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Iván Pedroso: “Jordan hace que todo parezca fácil. Es el saltador natural”

Entrevista con el técnico cubano que entrena en Guadalajara a las grandes esperanzas de medalla olímpica españolas: Peleteiro y Jordan Díaz y cuenta su filosofía del entrenamiento

Iván Pedroso, ayer en el Estadio Olímpico.
Iván Pedroso, ayer en el Estadio Olímpico.Albert Garcia
Carlos Arribas

A mediados de los 80, cuando era un niño de 12 años interno en la Mártires de Barbados, la escuela de iniciación deportiva de La Habana, a Iván Pedroso le despertaba cada mañana la voz ronca y cantarina del Poeta Milán Matos, El Viejo, “¡Vamos, vamos, Iván, vamos!” Era el momento de empezar a entrenar. Durante muchos años, después de la práctica, Matos, sin quitarse nunca el panamá que le cubría la cabeza, se sentaba con Pedroso y discutía con él, enseñándole, el entrenamiento efectuado, las razones de los ejercicios, la teoría. Así, con los entrenamientos de Matos durante 20 años casi, llegó Pedroso a convertirse en el mejor saltador de longitud durante una década –8,71m de mejor marca, la novena de la historia, un oro olímpico en Sidney 2000, nueve mundiales–, uno de los mejores de la historia. “Y así aprendí a entrenar. Mejor maestro no ha podido haber”, dice Pedroso una tarde de mayo en Santa Cruz de Tenerife, 40 años después, asentado en Guadalajara con un grupo de entrenamiento en el que junto a Yulimar Rojas, la mejor triplista de la historia, lesionada, y Juan Miguel Echevarría, que busca renacer, destacan Ana Peleteiro, Fátima Diame, Jordan Díaz, Tessy Ebosele… Bien se podría decir que más de la mitad de las aspiraciones a medalla en París descansan sobre su cabeza.

Pregunta. ¿Pesa mucho cargar con las esperanzas del atletismo español en París?

Respuesta. No, no pesa. Para mí, eso es que el trabajo que estoy haciendo está bien. Me gusta. Me gusta. Es una presión, pero una presión positiva. Algo que he ido construyendo poco a poco.

P. ¿Cómo ha afectado a la dinámica del grupo la lesión de Yulimar?

R. Les afectó mucho a todos cuando pasó, en Barcelona, que estábamos ahí todos. Pero ella automáticamente, después de que la operaran, mandó un mensaje al grupo deseándole lo mejor. Les dijo que tienen que seguir, que no se preocupen, que ella va a regresar. Y creo que eso le dio mucha fuerza al grupo. Es un palo duro, pero el deporte es así. Yo pasé también por eso.

P. ¿También el Aquiles?

R. No, fue otra lesión. Me operaron también. Las lesiones, más o menos malas, siempre te afectan, pero cada persona es diferente. Eso no es fácil. Eso no se lo deseo a nadie, porque lo viví personalmente.

P. ¿Queda la duda siempre de volver a ser igual que antes?

R. Según. Según cada atleta. Hay atletas a quienes una pequeña lesión les separa del deporte. Hay otros, como Teddy Tamgho, el primer atleta al que entrené, en 2010: tuvo lesiones fuertes y siempre supo regresar más fuerte hasta saltar 18.04m y ser campeón mundial de triple en 2013.

P. Ana Peleteiro, bronce en Tokio, ha dicho que antes de la lesión de Yulimar solo entrenaba para ser segunda, pero que ahora entrena para ser campeona olímpica.

R. Ya. Bueno. Siempre ha entrenado para hacerlo bien.

P. ¿Yulimar es la única invencible?

R. No es eso, es que la tenía ahí y todos los días la veía, veía lo que hacía y lo que no. Ana sí sabe todo lo que hacía Yulimar y dónde caía. Pero yo siempre se lo he dicho. Yulimar empezó también así. Le ganaba Caterine Ibargüen, le ganaba Rypakova... Y la constancia, la constancia, la constancia la ha llevado a donde está. Y lo mejor que tiene Yulimar es que confía mucho en mí. Cuando tú confías en una persona, las cosas se te hacen más fáciles. Ana confía mucho también.

P. Dice que más aún desde que es madre…

R. Siempre le digo, Ana, tienes que confiar en mí porque yo ya te conozco. Desde que entró conmigo, ha sido como un experimento, como Yuli. He ido poquito a poquito, ya la conozco, ya sé lo que le viene bien, sé lo que le pone mal. Y todo es más fácil ahora con ella.

P. ¿Se siente con Jordan como el joyero que debe tallar el diamante más valioso y teme romperlo?

R. Exactamente. Claro. Pero no con miedo a romperlo, sino tallándole bien todo para que sea más valioso, para que cueste más. Estoy afinándolo bien para que cuando salga, salga perfecto. Que asombre un poco al público. Él hace que todo parezca fácil. Es el saltador natural.

P. ¿Cómo logra que convivan en su cabeza sin volverse loco tantas cosas, el sueño de Echevarría, las necesidades de Peleteiro, el cuidado de Jordan, el no olvidarse de Cáceres…?

R. Yo creo que mi forma de ser es lo que me ayuda a llevarlos a todos de la misma manera. Todos conmigo se llevan superbien. Yo les deposito confianza para que ellos depositen confianza también en mí. Eso es algo importante de un entrenador. No puedes ser un entrenador cuadriculado, de esos que llegan al entrenamiento, hay que hacer esto, me voy, no hay comunicación. A mí me gusta la comunicación porque así aprendí a ser atleta con mi entrenador, que en paz esté. Y él me enseñó cómo tenía que hacer con los atletas.

P. Tendrá que tener cuidado. Cada uno necesitará una palabra diferente…

R. Exactamente. Para mí, es más difícil siempre con las chicas que con los chicos, pero nos llevamos todos muy bien. Es que somos una familia, y conozco a cada uno. Cada uno tiene sus características. Sobrellevo a uno, sobrellevo al otro, aprieto al otro, así. Me han dado la potestad de poder hablar con ellos para que me respeten, y así no tengo problemas.

P. Se valora mucho la resiliencia de los atletas, pero no se habla de la de los entrenadores que siguen a su lado y podrían pasar de ellos y dedicarse a otros…

R. Bueno, imagino que hay entrenadores que son así, pero yo nunca dejo a ninguno. Incluso cuando llega un atleta y tiene que empezar cosas nuevas, los veteranos, que dominan más los entrenamientos y con un gesto mío de la mano ya saben lo que tienen que hacer, todos le dicen, ‘empezaste esta mañana, pues aguántate, porque ahora va a estar encima de ti y hasta que no lo hagas bien, no para’. Todos han pasado por ahí y lo tienen como una broma ya cuando llega uno nuevo. Ahora se lo están diciendo a Juan Miguel también: ‘sí, aguántate, que ahora va a estar a tu lado, caminando al lado tuyo, que si sube la rodilla, el brazo…”

P. ¿No hay celos?

R. En el grupo, si selecciono a uno, saben que voy a estar con él. Si llega uno nuevo, saben que voy a estar con él, que va a tener un poco más de atención. No es porque esté con Yuli que yo me voy a olvidar de los demás. Ahora cuando regrese Yuli, todo el mundo sabe que voy a estar con ella para empezar de nuevo. Será un reinicio. No tengo problema con ninguno. Estoy como subiendo una pendiente, y hay algunos que se cansan, y yo, sigan subiendo, que yo ayudo a estos chavos. Esa es mi forma de tratar a los atletas.

P. ¿Le ayuda su gran pasado como atleta?

R. Simplemente por el hecho de haber sido atleta también sé lo que necesitan de un entrenador y cómo les gustaría que les tratara. Yo sabía cómo quería que me trataran y ahora es lo que hago con mis atletas.

P. ¿Hay que haber sido atleta para ser buen entrenador o basta con un título y afición?

R. Hay muchos entrenadores que no han sido atletas que son muy buenos entrenadores, pero el haber sido atleta facilita un poco las cosas. Los libros están muy bien, pero la creatividad en la planificación y en los entrenamientos para mí es algo muy importante.

P. ¿Ha aprendido algo en los libros?

R. Estudié en la escuela de entrenadores, primero. Y sí, la parte de planificación y esas cosas. Pero la parte de entrenamiento como tal, Milán, mi entrenador, me la enseñó. Éramos él y yo. Y él siempre me sentaba para enseñarme cómo se planificaba, qué teníamos que hacer… Me enseñó a hacer todo: estructuras de entrenamiento, cosas de entrenamiento. También leí libros. Y leo, sobre todo, el libro de Tudor Bompa.

P. ¿El mago del entrenamiento de fuerza, ruso exiliado en Estados Unidos?

R. Exactamente. Me gusta mucho por eso, porque me interesa mucho la fuerza, los varios tipos de fuerzas. Mi entrenador me las enseñó, pero con ese libro he aprendido exactamente a diferenciar una de la otra. Yo las hice todas, pero para mí eran fuerzas, y estudiando ese libro, aprendí la periodización del entrenamiento, todo. Sí, sí. Y me gusta mucho, cada rato lo leo, lo releo. He leído otros más, pero ese ha sido el que más me ha encaminado.

P. ¿Y el resto es su ojo, su experiencia?

R. Claro, pero no solo. Leo libros para saber la esencia de las cosas, saber por qué hacemos lo que hacemos, pero la práctica es la clave. Hay que ser creativo. Hay muchas cosas en el libro que sí, son buenas, pero cuando las quieres llevar a los atletas, te falta otra parte. Y es la creatividad. Esos mismos conocimientos de fuerzas, llevarlos a la práctica, al entrenamiento, pero creando cosas diferentes, aplicándolo al salto, y ha dado resultado. He perfeccionado muchas cosas de mi entrenador.

P. ¿No le tienta escribir un libro con su experiencia?

R. No, no sé. Tengo todos los apuntes en la cabeza, pero nunca hay nada definitivo. Es como la medicina, que todos los años hay un avance. Antes una operación de tendón era un año fuera, sin hacer nada, y por eso era que cuando regresaban les costaba mucho. Ahora, te operan y a la semana ya estás haciendo ejercicios, haciendo cosas, y ahí están, moviéndose, María Vicente, Yuli… Y el entrenamiento es igual. Todos los años tienes que cambiar cositas. No todo. Porque si el entrenamiento funciona, si las marcas siguen avanzando, lo que estás haciendo está bien, pero sí algunos detalles.

P. ¿No tiene entonces tampoco tentación de crear escuela, como hizo Milán con usted? No cuenta en su grupo ni con segundo entrenador…

R. A lo mejor en un futuro, igual, pero de momento quiero que salten todos. Mi objetivo es que salten, que salten y que cumplan su sueño. Ese es mi objetivo. Me gustaría un ayudante, pero es que me siento como que los atiendo a todos sin problemas. Y, no sé, todavía no han aparecido las personas. A lo mejor es eso. O no confío, no sé. Una persona que tenga la misma dirección mía, creo que es bueno. Lo he pensado alguna vez, cuando tengo que salir corriendo de un lado a otro, pero…Teddy [Tamgho, que fue su pupilo] es una persona muy inteligente que quiso hacer su grupo. De todas maneras, estamos conectados. Hablamos y eso, pero todo el mundo tiene sus propios sueños.

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Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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