Alcaraz tiene la llave del quinto set: “Intento que no quieran jugar contra mí, meter miedo”
El murciano ha decantado 12 de los 13 partidos maratonianos que ha disputado y se agranda en el terreno terminal del tenis: a mayor duración, más posibilidades tiene
La rueda de prensa con Carlos Alcaraz (5-7, 6-2, 4-6, 7-6(2) y 6-2 a Frances Tiafoe) está programada para las siete de la tarde, hora inglesa. Sin embargo, en la sala crece la sospecha de que la intervención irá retrasándose, como así termina sucediendo. La selección española de fútbol está disputando en esos momentos los cuartos de final de la Eurocopa contra Alemania y el tenista, futbolero también, ya había advertido de antemano, a pie de pista, que iría a toda pastilla al vestuario para seguir el partido. Gana el equipo de José Luis de la Fuente en la prórroga, no sin sufrir de lo lindo, como él, y la irrupción en la sala de conferencias tiene forma de celebración: “¡Vamos!”, dice estrujando con fuerza los puños. “¡Eso es! ¡Merino, Merino!”.
Antes, sobre el césped de La Catedral, le ha hecho un guiño a su colega Jude Bellingham, al que conoció este año en Madrid. ¿Casualidad esa cruz? No lo parece, aunque lo niegue. “No la tenía pensada, me ha salido así, pero tengo mucho respeto por él”, dice el murciano, que además de ser muy futbolero, lleva la contraria a la mayoría de su familia (culé) como hincha del Real Madrid. “Estamos en Londres y él [misma edad, 2003] es inglés, por eso lo he hecho. Y le dije que las grandes victorias merecen grandes celebraciones”, bromea cuando le pregunta una reportera local. A continuación, explica a los periodistas españoles cuál ha sido la secuencia exacta entre el final de su partido y la llegada al turno de preguntas.
“He firmado autógrafos, he ido a la bici y después he hecho los baños de contraste [frío-calor, para recuperar la musculatura]. Y ahí estaba yo, con el móvil en la ducha; el agua va a las piernas, e intento que no se moje…”, detalla el octavofinalista, que previamente ha pasado un mal rato ante Tiafoe, bien solventado al final porque en este tipo de litigios, a cinco sets, controla excelentemente las distancias y desde el punto de vista mental, es superior pese a la edad. Alcaraz tiene solo 21 años, pero domina como pocos en la actualidad los escenarios terminales, las pruebas de fuego; y eso, destaca, le aporta un plus diferencial y supone un señor golpe sobre la mesa en plena reconfiguración generacional del circuito.
“Este tipo de partidos me hace creer más en mí y darme cuenta del nivel al que tienen que jugar los otros para ganarme, y eso también me da tranquilidad”, introduce, antes de que se le recuerde que ha ganado 12 de los 13 partidos de máxima extensión que ha disputado hasta ahora. Señal de madurez acelerada, sinónimo de otra cabeza privilegiada. Un mensaje.
Llevar al límite
“Ojalá sea más así...”, responde con picardía al planteamiento de EL PAÍS. “Para mí es muy bueno sacar este tipo de partidos, de situaciones difíciles, solventarlas y crecer. Me considero un jugador que ronda tras ronda, partido tras partido, va mejorando, corrigiendo las cosas que ha hecho mal de cara al siguiente. Los jugadores, al ver este tipo de partidos, y hablo también por mí, cuando ven a alguien remontar este tipo de partidos piensan que a partir de ahí va a ir creciendo. Es lo que intentamos también, que la gente piense así de mí, meterles ese miedo de cara las siguientes rondas. Vamos a intentar seguir creciendo y que la gente no quiera jugar contra mí”, contesta.
Tiafoe (2), Jannik Sinner (2), Novak Djokovic, Alexander Zverev, Marin Cilic, Jan-Lennard Struff, Albert Ramos, Peter Gojowczyk, Stefanos Tsitsipas y Yasutaka Uchiyama sucumbieron contra él en el formato del maratón. Únicamente Matteo Berrettini, en el Open de Australia de 2021, cuando el murciano era un recién aterrizado en la élite, pudo derribarle. ¿La clave? Él tiene la llave. Algo así como la carrera del guepardo para dar con el antílope. Llevar al límite, hasta que el de enfrente ya no pueda más.
“Que me siento muy bien físicamente”, dice con una sonrisilla. “No lo sé. En el quinto set aumento mi nivel, y sentirte bien físicamente te ayuda mucho; sentirte bien física y mentalmente. Sé que el otro va a tener que jugar a un nivel muy alto de intensidad tenística durante los cinco sets si quiere ganarme. Eso me ayuda mucho a afrontar esas situaciones difíciles del quinto set. Juego con la estadística de que solo he perdido un partido así; eso es una ventaja para mí”, expone. “Obligo al rival a estar al cien por cien física y mentalmente, y a jugar al cien por cien todo el rato, así que es difícil para ellos mantener esa intensidad en el tramo final. Pienso que soy bueno ahí, que voy a jugar mi mejor tenis, y lo he hecho en todos esos partidos”, remata.
Ugo Umbert o Brandon Nakashima, su próximo adversario, saben por lo tanto que no les convendría un duelo dilatado y que a mayor estancia en la pista, menos posibilidades tendrían. Lo describía para este periódico su primer entrenador, Carlos Santos, antes de la final que disputó Alcaraz recientemente en París: “Cuanto peor se ponía la cosa, mejor respondía él y más duro era para el rival. Siempre ha sido así. El resto sabía que si había igualdad, los partidos iban a ser largos”. Y sigue por el mismo camino el nuevo coco, el joven competidor que se recrea ante los escenarios de máxima complejidad, sabedor de que empieza a incorporar el aura de aquellos que infligen temor cuando la historia debe resolverse en el terreno límite de lo físico y lo psicológico. Vital es la mente, y él va dando pasos de gigante: si se alarga el tema, rara vez no prevalece.
SHELTON, A 246 KM/H: RÉCORD EN LONDRES
Estos días, John Isner, el gigantón de Greensboro que tiene el récord histórico de saques directos, 14.411 aces, se deja ver con frecuencia por la terraza de medios en su nueva condición de comentarista (ESPN) tras la retirada del año pasado.
Y este viernes, desde esa nueva posición, asistió estupefacto al trallazo del joven Ben Shelton. El estadounidense, de 21 años, se ha ganado merecidamente la fama de cañonero y el saque firmado ante Denis Shapovalov lo refuerza: 246 km/h.
Se trata de un registro sin igual en la historia de Wimbledon y del noveno servicio registrado más veloz, por detrás de los de Sam Groth (263), Albano Olivetti (257), Isner (253), Ivo Karlovic (251), Jerzy Janowicz (251), Milos Raonic (249,9), Andy Roddick (249,4) y Chris Guccione (248).
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