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Simone Biles decide no competir en las finales de salto y barras asimétricas

La gimnasta norteamericana sigue perdida en el espacio: “Cuando vuelo, no sé dónde es arriba o abajo”

Simone Biles
Simone Biles, durante los Juegos Olímpicos de Tokio.Gregory Bull (AP)
Carlos Arribas

Como el prisionero del romance, que no sabe cuándo es de día ni cuándo las noches son porque un ballestero mató a la avecilla que le cantaba el albor, le apagó la luz del día, así está Simone Biles, que en su Instagram confiesa que cuando vuela y da giros en el aire, perdida en el espacio, no sabe dónde están la cabeza y el suelo. “Literalmente no puedo distinguir arriba de abajo”, escribe Biles, la reina de los Juegos de Río (cuatro medallas de oro y una de bronce), que llegó a Tokio con la aspiración de repetir y mejorar y dar valor de metal a la consideración de mejor gimnasta de la historia, título ya ganado por su contribución, casi revolucionaria, al progreso de la disciplina. “No tengo ni una pizca de control sobre mi cuerpo. Esta desconexión entre cabeza y cuerpo es la peor sensación que he tenido en mi vida”.

Esta condición, muy conocida por los gimnastas, que la llaman “tener los twisties” (los girillos) en Estados Unidos, es hija de un bloqueo mental cuya causa no intuye, dice Biles, que, finalmente, ha decidido retirarse de la lucha por las medallas en las finales de salto y barras asimétricas, para las que estaba clasificada y que se disputarán este domingo. “Algunas veces he tenido este problema, pero solo en salto y suelo, ahora es literalmente en todos los aparatos”, dice Biles, que aún deberá decidir si compite en las finales de suelo (lunes) y barra de equilibrio (martes).

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“Es un problema que suele ocurrir cuando empiezas a añadir dificultad a los movimientos con más giros, dos, tres, y piruetas. Nosotros decimos que el gimnasta ‘se pierde’, no sabe dónde está, y tiene que abrirse a mitad del ejercicio”, explica Fernando Siscar, el entrenador de Ray Zapata, que disputa el domingo la final de suelo. “Si esto ocurre en un entrenamiento, no hay problema, se para, se simplifica unos días el ejercicio, se deja en un solo giro y poco a poco se recupera la percepción, pero en una competición, y más si son unos Juegos, abrirse a mitad de un ejercicio puede ser un problema serio, una caída, una lesión grave. Si puedes relajar las prácticas unos días, lo arreglas, pero eso es imposible en unos Juegos”.

Desde que se retiró de la final por equipos, en la que consiguió una medalla de plata, Biles ha entrado precisamente en ese proceso de relajación. Aparte de acudir al pabellón de gimnasia para animar a su compañera Suni Lee, que ganó el concurso completo a la brasileña Rebeca Andrade el jueves, Biles ha estado entrenando en un gimnasio privado de Tokio, ejercitándose sobre colchonetas de espuma, muy blandas, que amortiguaban sus caídas, sin peligro, tras ejercicios muy simples, según han explicado los entrenadores a la prensa norteamericana, y dicen que cuando su cerebro haga clic de nuevo y recupere sus habilidades aéreas y la confianza para atreverlas, volverá a ser la Biles de siempre.

“He leído que la causa puede ser el estrés, pero no sé”, escribe Biles en su post. “Otras veces, en un par de semanas me he recuperado de problemas similares, pero no tan graves”, reconoce Biles en su Instagram. “Iremos viendo día a día”.

Los especialistas lo comparan a los yips (temblores) de los golfistas con el putter en el green, incapaces de controlar unos movimientos que forman parte de su rutina diaria desde niños, o con la súbita incapacidad que sufren algunos bateadores de béisbol de ver venir bolas curvas. “Hay personas con mejores condiciones para desarrollar una buena visión temporal-aeroespacial que otras, pero no es un talento innato, sino que se desarrolla desde niñas, entrenándolo mucho”, explica Siscar. “Y a base de giros simples al principio se va creando, y añadiendo poco a poco más complicaciones”.

Cuando le ocurrió a Biles, en el salto de la final por equipos, la gimnasta norteamericana demostró por qué es la mejor, pues redujo a un giro la prevista pirueta, un Amanar, que exigía dos y medio, y fue capaz de caer de pie, algo, dicen los especialistas, prácticamente imposible. “Y dando un paso al lado, siendo consciente de su problema y resolviendo apartarse, Biles demostró lo gran crack que es, porque no es nada fácil hacer lo que ella hizo”, dice el psicólogo deportivo Pablo del Río, que usa el término burnt, “quemada”, para explicar qué le pasa a una gimnasta acostumbrada a los ejercicios más difíciles, más descomunales de la historia de la gimnasia femenina, y a caer siempre de pie. Esa era una de sus grandes cualidades, la que le hacía ser como un gato, su gran capacidad de percepción temporal-aeroespacial, saber con el tiempo detenido y en el aire dónde tiene cada parte del cuerpo, y ser capaz de controlar los movimientos mejor que nadie. “Es como los incendios ocultos, que están ardiendo pero solo aparecen cuando son incontrolables. Así suele manifestarse este problema. Es un agotamiento mental muy lento y solo se ve el fuego cuando está prendido, como le ocurrió a Biles aquí en Tokio”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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