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La yincana de los controles olímpicos

Los trámites para atletas y periodistas incluyen aplicaciones para ser geolocalizados y esperas de hasta seis horas en el aeropuerto

Deportistas de la delegación australiana tras llegar al aeropuerto de Narita el pasado día 17
Deportistas de la delegación australiana tras llegar al aeropuerto de Narita el pasado día 17CHARLY TRIBALLEAU (AFP)
Eleonora Giovio

En los Juegos prepandemia, la única preocupación de atletas y periodistas, aparte de llegar en la mejor condición física los primeros, era no olvidarse de la acreditación para volar al país de destino. Los Juegos de la pandemia, que arrancan este viernes en Tokio, capital bajo estado de emergencia, se han convertido en una yincana en la que sale ganador —o mejor dicho, sobrevive— el que más paciencia tiene. Y al que más papeles le caben en la carpeta. ¿En qué punto de la yincana estáis?, se van preguntando por WhatsApp los periodistas recién aterrizados en Haneda y Narita, los dos aeropuertos de la capital japonesa.

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Los trámites son larguísimos. Empezaron en junio y a veces terminan sobre la bocina en el aeropuerto de llegada. Incluyen un sinfín de manuales llenos de normas para estudiar antes de llegar a destino y la obligación de instalarse dos aplicaciones de rastreo. Una, llamada COCOA, es el equivalente al Radar Covid español. La otra, OCHA, es imprescindible para entrar al país, ya que envía los códigos QR de acceso y, una vez instalada, hace de calculadora diaria sobre el estado de salud de atletas y periodistas, las únicas personas, junto a voluntarios y árbitros, que estarán presentes en estos Juegos. Allí hay que insertar a diario la temperatura y contestar al mismo cuestionario de siempre: ¿tienes síntomas, fiebre, has tomado medicación para la fiebre, has estado en contacto con algún positivo, tienes algún familiar o persona cercana que haya tenido contacto estrecho con un positivo?

Cada atleta y periodista tuvo que enviar antes de mediados de junio el temido y llamado Activity Plan. Eso es, las sedes, lugares de entrenamiento o competición a los que tenía previsto acudir, y nombre del alojamiento (quedaban rechazados los no oficiales). Ese plan tiene que ser aprobado por el Gobierno; una vez aprobado, sale automáticamente en la aplicación OCHA y genera los QR para entrar. Algunos medios recibieron el visto bueno 24 horas antes de salir, otros una hora antes de la escala y otros tantos no lo recibieron hasta la llegada y tras llamadas a la organización de los voluntarios que se desviven en el aeropuerto.

Si alguien necesita pasta de dientes, solo un voluntario podrá ir a por ella

Además, la organización exige dos PCR dentro de las 96 horas antes de la salida y la segunda dentro de las 72, en laboratorios autorizados y homologados por la propia organización que envió detallados archivos para buscarlos en cualquier lugar del mundo. O casi. El triatleta Javier Gómez Noya, por ejemplo, que ha estado las últimas cuatro semanas en Cozumel (México), ha tenido que desplazarse a Cancún (hora y media) para poder someterse a los test. “Y eso implica tirar de amistades allí para que durante esos cuatro días podamos tener instalaciones en las que entrenar…”, cuenta Carlos Prieto, su entrenador. Y añade: “Al final lo que deseas es plantarte en Tokio, hacer la carrera y terminar con todo este proceso. Si ya los Juegos de por sí generan estrés porque estás preocupado con que no te pase nada, con que no te lesiones, con que llegues bien, ahora pues se suma el trámite previo y que encima tengas suerte de no dar positivo, porque si no, te quedas fuera. La carrera va a ser lo menos estresante de todo…”.

Gómez Noya tuvo que buscarse la vida para hacerse las pruebas en México

Las colas para salir del aeropuerto oscilan entre las dos y seis horas; siete si no se tiene tanta suerte. Eso sí, todo está muy bien señalizado, los voluntarios son extremadamente amables y dan la bienvenida a cada paso, aunque pidan los mismos papeles cada 20 metros. “Nosotros fuimos de los primeros en llegar, el día 3 de julio, y entre una cosa y otra estuvimos cinco horas en los controles; fue el día en que dio positivo alguien del equipo serbio de remo”, cuenta Guillermo Diez-Canedo, entrenador de David Llorente y coordinador de aguas bravas.

Una vez fuera del aeropuerto —–donde hay que hacerse un test de saliva que, si es negativo, te otorga un salvoconducto de papel color rojo—, toca revisar que las aplicaciones estén funcionando correctamente. Durante los primeros 14 días está prohibido darse un paseo, coger transporte público, ir a un restaurante o a una tienda. Si alguien se olvida la pasta de dientes, un voluntario irá a por ella a la tienda más cercana. Los periodistas y los deportistas se encuentran con una lanzadera en la salida del aeropuerto que los lleva a un punto de conexión desde donde, con taxis individuales pagados por la organización, son llevados a sus hoteles. Durante los tres primeros días hay que someterse a un test de saliva diario; a partir del cuarto, los periodistas lo hacen cada cuatro. Los deportistas se someten a un test diario.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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