El yudoca Niko Sherazadishvili: “Entrenando soy muy bueno, pero aquí me pueden los nervios”

Niko Sherazadishvili se marchó de Tokio pidiendo perdón a su entrenador, Quino Ruiz, tras una actuación que quedó lejos de los objetivos. Fue a por el oro en -90 kilos y perdió la repesca del bronce. En París su gestualidad no llegó a tanto, pero también se fue decepcionado con su rendimiento. Otra vez, bajo los aros abrasadores de unos Juegos, su despliegue y cosecha resultaron inferiores a lo esperado. “No saco mi mejor versión. Entrenando soy muy bueno, pero aquí me pueden esos nervios porque me importa mucho y lo quiero conseguir. Lo noto cuando piso el tatami. Hasta entonces mis sensaciones son muy buenas, físicamente estaba muy bien, y había disfrutado del trayecto y la preparación. Pero subo al tatami y me falta un poco”, confesó este yudoca de 28 años, ahora en -100 kilos, que volvió a salir sin medalla.

Doble campeón del mundo en -90 (2018 y 2021) y vigente bronce europeo en -100, los Juegos no son para él. La mañana ya la arrancó a la contra. Se libró del primer combate por ser cabeza de serie, pero en octavos tuvo que remontar contra el húngaro Zsombor Veg, que a los pocos segundos ya le había marcado un Waza-Ari. Igualó pronto y resolvió con un Ippon a falta todavía de un minuto y medio, sin embargo, esa entrada a la contra le hizo sospechar que este jueves quizá tampoco sería. “Aunque ganas [el primer combate], sientes que no ha salido cómo me hubiera gustado. No es por faltarle el respeto a ningún competidor, pero estaba muy bien preparado para que nadie me hiciese nada. Esa era mi sensación. A veces soy demasiado perfeccionista, aunque no lo puedo dominar todo”, se sinceró.

La cita de cuartos parecía favorable para él porque el canadiense de origen egipcio Shandy Elnahas (plata mundial en mayo) había desaparecido del mapa, derrotado por el suizo Daniel Eich (14º del ranking), pero Niko también cayó en las garras del helvético con un Waza-Ari a mitad de combate. “No lo tenía que haber perdido”, aseguró después. Eso lo abocó a la repesca ya para luchar solo por el bronce. Primero pudo con el japonés Aaron Wolf (oro en Tokio) en una refriega agónica decidida con un Ippon tras 2 minutos y 47 segundos en el punto de oro, pero en la última estación cayó con el uzbeko Muzaffarbek Turoboyev, un pívot de dos metros que lo inclinó con dos Waza-Ari seguidos. “Él ha sido mejor”, admitió, ”pero aun así no he sido yo al 100%”, añadió.

“Haré lo que más me guste”

¿Algún paralelismo a lo sucedido en Tokio?, le preguntaron en los pasillos del Campo de Marte. “Puede ser, un poco. No a ese nivel, porque en Tokio estuve peor, pero aquí no he estado lo suficientemente bien para sacar una medalla”, apuntó. Hace tres años, Sherazadishvili se marchó a los días con su familia a Georgia (es originario de allí), donde rumió la posibilidad de dejar el yudo. Hasta ahí llegó la decepción. “Ahora”, respondió sobre sus planes a corto y medio plazo, “voy a desconectar y haré lo que más me guste. Ante todo para mí es la salud. Si es lo que me motiva, seguiré”, afirmó.

Cerró así, con mal gusto, un ciclo olímpico de tres años en que debió adaptarse al cambio de categoría (de -90 a -100 kilos), aunque con el alivio de que dejó de pasar hambre para controlar el peso; y en el que sufrió una rotura de cruzado en la rodilla derecho que le tuvo nueve meses sin competir (entre diciembre de 2022 y septiembre de 2023). Colocó todas las piezas en su sitio para llegar a París como cabeza de serie y aspirante a medalla, pero esta vez tampoco fue. A los 28 años, evitó ser claro sobre sus planes para Los Ángeles 2028.

Con su actuación acabó el concurso de yudocas españoles a título individual. La única cosecha fue el bronce de Fran Garrigós (-60). Laura Martínez (-48), Tato (-90), Ai Tsunoda (-70) y Shera perdieron sus combates por el bronce. Este sábado, España competirá en la modalidad de equipos, aunque el reparto de pesos reduce mucho sus opciones de éxito.

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