Messi se queda el día que se va Neymar
Argentina no podía tener mejor estímulo ante Países Bajos que la caída de su rival más clásico como es Brasil
“Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar”, cantan los argentinos desde que llegaron a Qatar. La murga albiceleste de siempre, pensaron muchos aficionados tras su derrota ante Arabia Saudí. La favorita era Brasil. Los escépticos no saben que la fe mueve montañas y, cuatro partidos después, Argentina desafía a Europa y a Marruecos después de ganar a Países Bajos y de la eliminación de Brasil. Neymar se quedó sin la Copa el día que igualó la marca de Pelé (77 goles) y dejó a Messi como la figura representante de América en Asia después de dos tandas de penaltis memorables que encumbraron a dos grandes porteros: Livakovic y Dibu Martínez.
Argentina no podía tener mejor estímulo ante Países Bajos que la caída de su rival más clásico como es Brasil. Al pentacampeón, generoso con el 0-0 y artístico en el 1-0, le pudo con el marcador a favor la mezquindad y la especulación frente a un rival extremadamente competitivo, el más fiable en las tandas de penaltis, liderado por un futbolista cuyo sentido de equipo es único como Modric. Croacia juega como una unidad, Países Bajos se remite a Van Gaal, Brasil sigue sin encontrar seleccionador —también se va Tite— y la Albiceleste depende de la creatividad de Messi.
A sus 35 años, Messi ha recuperado el espíritu aventurero de aquel niño que partió de Rosario para conquistar el mundo desde el Camp Nou. Ya no regatea tanto y descansa más, tampoco necesita marcar siempre, aunque ya superó los goles de Maradona en el Mundial (9 frente a 8). Ha dejado de ser un 7, un 9, un falso 9, un 9,5, un futbolista omnipotente que jugaba por once, para ser el 10. Y quien viste el 10 siempre fue un jugador selectivo que tiene jerarquía sobre el balón y también sobre el partido como ocurre con Messi.
A un toque, a un paso, que sigue siendo corto, muy argentino, el rosarino ha añadido una lectura excelente del juego a una capacidad motora y cognitiva que ha perfeccionado desde su paso por la Masia, una escuela de la que ha sido maestro ilustre Van Gaal. Messi se presenta hoy como un jugador más completo y maduro, menos ingenuo y más solidario porque sus compañeros le buscan y encuentran para que regatee, pase indistintamente, más jugador de equipo que nunca y, sin embargo, único, sabedor de que ya no es el salvador sino el facilitador de Argentina.
Messi parece haber metabolizado a los distintos Messi que ha sido, desde el potrero al sabio, distinguido por un talento que le permite marcar las diferencias en los amistosos y en la Copa del Mundo. El sistema dispuesto por el hasta ahora invicto Van Gaal tampoco resistió la cirugía del 10 en la jugada del gol de Molina y en el lanzamiento de penalti ante el gigante Noppert (2,03m), el jugador más alto del Mundial. La concentración y sangre fría de Messi en el tiro fueron sobrecogedoras después de su error ante Polonia.
Países Bajos, que tiene mejores defensas que delanteros, se soltó a partir del 0-2, cuando empezó a cruzar centros y a colgar balones, libre de cualquier manual, como acostumbran los equipos desesperados, hasta desquiciar a Argentina. Nadie advirtió traición alguna en la selección de Van Gaal cuando atacó con dos delanteros centro y forzó el empate y la prórroga con dos goles de Weghorst. El tiempo añadido resultó un apasionante ir y venir sin solucionar porque remitió a los penaltis, escenario en el que Dibu Martínez evocó a Romero en las semifinales de Brasil 2014 y, al igual que entonces, Argentina eliminó a Países Bajos. El rival de Messi no será el Brasil de Neymar sino Croacia. Messi no quiso despedirse el mismo día y de la misma manera que Neymar. “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar”, canta la Albiceleste.
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