La victoria en el clásico refuerza a un Xabi Alonso que afronta el mayor desafío de Vinicius a su autoridad
El necesitado triunfo blanco impulsa el proyecto del técnico, que debe gestionar el desaire más grave del brasileño dentro de un vestuario con más de un morro torcido


Xabi Alonso empezaba a pisar un suelo demasiado caliente en el Real Madrid. El descontento de varios jugadores con alguna de sus decisiones —como había quedado evidente al menos con Vinicius, Valverde y Endrick— se sumaba a la sensación de duda que acompañaba al equipo desde la tarde negra del Metropolitano (5-2). La victoria y superioridad en el clásico le conceden, pues, tiempo y crédito al técnico vasco para seguir plantando la semilla, pero en paralelo el desafío que le planteó Vini delante de todo el estadio y todo el planeta cuando se marchaba sustituido en el minuto 72 pone a prueba más todavía su capacidad de mando en el vestuario.
La celebración a lo grande por el triunfo en un clásico de octubre evidenció el golpe mental de las cuatro derrotas recientes contra el Barcelona (siete goles a favor y 16 en contra), más otras sufridas ante rivales de nivel Champions (Arsenal, Liverpool, PSG o Atlético). El Madrid se desplegó el domingo con la energía de los necesitados y, favorecido también por la fragilidad defensiva azulgrana, terminó el choque con su mayor producción ofensiva del último año en este tipo de citas: 23 tiros, 10 de ellos a portería, y 3,6 tantos esperados (la métrica que mide la calidad de las ocasiones).
Todas sus cifras de la temporada pasada en los días grandes quedaron por debajo, o muy por debajo, de estos registros. En los dos clásicos ligueros (0-4 y 4-3), por ejemplo, no llegó ni a 10 remates totales en cada uno de ellos. En la eliminatoria de cuartos con el Arsenal, sumó seis lanzamientos a portería entre la ida y la vuelta. Y contra el PSG y Atlético, los dos ya con Xabi en el banquillo, el Madrid apenas logró dos remates entre los tres palos en ambos duelos.
El problema de esta nueva etapa blanca no eran los resultados globales (15 triunfos en 18 partidos), sino su reiterada incapacidad para competir ante los grandes. “Era una victoria muy necesaria”, admitió Alonso, que se refirió al refuerzo emocional y futbolístico de la cita, de la que salió con cinco puntos sobre el Barça. Después de 13 encuentros desde agosto, el juego del Madrid no deslumbra, pero sí ha cortado la hemorragia de las líneas muy separadas —una de las torturas del último Carlo Ancelotti—, lo que le ha dado un mayor control sobre el césped. Del resto se ocupan Courtois y Mbappé, que ha marcado en 14 de las últimas 15 jornadas de Liga (20 dianas). La novedad táctica de colocar a Camavinga por la derecha también supuso un espaldarazo para la pizarra de Xabi, que no había salido bien parada contra el PSG y Atlético.
“Una lección para Vini y también para el míster”
El impulso del clásico para el vasco, sin embargo, deberá compatibilizarlo con la nueva crisis con Vinicius, el máximo exponente de un vestuario donde ya han aflorado varios gestos de fastidio hacia el entrenador. “Vini tiene un pronto que es el que es, pero es un chico con un gran fondo: es bondadoso. La vida son lecciones. Lo fue para él, desde luego. Y también para el míster”, apuntaron este lunes desde Valdebebas. En los despachos, en las últimas semanas, decisiones de Alonso, incluidas algunas referentes al brasileño, tampoco habían encontrado el refrendo máximo. Un escenario que, unido a la urgencia por ganar en un día grande, había colocado al técnico en una situación de apremio.
Los retos públicos del extremo tras algunas sustituciones, sumados a las rabietas en privado, han obligado al tolosarra a salirse de su hermetismo habitual en las ruedas de prensa para explicar algunos episodios. Después de no sacarlo de inicio contra el Marsella, desveló que había tardado dos días en acercarse a él para tratar el tema porque lo veía con el morro torcido y aseguró que los dos habían terminado la charla “con buenas sensaciones”. Tras el nuevo enfado por cambiarlo contra el Espanyol en el 77, tuvo que admitir que “igual podía haber esperado un poco más”. Hace una semana, contó que antes de ir a Getafe había hablado con él para adelantarle que partiría desde el banquillo y que también podía ser decisivo así, como así ocurrió. Y este domingo zanjó con un “ya hablaremos, por supuesto” el mayor desplante de Vini desde que el caso explotó en Oviedo a mediados de agosto.
Un regate más que en los cuatro clásicos anteriores
El brasileño trata de resintonizar su fútbol ante la realidad goleadora de Mbappé y en las últimas semanas había mejorado sus prestaciones. De hecho, contra el Barcelona acumuló cinco regates completados en 72 minutos, solo uno menos que los que sumó el curso pasado en sus 370 minutos frente a los culés. Tampoco la actividad de Rodrygo por la banda izquierda en esta nueva etapa ha desencadenado un gran debate sobre uno u otro.
Xabi, del que cuentan fuentes próximas al vestuario que tampoco se distingue por ofrecer muchas explicaciones hacia dentro, dar las pistas mínimas ante los medios, aunque sus decisiones y palabras también delatan sus gustos. De Mastantuono confesó que le había entrado por el ojo, mientras a Vini le marcó el territorio desde la segunda jornada de Liga. Solo ha completado tres encuentros.
“¿Yo? ¿Yo? ¡Míster, míster! ¿Yo? Vai tomar por culo. Siempre yo. Yo me voy de equipo. Me voy, mejor me voy”, gritaba el brasileño, según las cámaras de DAZN, mientras se retiraba a los vestuarios sin cruzarse con Xabi, que también miró para otro lado tras decir “Venga, Vini, hostia”. Alonso, con un perfil más intervencionista que Ancelotti, afronta el desafío constante a su autoridad de una estrella dentro de una caseta espinosa. Es el reverso de un triunfo imprescindible para el nuevo proyecto del tolosarra, que se inventó a Camavinga por la derecha.
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