Lionel Scaloni, el argentino que no quiere dramas
El técnico, que busca ante Países Bajos la segunda semifinal en tres décadas de la Albiceleste, reclama la relativización del fútbol contra el extremismo de su país
“Parezco un filósofo y no quiero”, se quejó hace una semana en voz baja Lionel Scaloni (Pujato, Argentina; 44 años). Un filósofo, según él, por reflexionar sobre la necesidad de desdramatizar el fútbol, un mensaje que no ha dejado de repetir públicamente en el Mundial y que supone un empeño casi conmovedor siendo el entrenador de Argentina, donde cada partido es un viaje al abismo. Contaba hace un año y medio que alguien le dijo que el cargo le convertía en una de las personas más importantes del país y él tuvo “ganas de responderle cualquier cosa”. Se reprimió y luego se arrepintió. “Lo único que debo hacer es dirigir. Para mí es importante no ir más allá”, insistió entonces. Este jueves, en la previa de los cuartos contra Países Bajos (20.00, Gol Mundial), volvió a dejar su dosis diaria de relativismo: “Al final, esto es fútbol, un deporte”. Una cruzada personal de complicado éxito al otro lado del Atlántico.
Con o sin dramas, el choque ante el conjunto holandés se presenta como una cita clave para su mandato. Sin ninguna experiencia previa en banquillos de élite (tampoco sus ayudantes Aimar, Samuel y Ayala), fue capaz de cambiar la dinámica de la Albiceleste tras el avinagrado final de la era Sampaoli en Rusia 2018, donde él fue asistente; procurarle un entorno cómodo a Messi; y acabar con una sequía de 28 años al levantar la Copa América de 2021. Sin embargo, ahora se trata de caza mayor, de dar un salto individual y colectivo de primer orden. En las tres últimas décadas, Argentina solo ha accedido una vez a semifinales (2014). Su fútbol hasta ahora en Qatar, eso sí, no ha pasado de discreto, salvo ramalazos del 10.
La derrota inicial con Arabia Saudí (1-2) introdujo a Argentina en un túnel desconcertante, y la victoria posterior contra México (2-0) alivió a todos y desembocó en una de las reivindicaciones más sonadas de Scaloni durante su estancia en Doha. “Habría que tener más sentido común y pensar que solo es fútbol. Ahora recibo un mensaje de mi hermano, llorando, que no había escuchado el encuentro. La sensación es que te estás jugando algo más que un partido. No lo comparto”, protestó en sala de prensa en plena madrugada. Su hermano mayor, Mauro, de 46 años, se había marchado a trillar trigo a 40 grados como una forma de huida.
Un “listejo”
Ocurra lo que ocurra con la Albiceleste, él siempre tendrá una ventaja: ya vivía en España cuando asumió el puesto, en Mallorca, a muchos kilómetros del clima opresivo del fútbol argentino. Eso fue lo que le propuso a Alejandro Sabella, el técnico que perdió la final de 2014 (este jueves se cumplieron dos años de su muerte), su esposa, por temor a cómo se tomaría la gente la derrota. El actual seleccionador, según fuentes del entorno, se encontró con ella y esta le contó que le había sugerido a su marido irse a vivir a España después de caer contra Alemania en Brasil, algo a lo que se negó Sabella porque sabía que los aficionados no lo entenderían. A Scaloni, su refugio balear le concede de entrada una distancia salvadora. Pujato, una localidad de la provincia de Santa Fe de menos de 4.000 habitantes, no la frecuenta mucho y cuando lo ha hecho y ha querido ir a ver jugar a su sobrino en el equipo local (Sportivo Matienzo) no le han dejado dar muchos pasos en paz.
Luis Miguel Ramis (52 años), preparador del Tenerife, que trabó una amistad con él tras cuatro temporadas juntos en el Dépor, apunta que no transmitía la idea de querer ser entrenador a toda costa. “Apuró lo que pudo su carrera como jugador (hasta los 37). Luego quiso seguir vinculado al fútbol y una posibilidad era crecer como asistente, ir ayudando y aprendiendo. Mantenía contactos con la federación argentina y le llegó la oportunidad”, comenta el catalán, cuya definición del Scaloni jugador se ajusta al prototipo argentino: mucho carácter, compromiso y rol de equipo. A su lado también tuvo a otros compatriotas, como Turu Flores, Aldo Duscher o Fabricio Coloccini.
Con 29 años se marchó una campaña al Racing y allí los recuerdos de futbolista canchero son parecidos. Un tipo, según un exjugador que compartió vestuario con él, que no dudaba en “criticar y echar la bronca a quien no daba todo en el campo”. “Con los entrenadores tenía buena relación. Les preguntaba mucho y era muy curioso”, amplía. “Era listejo, sabía dónde tenía que estar y manejar las cosas. Más político”, tercia otra persona vinculada en ese momento al club santanderino.
Scaloni es el entrenador más joven del Mundial (44) y enfrente tendrá este viernes en Lusail al más veterano, Louis Van Gaal (71), por un puesto en semifinales. Pase lo que pase, para él, “al día siguiente saldrá el sol”. En Argentina no se sabe.
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