneo", indicó. "Y este es especial para mí, porque me siento muy a gusto y lo considero muy importante. El trabajo que hago con Michael Chang me ayuda a jugar cada vez mejor en tierra batida. Y ahora mi objetivo está puesto ya en jugar a un buen nivel en Roland Garros”. Nishikori puede hacer algo grande. Por calidad no quedará.
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