El día de las nuevas caras del atletismo español
Los detalles de Marta Pérez, finalista en 1.500m, o Adrián Ben, quinto en la final del 800m, generan esperanzas de futuro
En sus primeros Juegos, Marta Pérez, médica de 28 años, soriana y friolera, pasa a una final olímpica de 1.500m 13 años después de que lo hiciera Natalia Rodríguez, y se acuerda de la atleta de Tarragona, cómo le gustaba verle correr, cómo desde pequeña le ha gustado el 1.500. El día de su 23 cumpleaños, tan joven el chaval de Viveiro, Adrián Ben queda quinto en la final de 800m, primer atleta español que pelea por una medalla, y se acuerda de sus mayores, de Antonio Reina y Kevin López, mucho mejores que él, dice, y nunca llegaron a una final, y con ese detalle da más valor a su puesto de finalista, que tampoco le satisface tanto. “Estoy un poco disconforme conmigo porque se me han quedado ahí las medallas y luego nunca sabes cuándo vas a volver a estar en una final olímpica”, dice Ben, que hace dos años fue sexto en los Mundiales de Doha. “Esta disconformidad me va a ayudar, siempre y cuando me deje disfrutar de este quinto puesto, a seguir entrenando muy duro”.
Jorge González Amo, responsable del medio fondo, les ha visto crecer a ambos, a ellos y a Esther Guerrero, y le duele en el alma que la catalana no hay llegado a la semifinal que a Marta Pérez ha hecho feliz. Pero él se emociona igual porque su amor por el atletismo se refleja en la nueva cara del atletismo español, atletas como la soriana o el gallego o el vallista navarro Asier Martínez, que disputaba la final de los 110 metros la madrugada del jueves cinco, o en los que no han competido tan bien en Tokio, Saúl Ordóñez y Pablo Sánchez Valladares, o los hombres del 1.500m, Jesús Gómez o Ignacio Fontes o Adel Mechaal, que encontró el amor y la paz en Turquía, y los tres tienen que pelear aún por llegar a la final. O Mo Katir, el poeta de los 5.000m, que sale favorito de la final del viernes, y no para de reír. Por ellos, para que tuvieran beca, para que siguieran amando el medio fondo, ha peleado y trabajado el mediofondista que disputó los 1.500m en México 68, y cuando habla de atletismo explica que cada marca, cada tiempo, cada atleta, es una historia. Y la marca de Marta Pérez, que se siente más elástica corriendo con calor, es de 4m 1,69s, cuarta mejor de siempre de una lista española liderada por Natalia Rodríguez (3m 59,51s). “Ya estoy más cerca de su récord”, dice Marta Pérez, que corre con unas Adidas Ambition en las que con rotulador ha escrito, “No corro sola”, en la derecha; “Ilusión”, en la izquierda. “Siempre me ha gustado su forma de correr”.
“Cómo no voy a estar emocionado”, dice González Amo. “Es una maravilla verlos competir, y su alegría, su cara limpia, sin dobleces. Esta gente es ideal, y verles felices aquí compensa muchos malos ratos que he pasado”.
O Jorge Ureña, que ya es un veterano pero es de los jóvenes, y termina octavo, con su mejor marca de siempre (48,00s) en los 400m la primera jornada del decatlón.
O María Vicente, que debuta en un heptatlón cruel para algunas de las grandes de la especialidad, como la británica Katarina Johnson Thompson, campeona mundial en Doha, que regresa apurada tras una larga lesión y se rompe en la curva del 200m, la carrera en la que justamente la heptatleta española había puesto todas sus preferencias y las había cumplido. Aunque su tiempo, 23,50s, fue peor de lo que quería, María Vicente, de 20 años, ya puede decir que fue la mejor en una de las siete pruebas de un heptatlón olímpico. Termina 12ª, en la mitad de la tabla, la primera jornada, en la que se encuentran la altura y el peso, las dos pruebas en la que está menos fuerte.
Son los nuevos del atletismo español, que ya han tomado el mando, y saben que son parte de una cadena. Pero son ellos. Ý creen en ellos. Pese a haber sido finalista en Doha, Ben no figuraba en ninguno de los pronósticos que hacen los sabios de la prensa internacional cruzando datos, rankings, marcas y olvidando la carne que hay detrás de los números. Pero ahí está, en medio del grupo en la última recta de una carrera que ha ido demasiado lenta para su gusto. Y, aun así, pelea. “La ambición me caracteriza. Corro para ganar y cuando quedaban 100 metros me he visto medalla, pero ya a falta de 50 se me han empezado a hinchar las piernas”, dice Ben, que acaba en 1m45,96s, en el mismo segundo que los cuatro primeros, el medallista de oro, el keniano Emmanuel Korir (1m 45,06s); el segundo, su compatriota Ferguson Rotich (1m 45,23s) y el tercero, el polaco Patryk Dobek (1m 45,39s), y queda por delante de grandes de siempre, como Amel Tuka y Nijel Amos “Y esta gente, en una carrera a 1m 45s tiene más margen que yo”.
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