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Morkov da jaque mate en el velódromo y lleva a Dinamarca a la victoria en la Madison

El piloto de Cavendish en el Tour hace pareja con Hansen y domina la partida de ciclismo en pista a 60 por hora en Izu, donde Torres y Mora acaban sextos

Ciclismo Tokio 2020
Lasse Hansen, de Dinamarca, en acción camino del oro con Michael Morkov.KACPER PEMPEL (Reuters)
Carlos Arribas

El Madison es humo y noche, la soledad y la tristeza del ciclista bohemio de los 6 Días de Edward Hopper, desvelado por la anfetamina, necesitado de sueño, y el mundo gira, y gira, y danza, y el espectador bebe, fuma y apuesta, y mujeres hermosas beben champagne y brindan, y 100 años después el Madison es luz y brillo, y reparte medallas y gloria en los Juegos Olímpicos, es un deporte civilizado según la civilización de los tiempos que corren, pero los ciclistas siguen saliendo tan serios como los duelistas del Oeste, tan diferentes, jugadores de ajedrez sobre ruedas a 60 por horas en un mundo que gira y gira, y ellos danzan en pareja y se dan la mano para relanzarse y relevarse a la americana. Es el reino del piñón fijo y la pedalada ligera, de seda. Ellos son sus misioneros. Calculan todos, mueven rápido, intercambian piezas como en un ajedrez a ciegas, por instinto, y Michael Morkov, de 38 años, el piloto danés que le regala cuatro etapas a Mark Cavendish en el Tour—, a todos da jaque mate.

Gana el oro Dinamarca –Morkov y Lasse Hansen--, un país de tradición de 6 Días y velódromos, y una pareja clásica, rodador y sprinter sabio, como antaño lo eran Joan Llaneras, el profeta de la Madison y la pista en los tiempos de la España moderna, y dos veces campeón olímpico, y una plata. Y su amigo Isaac Gálvez, pistard hasta el fondo de su alma y muerto hace 15 años una noche fría de noviembre girando en una pista belga, en Gante. La plata se la lleva el Reino Unido, una pareja rodadora, Matthew Walls, que hace carretera con el Bora y ganó el oro en el Ómnium, y Ethan Hayten, un talento del Ineos que este año ganó dos etapas en la Vuelta a Andalucía. Y el bronce, para los franceses combativos. Albert Torres y Sebastián Mora, la esperanzada pareja española que hace calendario de carretera con el Movistar para coger fondo, cinco años esperando este día, terminaron sextos.

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El Madison de Tokio son 16 parejas, 50 kilómetros, 200 vueltas al velódromo de pino siberiano, tan pulido de Izu, en las montañas y la niebla, 19 sprints de cinco puntos, cada 10 vueltas uno, y uno de 10, el último, y un deseo absoluto, el de fugarse, que a todos atrae, el de ganar vuelta (20 puntos), que ninguno consigue. Lo intentan los franceses –Ben Thomas y Donavan Grondin--, la pareja combativa, que al menos, con su fuga de 10 kilómetros se apunta cuatro sprints, y el bronce. Lo intentan Torres y Mora, calculadoras en la cabeza, buena mirada, que saben que solo pueden hacer algo ganando vuelta. Concluyendo que solo el cansancio de los rivales les dará la oportunidad de no ser alcanzados, se ponen a ello tarde, a 39 vueltas del final. Pueden ganar con la fuga los cuatro sprints que aún están en juego (25 puntos), pueden, además, ganar vuelta (20 puntos). Pueden ganar como ganaron los Europeos de 1016 y 2020. La jugada no resulta. No les dejan ni 10 metros, ni una esperanza.

Mora, de Vila-real, y Torres, de Ciutadella, volverán a hibernar en velódromos lejanos, a entrenarse en el de Palma, que cuida Llaneras, a hacer kilómetros en carretera. Y, dentro de tres años, misioneros del piñón fijo y la pedalada de seda, volverán a ilusionar e ilusionarse en París.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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