La piscina de La Défense enfría la fiebre de récords
La profundidad del vaso de París, de apenas 2,15 metros, amenaza con frenar la gran progresión de marcas registradas en prácticamente todas las pruebas
“Estoy preparada como nunca”, proclamó Ariarne Titmus. La gran Anfítrite de la natación australiana amenaza con poner en ebullición la piscina del gran pabellón de La Défense desde el minuto uno. El campeonato olímpico de natación comienza este sábado a las 20:30 horas (TVE y Eurosport) con cuatro finales explosivas. Los 400 metros libres en categoría masculina y femenina, y los relevos de 4x100 metros, también en ambas categorías. Una presentación estruendosa para una competición que pondrá a prueba la hegemonía de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial en un contexto de fiebre en la frontera de varios récords mundiales.
Los ránkings de 2024 apuntan a un abanico amplio de posibilidades de ruptura, pero ciertas pruebas parecen evolucionar mucho más rápido. Las mujeres, en el 400 y el 200 libre, y en los 200 y 100 espalda. Los hombres, en el 100, el 400 y el 1.500 libre, y en el 200 y 400 estilos. La cuestión que flota en el aire es: ¿lo permitirá la piscina? “Esta piscina no es profunda”, observó Léon Marchand el jueves. Según Le Parisien, el vaso, prefabricado de acero inoxidable por la empresa italiana Myrtha Pools, no pasa de 2,15 metros de profundidad. Desde Pekín 2008, todas las piscinas olímpicas han rozado o superado los tres metros de hondo, a pesar de que la federación internacional solo prescribe que el mínimo son dos metros. La mayor profundidad es una cualidad que, como todos los nadadores saben, disminuye la turbulencia y limpia el agua, generando menos freno al deslizamiento del cuerpo.
El récord más accesible es el que atacarán hoy Ariarne Titmus, la canadiense Summer McIntosh, y la estadounidense Katie Ledecky en 400 libre. Desde 2014, cuando Ledecky mejoró la plusmaca de Federica Pellegrini, las tres han hecho campaña sin tregua por acortar el tiempo de travesía de los ocho largos. Titmus, una competidora voraz, defenderá el oro que conquistó en Tokio con las credenciales más impresionantes. Primero, porque ostenta la actual mejor marca —los 3 minutos 55,38 segundos que hizo en el Mundial de Fukuoka en 2023—, segundo, porque en los campeonatos nacionales de Australia celebrados en abril estableció el récord mundial de 200 libre en 1m 52,23s.
El cartel de este sábado también prevé la final masculina de 400 metros libres. Con menos caché pero con grandes posibilidades de traspasar una marca histórica, el alemán Lükas Martens viene de nadar los nacionales de su país en 3m 40,33s. A solo 26 centésimas del récord que estableció Paul Biedermann embutido en un bañador impermeable de cuerpo entero, en el agitado verano de 2009.
La jornada culminará con los relevos de 100 metros. Excelente termómetro para medir la fuerza con que llega Estados Unidos.
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