David Martín, seleccionador de waterpolo: “Intento que los jugadores se pongan en mi lugar”
El técnico reflexiona sobre los principios que formaron al vigente campeón de Europa
Campeones del mundo en 2022 y de Europa en 2024, los jugadores de la selección de España de waterpolo se presentaron ayer por la mañana en el Centro Acuático de París con una victoria controlada frente a Australia (9-5). Fue el primer paso hacia la cima suprema en la batalla por el oro olímpico. Es la culminación de una travesía modélica de gestión, convivencia y juego, que comenzó cuando David Martín Lozano (Barcelona, 1977) asumió el cargo como seleccionador en 2016.
Pregunta. . Por un lado el waterpolo es un juego aparentemente abierto de personas que se desnudan para competir. Pero luego vemos que estos jugadores están sumergidos del cuello para abajo y llevan un gorro con orejeras que apenas permite identificarlos ni ver lo que hacen bajo el agua. ¿Cómo afecta esto a vuestra mentalidad?
Respuesta. Somos un deporte de adaptación puro y duro. Si llegas con ocho años y nunca has hecho natación te diremos: “Es imposible, no podrás jugar nunca en tu vida”. Tienes que empezar a dominar el medio con tres o cuatro años y hacer natación porque si no, no eres capaz de aguantar esto. Los entrenamientos te llevan a un estrés físico y mental muy alto. Estás acostumbrado de pequeñito a que te agarren y te hundan. Pero es un deporte de honor. Hay violencia, es cierto, pero nunca con el fin de hacer daño. Lo entrenas y te acostumbras. La gente de otros deportes se queda asustada, pero es natural. El jugador que está diez segundos debajo del agua y parece que se va a ahogar sale y respira porque está adaptado.
P. Todos sus jugadores dicen que usted se pone en el lugar de ellos. Que es su cómplice. ¿Esto no le complica el trabajo?
R. Tiene ventajas y desventajas. La proximidad hace al cariño. El cariño hace que la toma de decisiones sea más difícil. Pero genera más honestidad. Con la cercanía también intento que ellos se pongan en mi lugar y que entiendan que yo también tengo que tomar decisiones les guste o no. El equipo está por encima del jugador y las personas están por encima del equipo.
P. Con algunos jugadores lleva meses hablando de tácticas que emplearán en estos Juegos. ¿Esto es útil?
R. Se trata de ponerlos en alerta para que individualmente se vayan preparando, para que sepan lo que se les va a exigir a cada uno. Lo hago porque el equipo debe creer en lo que se hace. Si los más expertos tienen dudas, como entrenador tienes que replantearte cosas porque esas dudas te pueden matar. Yo me fío mucho de ellos porque tenemos una generación muy inteligente y todo lo que piensan está relacionado con nuestra estructura de juego. Felipe Perrone ha jugado en Italia, en Croacia, en España… Su riqueza táctica es mucho mayor que la que he tenido yo. Con Álvaro Granados, que juega en Serbia, o con Sergi Cabanas, que juega en Croacia, ocurre lo mismo. Cuando me proponen una situación táctica, si creo que es viable por el estilo de nuestros jugadores, siempre les digo: “Lo entrenaremos y lo probaremos”. No soy un talibán. Me considero valiente en el sentido de probar muchas cosas.
P. Estudió psicología y no educación física. ¿Por qué?
R. Cuando acabé la carrera no tuve la sensación de que sería un gran psicólogo del deporte pero he leído mucho y he aprendido lo que tengo claro que nunca debo hacer porque eso es la muerte de un equipo.
P. ¿Qué es?
R. Que toda la responsabilidad recaiga en un área. Ni tú asumir toda la culpa, ni culpar a los jugadores de todo cuando el equipo no juega bien. Si generas un clima de responsabilidad compartida haces que los jugadores sepan que ganamos y perdemos todos. No quiero ser un talibán de la táctica. Si los jugadores sienten que son escuchados, que cuando sus ideas son buenas se llevan a la práctica, que cuando decidimos cómo vamos a jugar un partido todo el mundo cree ciegamente en ello y si el partido no sale bien, evidentemente, cuando llegas al vestuario sabes que hemos perdido todos. Si el equipo no cree en lo que haces y te dicen que no lo ven claro y tú eres impermeable, cuando pierdes, ¿el equipo qué va a hacer? Te mirarán y te dirán que es culpa tuya y tú has perdido el partido. Al revés, si no tomas ningún tipo de responsabilidad táctica y en los entrenos dejas todo librado al talento del jugador, cuando pierden puedes decir: “Es culpa suya porque esta plantilla no tiene calidad”. He vivido los dos extremos y son la muerte de un grupo. Cuando me preguntan por qué este grupo se mantiene estable es justamente por esto: porque hemos creado un clima en el que todos nos sentimos responsables, cada uno en su rol. Eso es la salud de un grupo.
P. ¿Esto lo aprendió en los libros o se lo dictó el instinto?
R. Esto lo hago porque he sido jugador. Y hay un momento en que dices: “Aquí no pinto mucho”. Se genera un desapego. Hablando con entrenadores a veces te dicen: “Una parte del grupo se alegra de una derrota porque sienten que no forman parte”.
P. ¿El uso extenuante del móvil por los jóvenes es el símbolo de una sociedad ensimismada? ¿No teme que el móvil sea como una plaga que aísle a sus jugadores?
R. Eso se combate con principios básicos de educación. Nosotros somos radicales de las pequeñas cosas. Cuando acaba un entrenamiento no dejamos ni una botella en el suelo. Los jugadores limpian todo para que el siguiente equipo se lo encuentre todo recogido. El primero que recoge todo el material es el capitán, Felipe Perrone. Esto genera un sentimiento de responsabilidad dentro del grupo: “¿Cómo no me voy a dejar la vida yo por Felipe Perrone?” Se alimenta un respeto.peones del mundo en 2022 y de Europa en 2024, los jugadores de la selección de España de waterpolo se presentaron ayer por la mañana en el Centro Acuático de París con una victoria controlada frente a Australia (9-5). Fue el primer paso hacia la cima suprema en la batalla por el oro olímpico. Es la culminación de una travesía modélica de gestión, convivencia y juego, que comenzó cuando David Martín Lozano (Barcelona, 1977) asumió el cargo como seleccionador en 2016.
P. El waterpolo es pura competición. Hombres y mujeres en cueros, sumergidos y que llevan un gorro con orejeras que apenas permite identificarlos ni ver lo que hacen bajo el agua. ¿Cuál es su mentalidad?
R. Somos un deporte de adaptación puro y duro. Si llegas con ocho años y nunca has hecho natación te diremos: “Es imposible, no podrás jugar nunca en tu vida”. Tienes que empezar a dominar el medio con tres o cuatro años y hacer natación porque si no, no eres capaz de aguantar esto. Los entrenamientos te llevan a un estrés físico y mental muy alto. Estás acostumbrado de pequeñito a que te agarren y te hundan. Pero es un deporte de honor. Hay violencia, es cierto, pero nunca con el fin de hacer daño. Lo entrenas y te acostumbras. La gente de otros deportes se queda asustada, pero es natural. El jugador que está diez segundos debajo del agua y parece que se va a ahogar sale y respira porque está adaptado.
P. Todos sus jugadores dicen que usted se pone en el lugar de ellos. Que es su cómplice. ¿Esto no le complica el trabajo?
R. Tiene ventajas y desventajas. La proximidad hace al cariño. El cariño hace que la toma de decisiones sea más difícil. Pero genera más honestidad. Con la cercanía también intento que ellos se pongan en mi lugar y que entiendan que yo también tengo que tomar decisiones les guste o no. El equipo está por encima del jugador y las personas están por encima del equipo.
P. Con algunos jugadores lleva meses hablando de tácticas que emplearán en estos Juegos. ¿Esto es útil?
R. Se trata de ponerlos en alerta para que individualmente se vayan preparando, para que sepan lo que se les va a exigir a cada uno. Lo hago porque el equipo debe creer en lo que se hace. Si los más expertos tienen dudas, como entrenador tienes que replantearte cosas porque esas dudas te pueden matar. Yo me fío mucho de ellos porque tenemos una generación muy inteligente y todo lo que piensan está relacionado con nuestra estructura de juego. Felipe Perrone ha jugado en Italia, en Croacia, en España… Su riqueza táctica es mucho mayor que la que he tenido yo. Con Álvaro Granados, que juega en Serbia, o con Sergi Cabanas, que juega en Croacia, ocurre lo mismo. Cuando me proponen una situación táctica, si creo que es viable por el estilo de nuestros jugadores, siempre les digo: “Lo entrenaremos y lo probaremos”. No soy un talibán. Me considero valiente en el sentido de probar muchas cosas.
P. Estudió psicología y no educación física. ¿Por qué?
R. Cuando acabé la carrera no tuve la sensación de que sería un gran psicólogo del deporte pero he leído mucho y he aprendido lo que tengo claro que nunca debo hacer porque eso es la muerte de un equipo.
P. ¿Qué es?
R. Que toda la responsabilidad recaiga en un área. Ni tú asumir toda la culpa, ni culpar a los jugadores de todo cuando el equipo no juega bien. Si generas un clima de responsabilidad compartida haces que los jugadores sepan que ganamos y perdmos todos. No quiero ser un talibán de la táctica. Si los jugadores sienten que son escuchados, que cuando sus ideas son buenas se llevan a la práctica, que cuando decidimos cómo vamos a jugar un partido todo el mundo cree ciegamente en ello y si el partido no sale bien, evidentemente, cuando llegas al vestuario sabes que hemos perdido todos. Si el equipo no cree en lo que haces y te dicen que no lo ven claro y tú eres impermeable, cuando pierdes, ¿el equipo qué va a hacer? Te mirarán y te dirán que es culpa tuya y tú has perdido el partido. Al revés, si no tomas ningún tipo de responsabilidad táctica y en los entrenos dejas todo librado al talento del jugador, cuando pierden puedes decir: “Es culpa suya porque esta plantilla no tiene calidad”. He vivido los dos extremos y son la muerte de un grupo. Cuando me preguntan por qué este grupo se mantiene estable es justamente por esto: porque hemos creado un clima en el que todos nos sentimos responsables, cada uno en su rol. Eso es la salud de un grupo.
P. ¿Esto lo aprendió en los libros o se lo dictó el instinto?
R. Esto lo hago porque he sido jugador. Y hay un momento en que dices: “Aquí no pinto mucho”. Se genera un desapego. Hablando con entrenadores a veces te dicen: “Una parte del grupo se alegra de una derrota porque sienten que no forman parte”.
P. ¿El uso extenuante del móvil por los jóvenes es el símbolo de una sociedad ensimismada? ¿No teme que el móvil sea como una plaga que aísle a sus jugadores?
R. Eso se combate con principios básicos de educación. Nosotros somos radicales de las pequeñas cosas. Cuando acaba un entrenamiento no dejamos ni una botella en el suelo. Los jugadores limpian todo para que el siguiente equipo se lo encuentre todo recogido. El primero que recoge todo el material es el capitán, Felipe Perrone. Esto genera un sentimiento de responsabilidad dentro del grupo: “¿Cómo no me voy a dejar la vida yo por Felipe Perrone?” Se alimenta un respeto.
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