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La eterna juventud de los ‘abuelitos’ olímpicos

Médicos y psicólogos analizan el fenómeno de la longevidad de Bragado (51 años), Laia Palau, Pau Gasol y Valverde (41)

Robert Álvarez
García Bragado, entrenándose en el CAR de Sant Cugat.
García Bragado, entrenándose en el CAR de Sant Cugat.Alejandro Garcia (EFE)

El 6 de agosto, a las cinco y media de la mañana, Jesús Ángel García Bragado emprenderá los 50 kilómetros marcha en el Parque Odori de Sapporo. Será el colofón en la carrera de un atleta que, a sus 51 años y nueve meses, sumará su octava participación en los Juegos Olímpicos, récord en atletismo. El suyo es el caso más extremo del ramillete de veteranos que competirán en Tokio superando o acercándose a los límites de edad vigentes. Todos ellos están entre los mejores: Silvia Navarro (balonmano), con 42 años y cuatro meses; Laia Palau (baloncesto), con 41 años y 10 meses; Alejandro Valverde (ciclismo), con 41 años y tres meses; Pau Gasol (baloncesto), 41 años recién cumplidos, como Dani López Pinedo (waterpolo); Raúl Entrerríos (balonmano), con 40 años y cinco meses; los piragüistas Teresa Portela, con 39 años y dos meses; Maialen Chourraut, con 38 y 4 meses; y Saúl Craviotto, con 36 años y ocho meses; Javier Gómez Noya (triatlón) con 38 años y dos meses; y Lydia Valentín (halterofilia) con 36 años y cinco meses.

Los expertos señalan que esa longevidad se cimenta sobre todo en la pasión de esos deportistas y el fervor que profesan, más que al éxito en sí mismo, al hecho de plantearse unos retos y luchar por conseguirlos. “Los Juegos les dan una alta exposición social y mediática. Tanto les pueden situar en un pedestal como producir un estado de opinión de escepticismo en el que la gente se pregunte ‘Pero bueno, ¿qué hacen estos abuelos aún aquí?.’ Son muy conscientes de hasta dónde llega su físico y de cómo gestionar el final de sus carreras”, apunta Susana Regüela, exatleta, doctora en Psicología y responsable de la unidad de formación del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat.

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“La competición genera ansiedad. Es obligatorio estar nervioso y el que no lo acepte así es que está fuera de la realidad”, señala Pep Font, también psicólogo del CAR y de varios deportistas de élite. “El elemento primordial de estos deportistas a nivel de motivación es el compromiso con un estilo de vida que les lleva al alto rendimiento. Su primer desafío es ponerse a punto para atacar sus objetivos y una vez allí, conseguirlos. La incerteza a la hora de hacer frente a la batalla es lo que les engancha, les envenena. Les va la marcha. Es como al que le gustan las películas de miedo. Van a pasar miedo deliberadamente, les pone a mil y lo disfrutan”.

Julio Calleja, doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y catedrático de la Universidad del País Vasco, expone las razones de la prolongación de las carreras deportivas en la élite: “Cada vez tenemos un conocimiento más específico de cada disciplina. Cada vez la tecnología y la ciencia hacen que todas las intervenciones sean mucho más eficaces. Pero sobre todo destacaría la educación y la conciencia de los deportistas, especialmente cuando pasan de la treintena, y cómo han entendido que, con un trabajo muy sistemático y siendo muy metódicos en todos los procesos que rodean al entrenamiento, son capaces de alargar esa vida deportiva hasta superar la cuarentena, o en el caso de Suso (García Bragado), que rompe todas las normas, por encima de los cincuenta”.

“La batalla les engancha, les envenena”, dice un psicólogo deportivo

La exigencia física y mental ha sido especialmente dura para Pau Gasol. Fue operado dos veces de la grave lesión que sufrió en marzo de 2019 en el pie izquierdo y tuvo que trabajar durante más de dos años para recuperarse de la misma dolencia que ha obligado a retirarse a deportistas como el jugador chino Yao Ming cuando tenía 30 años. Gasol necesitó además encontrar acomodo en un equipo que asumiese su incierta situación. Finalmente volvió con el Barça, donde gestionó el tramo final de su recuperación, regresó a las canchas en abril y demostró en los 23 partidos que disputó un alto nivel competitivo. En Tokio superará al puertorriqueño Piculín Ortíz, el jugador de baloncesto con más edad en unos Juegos, los de 2004 en Atenas, cuando tenía 40 años y 308 días. Laia Palau pulverizará de largo ese tope y el femenino, que ostenta la neozelandesa Leone Patterson con 37 años y 294 días en los Juegos de Sidney 2000.

“Pau ha demostrado en estos dos años cómo se puede superar una situación crítica, una lesión tan grave, y volver a competir al máximo nivel”, afirma Calleja, que también es profesor del Comité Olímpico Español (COE) y asesor científico del baloncestista Serge Ibaka. “Eso solo está al alcance de personas con un nivel intelectual importante que les permite analizar la situación, ser fríos, tener, como él suele decir, la resiliencia [capacidad de adaptación frente a un agente perturbador o situaciones adversas] y poner todo de su parte para solventar los problemas que le ha dado ese hueso del pie. En el caso de Laia, el hecho de no haber sufrido lesiones importantes y de haberse desenvuelto con profesionalidad y eficiencia favorece que mantenga un alto rendimiento a pesar del paso de los años. Estamos hablando de dos casos excepcionales. Pero estadísticamente cada vez nos estamos acercando más hacia modelos de 36, 37, 38 años, lo cual quiere decir que esa esperanza se está ampliando”.

Laia Palau
Laia Palau, en un España-Francia.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)

Calleja aboga por la adopción de conductas y disciplinas en los deportistas jóvenes encaminadas a la búsqueda de esa longevidad. “Estos casos excepcionales deben servir de modelo para los jóvenes. No solo deben concienciarse para este proceso cuando ya tienen 30 o 32 años y empiezan a percibir que su capacidad neuromuscular, su explosividad y la puesta en escena ya no es la que tenían con 22 años. Ya antes deben empezar a educarse y ser conscientes de este proceso. Eso les permitirá llegar a esa edad con hábitos muy sistematizados. La consecuencia es la que estamos viendo: deportistas con 37, 40, 41 años compitiendo y rindiendo al más alto nivel, peleando por títulos. A los jóvenes, mirarse en ese espejo les debe hacer reflexionar”.

García Bragado, que ha superado los problemas de cadera que empezó a sufrir cuando tenía 35 años gracias al éxito de cirugías preservadoras, se convertirá en Tokio en el segundo atleta olímpico de mayor edad, solo superado por el canadiense Percy Wyer, que disputó el maratón en los Juegos de Berlín en 1936 cuando tenía 52 años y 199 días.

Xabier Leibar, médico del deporte que ha trabajado con numerosos campeones olímpicos y mundiales entre los que está García Bragado, reconoce: “En su grupo de trabajo pensábamos que los de Pekín en 2008 iban a ser sus últimos Juegos. En Italia le llaman L’Uomo di Marmo (el hombre de mármol). Tiene una capacidad de autoagresión, de sufrir, de aguantar, fuera de lo común. Es muy autoexigente y cuando prepara unos Juegos lo hace a conciencia. Antes del Mundial de 2019 en Doha, donde sabía que iba a hacer muchísimo calor, se preparaba metiéndose en una bañera con el agua a 40 grados después de entrenarse. Se tomaba lo que tenía que tomarse para retener más líquidos, fue uno de los primeros en utilizar la cápsula termómetro, una pastilla que mide minuto a minuto la temperatura corporal del deportista, consiguió que cambiaran el color de las camisetas del equipo para que rechazara un poco más el calor, buscó unas viseras con un tejido especial para llevar el cráneo más húmedo y menos cálido… todo lo que se pueda plantear. En Doha la prioridad era calor-humedad; en Sapporo la prioridad será humedad-calor. Suso lleva muchos años dispuesto a aprender y a utilizar cosas nuevas y se ha rodeado de un equipo de expertos, fisios, técnicos y médicos”, concluye Leibar. El propio marchador explica que este año no ha vuelto a viajar a Doha porque le exigían una cuarentena de 14 días sin salir del hotel y que ha tenido que buscar en España las condiciones de humedad y calor más parecidas a las de Japón, trabajando sobre todo en la cámara de calor. Otra de sus prioridades fue no desgastarse excesivamente para obtener la marca que le permitió clasificarse para los Juegos. “Mi preocupación era no bajar del puesto 60º del ránking, pero sin tener que darme un palizón, ante la proximidad de los Juegos”, apunta.

Alejandro Valverde en la cronometrada del 17 de julio en el Tour.
Alejandro Valverde en la cronometrada del 17 de julio en el Tour.AFP7 vía Europa Press (AFP7 vía Europa Press)

Leibar atribuye la mayor longevidad de muchos deportistas a varios factores. “En nuestra época no sabíamos cómo recuperar. El cambio empezó a producirse a partir de Barcelona 92. Los maratonianos antes solo hacían un maratón al año. En este momento pueden hacer tres; uno cada cuatro meses. Porque llegan con calor, bajan la temperatura; sin hidratos de carbono, los toman; sin sales, las toman, y antiinflamatarios o antiplaquetarios para no tener problemas de trombos, y esa misma tarde ya tienen que caminar media hora o 40 minutos, y correr un poquito y al día siguiente un poquito más y hacen running pool (correr dentro del agua), para mejorar la resistencia y la condición física evitando traumatismos, al mismo tiempo que activan la circulación sanguínea…. Y a la tercera semana ya corren”.

En ciclismo, Alejandro Valverde se acercará en Tokio al tope de George Nayeja, de Malawi, que corrió en Seúl 1988 con 42 años y 104 días, lejos eso sí de la legendaria francesa Jeannie Longo, que compitió en Pekín 2008 cuando tenía 49 años y 249 días. A Font le gusta recurrir a Lance Armstrong como ejemplo de hasta qué punto puede llegar a seducir la competición a los deportistas de alto nivel. “Después de retirarse en 2005 con su séptima victoria en el Tour, no tenía ninguna necesidad de volver. Tenía resuelta su vida y una proyección pública con sus empresas y su fundación, pero afrontó el riesgo de volver y defender su estatus porque le gusta el combate. Se dejó la vida por acabar en el tercer puesto en 2009 en condiciones muy adversas en las que otros muchos hubieran abandonado. Se necesita la misma motivación para ganar el primer Tour que el séptimo, pero el problema es que no puedes sacar esa motivación del mismo sitio. Si no vas a por el reto, te arriesgas a que pesen más la amenaza y la presión que el reto. Debes maniobrar para centrarte y para evitar hacer el ridículo”.

Calleja explica la tendencia a personalizar el entrenamiento de cada deportista también en los deportes de equipo. “Se ha evolucionado muchísimo, hasta el punto de que a veces no sabemos si estamos hablando de un deporte de equipo formado por individuos o un conjunto de individuos que juegan en equipo. La personalización es cada vez mayor. Una serie de profesionales, fisios, médicos, preparador físicos, biomecánicos, psicólogos y entrenadores que dan productos a la carta, de una forma personalizada. Eso permite que los trajes a medida cada vez sean más frecuentes y que haya que aumentar el cuerpo técnico. La ratio ideal es de un técnico, un fisio, un preparador físico por cada cuatro jugadores. Las grandes selecciones suelen llevar dos médicos a pie de pista y cuentan además con el apoyo de muchos especialistas”. Suscríbete aquí a nuestra newsletter especial sobre los Juegos de Tokio

La gimnasta Chusovitina sigue a los 46

La gimnasta uzbeka Oksana Chusovitina, como Jesús García Bragado, empezó en Barcelona 1992 y se despedirá en Tokio en los que serán sus octavos Juegos Olímpicos. Competirá un mes después de haber cumplido 46 años y se acercará al récord absoluto en la gimnasia olímpica, en poder del holandés Jan de Boer, séptimo en los Juegos de Londres en 1908 con 49 años y 152 días.

Chusovitina ha competido bajo cuatro banderas (URSS, Equipo Unificado, Alemania y Uzbekistán). En 1992 ganó la medalla de oro con el Equipo Unificado, denominación del combinado de las antiguas repúblicas de la URSS. En 1999 dio a luz a Alisher, lo que no le impidió participar en Sidney 2000. Dos años después, su hijo fue diagnosticado de leucemia. Se mudó a Alemania, obtuvo la doble nacionalidad y, para sufragar los gastos del tratamiento de su hijo, volvió a competir. En 2008 Alisher superó la enfermedad y meses después Chusovitina ganó en Pekín la medalla de plata en salto de caballo. Representando a Uzbekistán, compitió en Río 2016 y fue séptima en esa prueba de salto, que ganó Simone Biles, 22 años más joven que ella. En los Mundiales de 2019 obtuvo la clasificación para estos Juegos.

En Tokio destaca también la participación del argentino Santiago Lange, de 59 años, en la clase de vela Nacra 17 mixto. Serán sus séptimos Juegos y será el abanderado de su país.

 

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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