Días de reflexión
Solo pienso en esos mil pases de España, la mayoría horizontales, excesivamente lentos, y en los poquísimos disparos a puerta ante Marruecos
Esta Copa del Mundo nos va a permitir dos días sin partidos, dos días de reflexión, dos terribles días en los que los cuadros técnicos de los ocho equipos aún en competición se van a devanar los sesos, se van a comer la cabeza y van a tratar de analizar todas las variables, mientras que los medios de comunicación tratarán de descifrar todas esas estadísticas, los rendimientos de las estrellas de los equipos y todo lo que haga falta para llenar el espacio que han dejado los 56 partidos disputados en los últimos 17 días.
Si nos dejáramos llevar por lo visto, incluso por la mayoría de las sesudas opiniones de los especialistas, Brasil se alzará con la Copa y es posible que sea Francia quien les dispute el honor de la victoria en la esperada final del día 18. Todo ello si Argentina e Inglaterra no lo impiden.
Dicho esto, comienzo a creer que lo que buscamos es evitar reflexionar sobre España, su juego, las decisiones técnicas y tácticas, cómo se ha mantenido el equipo sin utilizar un buen número de jugadores o la nueva función de streamer del seleccionador. Tengo la sensación de que, desde el primer día de competición, incluso desde que se conoció la convocatoria, la gran mayoría de los españoles están esperando al resultado final de la participación del equipo, y no puedo evitar el recuerdo de la Euro pasada, en la que España demostró enormes carencias en la fase de grupos pero que posteriormente supo solucionar y así brillar, aun en la derrota, en la final de la Liga de Naciones en Milán con el polémico gol de Mbappé. No será mi caso.
Los siete goles a Costa Rica nos han impedido ver una realidad. En la Copa del Mundo más que una noche de éxtasis que nos haga soñar, lo que hay que tener es una continuidad que nos haga avanzar con consistencia mientras mostramos la fortaleza necesaria para no perder la concentración y no tener que vivir situaciones de pánico como vivimos ante Japón.
España ha mostrado sus dos caras y en una Copa del Mundo esto supone un riesgo innecesario que permite a los rivales atacarte y de paso perderte el respeto. La reflexión es que ni Brasil ni Francia han mostrado carencias en ningún momento y eso que sus equipos b alentaron las ilusiones de los posibles rivales; pero el equipo titular se encargó de disipar las dudas con solvencia.
Luis Enrique, en su versión de entrenador, psicólogo y streamer, está logrando ofrecer soluciones con un grupo compacto, si bien son los 90 minutos de juego los que destrozan sus entrenadas soluciones, los concienzudos planes y el trabajo realizado. En esos 90 minutos es donde España no cumplió. Pasamos momentos de brillantez y de apuro con Alemania y sufrimos más de lo previsto contra Japón. Y eso que veníamos avisados.
Y, ¿las otras reflexiones? Muchas de las que ocupan mi tiempo son aquellas que me suscita Inglaterra, y cuando pienso en cómo solucionará su duelo ante Francia recurro inevitablemente a Gareth Southgate, con quien coincidí como jugador y posteriormente como entrenador en el Middlesbrough, donde mostró enormes carencias. Esta vez no hay disculpas. Tiene un equipo sencillamente maravilloso que puede ofrecer diferentes perfiles y que desde la final de la Euro en Wembley no ha sabido rentabilizar.
¿Van Gaal podrá acabar con el sueño de Messi? Libra a libra, que diría un aficionado al boxeo, creo que Argentina tiene el pase en sus botas, pero viendo el continuado éxito de Van Gaal en los banquillos, con Edgar Davis y Danny Blind como ayudantes mostrando una enorme tranquilidad frente al nerviosismo de Argentina —y eso que tanto Pablo Aimar como Ayala están enormemente capacitados para el trabajo—, me entran muchas dudas, tantas que creo ver la revancha de aquella final en el Monumental de River.
Volviendo a España, solo pienso en esos mil pases, la mayoría horizontales, casi siempre excesivamente lentos, con poquísimos disparos a puerta, que reducen las ya escasas ocasiones de gol de unos jugadores que parecen agotados durante la fase crítica de los partidos. Y también pienso en las ocasiones que Unai Simón evita cuando las crea el contrario. Pero los lanzamientos desde el punto de penalti no son ocasiones, son otra cosa. ¿Será verdad que los habíamos ensayado mil veces?
Y yo pensando que las reflexiones iban a ocupar nuestro tiempo los dos próximos días. Hay algunas cosas que nos ocuparán muchos, muchos días.
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