Lo bueno es que tenemos salud
México lamenta el fracaso mundialista mientras el tiempo para la Copa que organizará en unos años le corre en contra
Para la Selección Mexicana de futbol, después de cada eliminación se abre, oficialmente, la temporada de denuncias, descalificaciones, oportunismo y también, claro, la de construir un nuevo plan de trabajo, para volver a lo mismo, como cada cuatro años. Aunque esta vez quedarán seis meses menos para la siguiente Copa del Mundo, a la que el Tri ya está clasificado por ser uno de los tres países organizadores, junto con Estados Unidos (aun con vida en este Mundial) y Canadá.
Entre tantas propuestas lanzadas por bienintencionados periodistas, directivos, jugadores o aficionados, se pueden escuchar algunas que tienen buena pinta. El punto es analizar muy bien las nuevas ideas, atreverse a convertirlas en un plan de objetivos y luego sostenerlo por muchos años. Como Japón, que en esta Copa ha dado un par de campanadas tan fuertes que fue capaz de clasificarse en primer lugar del “Grupo de la Muerte”, al lado de potencias futbolísticas como España y Alemania, a la que de paso se dio el lujo de eliminar del certamen.
Japón 2092 se trata de un plan de trabajo que tiene como objetivo, nada más y nada menos, levantar la Copa Mundial de la FIFA en el año 2093. Sí, dentro de 70 años.
Sí, es una exageración, más para gente de mi edad, a los que no nos quedan 35 años de vida y no veríamos concretado dicho proceso. Pero para los nipones no existen los milagros, sino los buenos procesos y su meticulosa aplicación.
En la década de los noventa, la Japan Soccer League era apenas semiprofesional y estaba conformada por 12 equipos. Entonces, el primer paso era profesionalizar la liga e incrementar la cantidad de equipos. En un lustro pasó de tener 12 a 18 clubes y una Segunda División. México ya tiene muy adelantado ese proceso; cuenta con una división inferior, a la que llaman Liga de Expansión, pero hace tres años le cerraron la llave a la posibilidad de que los equipos de dicha liga pudieran ascender a la Primera y volvieron a afectar la salud y crecimiento del futbol nacional.
En Japón todos los equipos de la liga deben tener, como mínimo, filiales en las categorías sub 15 y sub 18; en México eso existe hace más de 10 años. En las plantillas del primer equipo, los japoneses deben incluir, al menos, dos jugadores de la cantera y un menor de 21 años. En México los dueños frenaron esa regla para poder utilizar a todos sus refuerzos extranjeros, que de momento son nueve, aunque “solamente” ocho pueden jugar al mismo tiempo. Regla que, por cierto, violó Miguel Herrera al alinear a nueve no nacidos en México, en un partido de las semifinales de la Liga Mx, ante el Atlas, hace un par de torneos.
En Japón, la liga monitorea la formación de jugadores que realiza cada club y ha desarrollado fuertes lazos con equipos europeos para promover sus buenos resultados: Ritsu Doan (autor de dos goles en este Mundial, ante España y Alemania) y Takuma Asano (quien selló con otro gol la victoria contra Alemania), militan en el Friburgo y en el Bochum, de la Bundesliga alemana.
Pero la lista no para ahí: Kou Itakura, Wataru Endo, Daichi Kamada, Ao Tanaka (quien marcó el gol del triunfo contra España), Maya Yoshida e Hiroki Ito, son otros futbolistas que destacan en la liga germana.
Otro “detalle” es la proyección internacional de sus figuras, como el caso de Takefusa Kubo, que pasó de niño por La Masía, luego el Real Madrid, el Mallorca y la Real Sociedad, y es uno de los futbolistas más seguidos por los periodistas de lengua hispana, debido a su talento, imagen y porque habla un perfecto español. Japón está disputando su séptimo Mundial consecutivo, es una de las potencias principales de Asia y una de las más agradables sorpresas del Mundial de Qatar. México, en cambio, disputó su Mundial número 17 y pues… lo bueno es que tenemos salud.
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