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Pol Espargaró nunca se rinde: así se recupera un piloto del mayor trauma de su carrera

El piloto de MotoGP detalla los sentimientos y el trabajo detrás de su intento de regresar a la competición dos meses después de sufrir un escalofriante accidente en el GP de Portugal

Pol Espargaro
El piloto Pol Espargaro posa para EL PAÍS en Andorra, el pasado mes de mayo.Daniel Ochoa de Olza
La Massana (Andorra) -

Pol Espargaró (Granollers, 31 años) vive con una montonera de máquinas variopintas esparcidas por el salón de casa. Su agenda está estudiada al milímetro. Sesiones de fisioterapia, rehabilitación y más de cuatro horas de cámara hiperbárica forman parte de sus jornadas extenuantes. Todo por seguir cumpliendo el sueño de su vida, ser piloto de motos. Hace diez semanas, en el estreno del Mundial de MotoGP en Portugal, sufrió una escalofriante caída con graves consecuencias que tuvo en vilo a todo el paddock.

Pol Espargaró, en Andorra, en mayo de 2023.
Pol Espargaró, en Andorra, en mayo de 2023.Daniel Ochoa de Olza (Daniel Ochoa de Olza)

“Recuerdo alguna cosa, pero no todo”, explica a EL PAÍS, descalzo y relajado en el sofá a pesar del voluminoso corsé que protege su espalda. “Por fin puedo decir que estoy bien, después de casi dos meses y con la perspectiva de todo lo ocurrido”. Su sonrisa es casi un milagro. El pasado 24 de marzo, perdió el control de su GasGas, saliendo disparado por los aires e impactando y rebotando hasta tres veces contra el asfalto y la grava a toda pastilla. Terminó chocando con las barreras, y la moto, un proyectil descontrolado, casi le remata.

Asistencia médica a Pol Espargaró tras su grave accidente en el GP de Portugal.
Asistencia médica a Pol Espargaró tras su grave accidente en el GP de Portugal. NUNO VEIGA (EFE)

Las imágenes hielan la sangre, y él reconoce que ha vuelto a ver repetido el accidente varias veces. “Cuando te caes, al principio te preguntas por qué. El dolor, las lesiones, el tiempo de baja. Todo lo ves negro. Luego pasa el tiempo y te das cuenta que has sido un afortunado”, reflexiona.

Por la cabeza ha rondado la idea de decir basta. No es la primera ni será la última, pero sí la caída más grave de su trayectoria. “Pensé en la retirada. Una lesión es como una montaña rusa. Hay días en los que te vas a dormir muy cansado, con mucho dolor, y otros en los que piensas; ‘dónde está la moto, que me subo”. Los cuatro días que pasó en la UCI fueron los más duros. “Allí todo es malo, no es un tobogán de emociones. El dolor es constante, severo. Entonces sí piensas en si quieres más de esto, o que tus hijas te vean de esta manera. Lo hablamos con mi mujer, y ella me decía que no me preocupara”. Después de pasar la peor parte, fue Carlota quien le animó a seguir persiguiendo su gran pasión.

Desde que se subió a una mini-moto con dos años no ha parado: “No sé hacer otra cosa, es lo que me hace feliz”. En 2006, con 15 años recién cumplidos, Espargaró se convirtió en el piloto más joven en puntuar en el Mundial de motociclismo. Fue entonces cuando conoció a su compañera de vida y futura esposa. “Sin ella toda mi vida no sería posible. Es el pilar de mi vida. El deportista de élite es muy egoísta. Sin el entorno, sin las personas que le ayudan, no conseguiría nada. No me gusta esa visión de mujer florero, esa idea de que solo acompaña al deportista. Es un estigma feo y erróneo”, reivindica. Gracias a ella y a su estrecho grupo de colaboradores y amigos, en 2013 se proclamó campeón del mundo de Moto2 y, desde 2014, es un fijo en la parrilla de la categoría reina, todavía con la espina clavada de no haber conseguido la victoria. “La rozamos en tres ocasiones”, suspira. Ver lo bien que va la moto también nutre sus esfuerzos por recuperarse.

Que Espargaró esté pensando en volver al ruedo impresiona al repasar el parte médico. Necesita varios minutos para resumirlo: fractura en las cervicales con afectación en los nervios del cuello; fractura de dos costillas; tres vértebras rotas, la más delicada la octava, un poco chafada y la que mayor riesgo conlleva si sufre otra caída. Hay más: afectación en el oído; bulto en la mano; labio abierto y recosido; y fractura de mandíbula por dos partes. Esta última lesión le obligó a tener la boca completamente cerrada cuatro semanas, en las que perdió nueve kilos de peso y toda la masa muscular acumulada al poder ingerir solo líquidos. Ha recuperado ya cuatro, saltándose a ratos la dieta vegana que sigue desde hace años.

Ahora mismo, lo que más le preocupa son las secuelas neuronales del accidente, una de las grandes incógnitas en su camino de retorno. “Es lo que más miedo me provoca, quizás por la incertidumbre. Estoy acostumbrado a romperme huesos, pero el tema neuronal es muy complejo. Los nervios tardan mucho tiempo en curarse y no hay medicamentos que ayuden. Es algo tan delicado que incluso se les escapa a muchos doctores”, apunta. La intención de Espargaró es volver antes del parón veraniego, y él aprieta para llegar a alguna de las tres carreras que hay programadas antes del 25 de junio.

Un simulador en casa

Coincidiendo con el Gran Premio de los Países Bajos, el último antes de las vacaciones, cumplirá los tres meses estándar de corsé obligatorio para pacientes con lesiones de columna. Aunque ha exprimido los tiempos para regresar esta semana para el GP de Italia, no ha recibido el visto bueno médico debido a un edema alrededor de las vértebras y seguirá con la recuperación en casa. “Los médicos son cautos, intentan mantenerme alejado lo máximo posible”, admite. Agradece su labor, dedicación y cariño, también el calor de la afición y su equipo. Desde Austria han brindado todo el apoyo posible para el piloto que consiguió el primer podio de la historia de KTM en la categoría reina. Pol ha recibido un simulador hiperrealista en casa, una nueva tecnología que han desarrollado a contrarreloj para facilitarle el regreso. “No me han dejado solo, y para un piloto es súper importante”, comenta.

Espargaró trabaja en su recuperación casi las 24 horas del día. Incluso cuando duerme. Agarra una de esas máquinas extrañas del salón y se enchufa a ellas en la cama. Usa hasta ocho tecnologías distintas para acelerarla al máximo. No se rinde, nunca se rinde. Lo saben bien sus allegados, y cualquiera con ojo puede deducirlo. Lleva la frase tatuada en su antebrazo derecho, donde siempre puede verla: Never give up ]Nunca te rindas].

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