Rubén Jiménez, los ojos de Vilda en el Mundial
El analista de la selección se encarga de hacer los vídeos, las charlas sobre los rivales y hasta correcciones desde el andamio
Es el penúltimo entrenamiento antes de afrontar los octavos ante Suiza y el viento y la lluvia, azote incansable en Wellington, vuelven a hacer acto de presencia. El seleccionador Jorge Vilda sale al campo de Newton Park —estadio donde se ha entrenado España intercalándolo con el Martin Luckie— ataviado con un abrigo tres cuartos y un gorro calado que esconde un pinganillo que le cuelga de la oreja izquierda. Al otro lado del aparato le habla Rubén Jiménez (Fuenlabrada; 34 años), técnico analista de la selección femenina. Pero no es solo eso, es los ojos del seleccionador, un trabajador que no quiere focos y del que nadie tiene una mala palabra y que siempre expande su buen humor, además de su modestia.
Entre los muchos kilos de material que se llevó la selección a Nueva Zelanda, se encontraba un juego de tubos de hierro y una plataforma de chapa, la estructura que se monta en todos los campos donde se entrena España, desde Palmerston a Wellington, por más que en Newton Park basta con subirse a las gradas. Sobre el andamio se encarama Rubén. Se trata de una herramienta que utilizaba la federación antes de que Luis Enrique la hiciera famosa en el Celta. Analista por vocación y pasión, Rubén Jiménez empezó a jugar a los ocho años en un club del que su padre era presidente. Decidió estudiar INEF y se sacó el título de entrenador. Se marchó a New Hampshire (EE UU) y fue técnico voluntario en el campamento de verano del club Seacost United. Después, inició el proyecto del Leganés femenino como entrenador y analista, trabajo que no pasó desapercibido para la federación porque le vieron el perfil idóneo para el análisis de las categorías inferiores. Se formó cuatro años, amén de colaborar con la absoluta en los grandes torneos, ascendido el curso anterior tras el Mundial Sub-20 que ganó España en Costa Rica.
Ahora se le ve sobre el andamio, al que llega siempre unos minutos antes de la sesión para encender la cámara, para conectar las imágenes con el portátil y probar la vía de comunicación que también utilizan durante los partidos del Mundial. Con un plano cenital se ve mejor cómo se mueven los jugadores, las líneas y los espacios. Al tiempo, graba las sesiones y las edita para pasarle los cortes al técnico si lo requiere. Pero eso es una parte ínfima de su trabajo: “Es un tío que no se cansa de trabajar; desde que llegamos a Nueva Zelanda no se ha ido a dormir antes de las tres de la mañana”, dicen los que conviven con él. Aunque el analista siempre señala a todos sus compañeros, porque Carlos Sánchez, entrenador de porteros, es clave en las jugadas a balón parado, y Eugenio Gonzalo, asistente técnico, le ayuda con el análisis del rival...
Rubén Jiménez es el encargado de analizar a los rivales —recibe material gráfico de parte del staff de la selección que va a los partidos en directo del Mundial y, de paso, también con varios programas informáticos (Wyscout, plataforma FIFA para intercambio, Soccerway, Hudle, Sportscode...)—, además de editar los vídeos que pasará al equipo. “Hace cortes individuales de las jugadoras a las que te tocará marcar”, explica Irene Guerrero. Hay más: trabaja en la posible alineación rival y ven en dos días ataque y defensa para plantear los ejercicios y entrenar situaciones de partido. “Los vídeos ayudan a analizar al rival, también a vernos porque la sensación en el campo en ocasiones no corresponde con la realidad”, interviene Irene Paredes; “y aunque vemos bastantes, son cortitos”. Cuatro minutos como máximo.
Su trabajo es muy valorado por Vilda, que siempre le pide feedback tras los entrenamientos y los partidos. Incluso hace las charlas sobre los rivales, sobre cómo inician el juego, cómo presionan, cómo ejecutan las transiciones... Básicamente, sacan lo que llaman “regularidades” de los vídeos y partidos del contrincante para encontrar las fortalezas y debilidades. Ocurrió que contra Japón, aunque tenían claro su fútbol de contragolpe, pensaban que le discutiría la pelota y, sobre todo, no contaban con que plantearían la defensa en bloque bajo. Una sorpresa que se convirtió en disgusto. No sucedió lo mismo con Costa Rica y Zambia, igual que ya han analizado a Suiza, un equipo fuerte en disputas, ganador de segundas jugadas y con futbolistas peligrosas cerca del área rival, además de verticales en transición y defensivamente sólidas porque no han recibido un gol en el Mundial.
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