La efervescencia de Alcaraz le guía hacia los cuartos olímpicos

Cierra Carlos Alcaraz con un saque abierto, impecable, impoluto él hasta ahora en esta cita olímpica en la que la acción va a todo gas y en la que el chico no ha cedido todavía ningún set en la categoría individual. Competía y avanzaba la tarde anterior, resuelve otra vez en el primer turno de este miércoles (6-4 y 6-2, en 1h 30m) y no hay tiempo para saborear ni ensimismarse por la recompensa de los cuartos: tres horas después, de nuevo a la arena. No será en la Lenglen, marco de esta última victoria frente a Roman Safiullin, sino en la Chatrier. Y ahí, se cierra por la noche un trazado, al caer de la mano de Rafael Nadal frente a los estadounidenses Krajicek y Ram. En todo caso, transita por el buen camino —sin bandazos, firme, asentado— y empieza a vislumbrar las opciones de hacer podio. Se topará en la próxima estación con un escollo mayor y conocido, el estadounidense Tommy Paul (7-6(6) y 6-3 a Corentin Moutet); se cruzaron recientemente en Wimbledon y el estadounidense se inclinó.

No ha sido nada fácil, porque ahí enfrente estaba Safiullin, uno de esos tipos duros de pelar que ni sienten ni padecen ni pestañean. Frío, frío el ruso, todo decisión, dinámico y contestatario. La rompe y no hace ascos al cuerpo a cuerpo, agazapado a la espera de la oportunidad. Da igual que el joven haya salido en estampida y le haya embestido, doble rotura de entrada; inalterable él, pega con todo —atestigua el espectador de la grada lateral, tremendo el pelotazo— y se rehace para incomodar constantemente, ni un instante de tregua para el murciano. Del 3-0 al 3-2, y así sucesivamente hasta que se resuelve el primer parcial. Consigue al final Alcaraz dosificar la renta, sin dispersarse, y cierra invirtiéndose con la derecha, golpe marca de la casa.

Venía advertido el español, por más que los últimos tiempos del rival (66º del mundo) no hayan sido prósperos. Ahí estaba el cruce del año pasado en Bercy, a la otra orilla del Sena, donde Safiullin se impuso a raquetazos. No esta vez. Nada que ver un escenario y otro, ni un momento con otro. Centrado, con mucho aplomo e imponiendo su golpe pesado desde la línea de fondo, el de El Palmar se apodera también de la segunda manga, en la que vuelve a llevar la iniciativa desde el principio, merced al break logrado de entrada. A partir de ahí, un transcurso muy similar; la propuesta seria y rocosa que le concedió el último Roland Garros. Así que se resigna el de Podolsk, compitiendo bajo bandera neutral: el doble pasante de revés en carrera le destruye.

Y progresa un día más Alcaraz, meritorio lo suyo. Sin margen para coger aliento, de una superficie a otra y vuelta otra vez a la tierra batida en busca del oro olímpico, en un intervalo de poco más de un mes todo, sigue cabalgando a la caza de otro premio que endulce un poco más una temporada de ensueño, en la que ya ha conquistado dos grandes (París y Wimbledon) y en la que se ha convertido en el tenista a batir. Ausente Jannik Sinner, baja de última hora, él y el veterano Djokovic marcan el paso en dirección a los cuartos, en los que también figuran Stefanos Tsitsipas (7-5 y 6-1 a Sebastian Báez) y Lorenzo Musetti (6-4 y 7-5 a Taylor Fritz) después de lograr el pase matinal; por la tarde, lo obtienen Felix Auger-Aliassime (6-4 y 7-6(5) a Daniil Medvedev), Casper Ruud (6-3 y 6-4 a Francisco Cerúndolo) y Alexander Zverev (7-5 y 6-3 a Alexei Popyrin).

Entra murciano en la franja caliente y, de momento, como dice él, sigue fluyendo, sorteando hoyos. Compitiendo con mucho oficio en su primera aventura en unos Juegos Olímpicos.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir la newsletter diaria de los Juegos Olímpicos de París.