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Carlos Alcaraz: “A veces es bueno sentir que no eres tenista, que eres un chaval normal”

El reciente ganador en París, rumbo a la historia con solo 21 años, charla sobre su último éxito y se describe como un inconformista que desea emular “a los ‘cracks”

Alcaraz posa en las gradas de la Philippe Chatrier de París, el día después de coronarse en Roland Garros.
Alcaraz posa en las gradas de la Philippe Chatrier de París, el día después de coronarse en Roland Garros.Clive Brunskill (Getty Images)
Alejandro Ciriza

“El gorrito hay que llevárselo, ¡hay que llevárselo! Soy de mantener la rutina de lo que me ha ido bien, de repetir, así que…”.

El día después de conquistar Roland Garros y de cerrar así el círculo de las tres superficies del tenis, tierra, hierba y cemento, Carlos Alcaraz (El Palmar, Murcia; 21 años) luce un elegante traje negro y habla con la voz rasgada. Es mediodía y el campeón del grande francés departe con un grupo de enviados especiales, entre ellos EL PAÍS, después del tradicional posado con el trofeo en una sesión que ha tenido lugar en diferentes estancias de la Philippe Chatrier. Mantiene el tono cercano, amable y receptivo de siempre. El éxito, cuentan los que le conocen bien, no le ha cambiado. Carlos sigue siendo Carlitos. Supersticioso, como siempre. Antes de dirigirse al aeropuerto para volver a casa, asegura que recuperará el complemento fetiche que lució el curso pasado en Wimbledon. En el caso de París, la suerte ha tenido forma de manga compresora.

“Ayer lo celebré con mi familia, con la gente que vino de Murcia, con mis amigos. Fuimos a cenar y obviamente hice todo lo que no podía hacer durante el torneo; comí lo que no estaba comiendo, ahora que estoy con el tema del gluten… Pues ayer me solté el pelo y me dejé llevar un poco. Había que brindar con un poco de champán, porque era la ocasión, pero luego me fui temprano. Y hoy, pues en una nube”, introduce el tenista, que continúa batiendo récords de precocidad y se dirige hacia la esfera de los elegidos pese a su juventud. Se le compara, nada más y nada menos, que con Federer, Nadal y Djokovic. Pero, ¿es mejor de lo que lo eran los tres gigantes a su edad?

“Hace un año vi algunos vídeos, unos highlights [momentos destacados], pero no me acuerdo bien, la verdad. Así que no puedo compararme con ellos. Pero, como siempre digo, no importa lo que haya conseguido a esta edad si me estanco aquí. Al final, quiero seguir en la carrera, quiero seguir creciendo y llegar a donde están ellos, los buenos, los cracks; han seguido mejorando y mejorando hasta llegar a los 37 o los 38″, apunta. Y, aunque quede lejos, ¿se ve compitiendo a esa edad? “¿Por qué no?”, contesta el murciano, al que siguen lloviéndole los elogios y que ha escogido una vía alternativa hacia el estrellato. No faltan el trabajo, el sudor y las rutinas, pero, dice, la vida es algo más que el tenis y entrenar. Aprender a descomprimir, saber coger aire.

No importa lo que haya conseguido a esta edad si me estanco aquí; quiero seguir mejorando y creciendo

“Hay que disfrutar este tipo de momentos. Después de todo el sufrimiento que exige ganar este tipo de trofeos, es importante compaginarlo luego con el disfrute. Al final, tengo 21 años y todavía estoy conociéndome a mí mismo, saber qué necesito, cómo hacer o no hacer las cosas”, responde; “voy dándome cuenta de que hay que compaginar el trabajar y el sufrir con esos días de descanso, con esa, voy a decir, libertad de hacer lo que te gusta; de no sentirte tenista, ¿no? Sentir que eres un chaval, una persona normal. Creo que te ayuda un poco a aislarte y a despejarte la mente para luego volver a la pista al cien por cien. Después de estos momentos, de ganar torneos, hay que saber disfrutarlos con tu gente y aprovecharlos”.

Alcaraz posa con el trofeo, este lunes en París.
Alcaraz posa con el trofeo, este lunes en París.Teresa Suarez (EFE)

Puesto a elegir una imagen, se queda con el sentido abrazo que se dio con sus familiares en el palco, porque, recalca, es de vivir los momentos con su gente. Insiste en que “para aguantar 16 o 17 años ahí arriba”, como los grandes, lo fundamental “es la cabeza”. Así se ha apoderado de Roland Garros. “El año pasado suspendí clarísimamente esa asignatura, pero este vinimos con los deberes hechos y la he aprobado; no con matrícula, porque tengo que seguir creciendo y mejorando, pero creo que se ha hecho un muy buen trabajo este último año”, continúa el de El Palmar, que abordó este último reto en unas complejas circunstancias: con poco rodaje, y pendiente del brazo.

“Después de Madrid [donde se compite a tres sets, no a cinco] lo noté, y eso te provoca un poco de incertidumbre”, admite. “Pero aquí, conforme pasaban las rondas ya no notaba ningún dolor, así que en las semifinales [contra el italiano Jannik Sinner, el nuevo número uno en detrimento de Novak Djokovic] decidí que ya no tenía que cohibirme a la hora de pegar la derecha a un 80 o un 90%. No era hora de tener miedo, sino de confiar y olvidarme de todo”. Reconoce, no obstante, que atravesó por algunas fases de angustia, “porque al final, usas el antebrazo [la zona afectada] para todo. Yo imprimo mucha velocidad y mucha fuerza, así que sufre mucho y me preocupaba mucho el pensar que quizá no podría recuperarme el cien por cien”.

Carlos Alcaraz
Alcaraz posa en las gradas de la Chatrier.Clive Brunskill (Getty Images)

Dice Alcaraz que es más de llorar “por frustración que por felicidad”, y que la lesión le hizo derramar un par de veces lágrimas al tener que sacrificar algunos torneos que le hacían especial ilusión, como el Godó. También renunció a Montecarlo y Roma porque, en ocasiones, una pausa oportuna puede llegar a ser la mejor estrategia preparatoria. En todo caso, logró sortear la fase del miedo y conquistó París. Viejo sueño. “Veo los vídeos de cuando era pequeño, debajo de la Torre Eiffel, y estoy viviendo un sueño, porque este torneo es superespecial para mí. Ya sea el tercero o el décimo, seguiré viviéndolo como el primero”, prolonga.

“La vida no es un camino de rosas, hay que lidiar con cositas, pero me considero un chico muy feliz”

Ahora disfrutará de unos días en Murcia y después, si nada se tuerce, porque la hierba es un territorio traicionero y la adaptación al césped y a las pelotas (más duras, carga extra para el codo) suelen conllevar algún que otro peaje físico, competirá en Queen’s y Wimbledon antes del regreso a la Chatrier para disputar sus primeros Juegos Olímpicos. Y puesto a elegir, hoy por hoy prioriza el oro olímpico. “Es complicado, pero al final son cada cuatro años y no solo juegas para ti, sino por tu país y por todos los españoles”, desliza este joven que transmite buen rollo, al igual que su entorno, sano y familiar. La vida le sonríe.

“Bueno, no siempre es un camino de rosas, ni el tema profesional ni el tema personal. A veces tienes que lidiar con cositas que van pasando, pero de momento me considero una persona muy feliz, tanto en la vida deportiva, en la que por ahora todo está yéndome muy bien, como en la personal. De momento tampoco tenemos grandes preocupaciones fuera de lo que sea el tenis; entonces, eso ayuda también a vivir cómodamente y tranquilo. De momento estoy muy contento y muy feliz, sobre todo también por tener a la gente que tengo alrededor y por poder disfrutar de este momento con ellos”, resuelve Alcaraz.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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