“Necesitas años de experiencia para saber cuándo callar”
Quico Cortés, licenciado en Física y portero de la selección española de hockey que se medirá a Bélgica en cuartos, examina la evolución de su juego
El hombre que salvó a España cuando este viernes ante Australia arreciaban los penaltis córners y Dawson, Whetton, Hayward y Govers blandían sus palos y conectaban bolazos, asegura que la licenciatura de Física le ayudó a comprender algo fundamental para un portero de hockey hierba.
“Aprendí que las personas tenemos límites”, dice Francisco Quico Cortés Juncosa (Terrasa, Barcelona, 38 años). “El límite físico lo tiene un individuo. Esto hay que aceptarlo. Yo acepto que si una bola viaja a dos metros de mí a 160 kilómetros por hora, no la pararé. Lo que no podemos aceptar es que nunca pararé es bola. Vamos a trabajar para que una bola nunca vaya a 160 por hora a dos metros de mí. Movamos la defensa, coloquémonos de manera que yo solo tenga que cubrir medio metro por lado, vamos a presionar a ese jugador para que no chute con ángulo. Para encontrar la solución al problema primero hay que aceptar la realidad y reconocerlo. Si pretendo entrenar más, pensando que de aquí a un año me moveré suficientemente rápido para parar una bola a 160 por hora a dos metros de mí, estaré entrenando para nada”.
Gracias a la actuación de Quico, que participa en sus cuartos Juegos, la selección se medirá a Bélgica en cuartos de final y, seguramente, se expondrá a otra sucesión de encerronas a base de penaltis-córners. “Con los años los tiradores han mejorado mucho, sobre todo en la potencia” explica. “Ha cambiado la técnica del arrastre, la manera de usar tu cuerpo para imprimir mayor velocidad a la bola. Hay entrenadores especializados en arrastradores en el penalti córner. En mis primeros Juegos, en 2008, se trabajaba mucho el amago y ahora hay selecciones que tienen unos tiradores muy potentes donde la capacidad de reacción del portero disminuye por pura física. Nos hemos tenido que acostumbrar a esa velocidad y a jugar con la táctica de la defensa. Ha mejorado mucho la defensa bajo palos, el jugador que sale a bloquear contra bola cubre mucho más portería y reduce el espacio que tiene que cubrir el portero. El portero ya no se limita a parar sino que cada vez es más importante la colocación de tus defensas para minimizar ese ángulo de tiro. Antes mi responsabilidad de zona era mayor. Ahora la bola me viene más rápido pero la defensa se ha complementado para que la zona que me toca tapar sea menor”.
Responsable del departamento de Inteligencia Empresarial de Estrella Damm, donde diseña soluciones tecnológicas, Quico Cortés se muestra desconcertado cuando le preguntan por la extraña pasión que a sus 38 años le induce a persistir en un juego que exige largos entrenamientos tácticos para desmontar las artimañas de los rivales en los penaltis-córner. “La repetición hace que consigas el éxito”, responde. “En mi caso nada es monótono porque nunca recibo un tiro en el mismo sitio”.
“Me hice portero por un capricho”
“Desde los siete años no he cambiado”, afirma. “Por eso seguimos así. Cuando me apunté a hockey y vi un portero dije: ‘Quiero ser portero’. Me encantaba la sensación de una bola que viene hacia mí y que no entra en la portería. Y me sigue encantando. Es mi suerte. ¡No me he aburrido de que me tiren bolazos! Es esa sensación que tienes cuando dices: ‘No ha entrado, ¡bien!, ¡trabajo bien hecho!, he disfrutado y qué guapo que es esto’”.
El destino desempeñó un papel residual en su vocación. “Me hice portero por un capricho”, dice. “Mis padres me apuntaron a hockey y cuando iba hacia el campo de entrenamiento vi a un portero y dije que yo quería eso. Y mi padre me dijo: ‘Al principio tienes que correr y jugar’. Y yo me planté: ‘No, yo quiero eso’. Me insistieron pero nada: ‘No, ya me avisaréis cuando me traigáis las protecciones’. Me senté en el suelo a un lado del campo hasta la tercera semana que me trajeron las protecciones. Siempre he querido ser portero en todos los deportes. De pequeño era portero de fútbol sala. Y no es por no tocar bola. ¡Si en el fútbol sala el portero es el que toca más la bola!”.
Mucho más que un parabolas, con los años Quico Cortés se ha convertido en un jugador influyente. “Noto que leo mejor el juego y mis comunicaciones son más certeras”, dice. “No sé si esto influye más o no en mis compañeros pero me ayuda a estar más conectado al partido. He aprendido cuándo callar. Necesitas años y años de experiencia para saber decir sólo lo necesario”.
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