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Las lágrimas de Marc Márquez tras ganar el séptimo título de MotoGP: “Estoy en paz, y esto es lo más importante”

Aunque mantiene su velocidad y ADN de piloto intacto, varios cambios de calado explican el retorno a la gloria del 93 después de cinco años de calvario físico y deportivo

Guille Álvarez

Cuando Marc Márquez aterrizó esta semana en Japón, pronto se percató del enorme peso de una mochila que llevaba arrastrando el último lustro. Necesitaba estar en paz, sentirse en paz. Su impecable trayectoria hasta aquel alto en el camino en el GP de España de 2020, cuando arrancó el calvario con el húmero derecho, había nublado su capacidad para juzgar la importancia de estos momentos. Ser campeón del mundo llegó a ser su pan de cada día, y los nervios que sintió al acceder al trazado de Motegi y empezar su fin de semana de la reconquista activaron una sensación para él inédita. Su periplo hasta recuperar la corona, su séptima en MotoGP y la novena en 17 años de profesionalismo, pesaba mucho más que el trofeo de ganador o cualquiera de sus anteriores triunfos.

Cuando se quitó la losa de encima este domingo, primero gritó y luego apenas pudo hablar, sobrecogido por una profunda emoción, aturdido ante un momento que llevaba un lustro persiguiendo. Nunca antes había llorado al ganar el título, condecía. Pero este era diferente. “No quiero recordar los malos momentos, pero ha sido muy difícil. Cometí un gran error en mi carrera, quise volver demasiado pronto, pero luché, luché y luché, y he vuelto a ganar. Estoy en paz, y esto es lo más importante”, comentó el flamante campeón una vez terminada la emotiva celebración junto a los suyos. Estar en paz, sentirse en paz, fueron las expresiones que más utilizó a lo largo de la jornada. También el agradecimiento eterno a todos quienes le han ayudado a levantarse, imposible nombrarlos uno a uno sin agotar las cuerdas vocales.

Para resarcirse de aquel trompazo en Jerez, Marc le pidió una última oportunidad a su abuelo Ramon, quien llevaba tiempo pidiéndole que dejara de sufrir y no arriesgara más su vida encima de la moto. Cuando le recordó, terminó de romperse del todo. “Él lo vivía muy de cerca, y seguro que lo está viendo desde arriba. Él me dijo basta, pero yo le pedí esta última oportunidad”, musitó. “He sacrificado muchas cosas para conseguir este objetivo, pero cuando tomé las decisiones que me han llevado hasta este momento, nunca pensé en la cumbre de la montaña, tan solo quise volver a disfrutar de mi pasión. El resto vino solo”, explicaba cuando por fin pudo recomponerse.

“Ha sido el mayor reto de mi vida profesional. Estar en la gloria y bajar hasta el fondo es lo peor, porque desde arriba del todo caes con más fuerza todavía”, reconoció. “Aunque no he perdido mi ADN, ahora soy más calculador, más controlador”, comentó sobre los numerosos cambios que ha realizado a lo largo de esta epopeya que cierra pintándole el ojo derecho a su daruma, el muñeco japonés que simboliza la consecución de un deseo a través de la persistencia, la determinación y el optimismo: “El ser humano tiene una capacidad muy buena, olvidarse de lo malo y acordarse solo de lo bueno. O al menos los optimistas, y yo siempre lo fui. Siempre vi la luz al final del túnel, y la he seguido”.

“El túnel ha sido largo de narices, sí, pero se ha salido y ha sido un proceso de aprendizaje que le ha transformado para bien. Los momentos malos en la vida cambian a todo ser humano. Son complicados, pero te refuerzan, te dan una serie de lecciones a todos los niveles”, comenta Jimmy Martínez, su representante desde 2023, en conversación con EL PAÍS. Márquez ha renovado y reforzado a todo el equipo que le rodea en asuntos clave como la nutrición, la suplementación, la preparación física y la recuperación. “Fue un nuevo inicio, aire fresco. Volver a ganar era un tema secundario, se trataba de volver a verle feliz”, apunta el mánager del piloto, buen amigo suyo desde hace más de una década.

Juntos trazaron el plan, o los planes, que le han devuelto a la gloria. “El primer plan era verle disfrutar de nuevo, y cuando empezamos a ver que se iban dando los pasos adecuados, el siguiente fue llegar al equipo rojo para tener las máximas garantías”, detalla sobre los atrevidos movimientos que llevaron al 93 hasta la Desmosedici GP del equipo oficial de Ducati. “Llegó a sufrir mucho, eso lo pudo ver todo el mundo. Quizás la gente no es consciente de lo que significa estar lesionado, entrando y saliendo de una lesión, a lo largo de tres años. Se dice pronto, pero el dolor está ahí cada día, cada hora. Después de la lesión, este es un Marc 2.0. Ha trabajado más que nunca y está más en forma que cuando tenía 20 años”, subraya.

“En otra época, cuando no ganaba se le notaba. Ahora, estar divirtiéndose encima de la moto ya es una victoria”, valora José Luis Martínez, su mano derecha en los circuitos. “La edad y todo por lo que ha pasado estos últimos años le han hecho cambiar un poco su mentalidad. Sabe contenerse más, ya no se precipita tanto ni en los circuitos ni fuera de ellos”, destaca su ayudante y amigo desde hace años. El camino fue largo y sinuoso, y a punto estuvo de jubilarle prematuramente: “Hubo varios momentos en que estuvo cerca de parar, simplemente ni le valía el dinero ni todo lo que había conseguido en el pasado. Si gana, pero no se divierte, a él no le vale”.

“Es muy difícil imaginar por lo que ha pasado, pero el amor que tiene por este deporte, por hacer lo que más le gusta, es lo que le ha impulsado. De ahí ha sacado las fuerzas para continuar” ahonda su sparring. Nadie más allá del 93 sabe cómo vivió en su fuero interno ese periplo oscuro. La intensidad de los festejos y la montaña rusa de emociones en Motegi este domingo, probablemente, fueron la ventana más fidedigna a esos sentimientos que por fin deja atrás. A los 32 años, Marc Márquez se ha liberado del mayor error de su carrera deportiva y vuelve a ser el número uno en MotoGP. “La vida es buscarlo, intentarlo. Y el fracaso no es no conseguirlo, sino no intentarlo”, concluía un deportista que trasciende ya a las estadísticas.

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Sobre la firma

Guille Álvarez
Graduado en Ciencias Políticas por la UPF y máster en Periodismo Deportivo y Comunicación por la Blanquerna-URL, ha pasado por las redacciones de La Vanguardia, la revista VICE y Mundo Deportivo. Colabora con la sección de deportes de EL PAÍS desde 2022, donde ha cubierto el Mundial de MotoGP y varias ediciones del Rally Dakar.
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