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El dolor de Jon Rahm por perder un oro que tenía “en las manos”

El golfista vasco se queda fuera de las medallas tras un colapso en su juego en los últimos hoyos

Rahm, en la última jornada.
Rahm, en la última jornada.Matthew Childs (REUTERS)
Juan Morenilla

Por muchas veces que Jon Rahm repitiera la palabra “doloroso”, y fueron muchas después de perder de manera dramática no solo el oro, sino sus opciones de medalla en el golf olímpico, nada podía resumir mejor ese dolor que su rostro, su cara desencajada, la voz a veces quebrada, los silencios en su discurso cuando trataba de encontrar palabras para explicar lo que había pasado, los ojos más tristes que se le recuerdan. Jon Rahm tenía el oro de los Juegos de París “en las manos”, y así lo reconoció él, cuando a falta de ocho hoyos por jugarse en la última jornada en Le Golf National mandaba en la tabla con cuatro golpes de ventaja sobre sus perseguidores. Había volado el vasco hasta ese momento, líder sin discusión después de tres primeras vueltas muy buenas (-4, -5 y -5) y un inicio de la ronda final con la situación bajo control.

Rahm era el de sus mejores tiempos, el doble ganador de grandes, el jugador que en esos momentos se cree invencible. Y de repente... el colapso. En el 11, un bogey después de fallar un putt muy corto, una caída mal leída, otro patinazo en la estación siguiente, y el hundimiento, un doble bogey en el par cinco del 14, un alto en el camino donde lo normal era descontar un golpe en lugar de cargar con dos. Un mal tercer golpe desde la calle le sacó del partido, algo cortocircuitó en su mente, y encadenó dos golpes malos más para sufrir ese bajón en la concentración y en sus aspiraciones. Todavía quedaba trecho por delante, cuatro hoyos, pero algo se había roto en su interior, y ese golfista que en los momentos más complejos sacaba su garra, su fortaleza mental, su capacidad de resistencia, simplemente desapareció. Dos bogeys más en el 17 y el 18, ya derrotado y hundido, le mandaron a la quinta posición con -15. Venció en París el número uno del mundo, el estadounidense Scottie Scheffler, imperial con nueve golpes bajo par en el día para el -19 final; plata para el inglés Tommy Fleetwood y bronce para el japonés Hideki Matsuyama. Con el resultado de -20 que Rahm lucía a falta de esos ocho hoyos trágicos hubiera conquistado el oro.

“Es doloroso”, repitió. “Con lo bien que había jugado, no tener opción de nada al final... Cuesta pensar en ello ahora, no sé cómo explicarlo. He tenido la suerte de poder representar a España muchas veces, incluso en este campo, cuando conseguimos una medalla de bronce en el campeonato sub-16 de Europa. Después de tener el oro en las manos, no conseguir nada, irme con las manos vacías, es doloroso y decepcionante”, analizó Rahm, que situó en ese hoyo 14 el instante de su caída libre. “Ni el 11 ni el 12. He fallado putts cortos toda la semana, no ha sido mi mejor semana en los greens. El problema ha sido el tercer golpe del 14, hay cosas que en este campo no se pueden hacer. Me ha costado dos golpes. Si hago par ahí, aunque sea un par cinco, tengo opciones, porque el 15 era asequible y el 16 también, si hacía esos dos birdies me ponía arriba. He intentado luchar hasta el final aunque fuese por una plata y no pudo ser. Es duro digerirlo y difícil de explicar. De todo se aprende pero hacer el esfuerzo de pensar en lo que ha pasado en cada hoyo va a doler bastante. Me va a costar bastante más que en otras épocas sobreponerme a lo que ha pasado”, concluyó. No hay rastro de un colapso semejante en su carrera cuando luchaba por una cima.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.
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