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Ancelotti: “Bellingham ha vuelto”

El jugador marcó un gol y regaló otro frente al Girona antes de ser sustituido por una sobrecarga en la pierna

Bellingham pugna por el balón ante Krejci.
Bellingham pugna por el balón ante Krejci.Jon Nazca (REUTERS)
Jordi Quixano

Se cumplió la hora de partido y se hizo el silencio, un corro alrededor de Bellingham, que se quejaba de dolor sobre el césped. De repente, dos o tres compañeros se giraron hacia el banquillo del Madrid y pidieron el cambio con cara de circunstancias. No podía seguir el mejor, el que con sudor, toque y puntería había decidido el envite. “Bellingham está bien. Tenía un poco de cansancio en la pierna y ha preferido no arriesgar en los últimos minutos”, explicó después Carlo Ancelotti, el técnico madridista, tranquilizador. “Sobrecarga”, agregaron desde el cuerpo médico blanco, que, sin embargo, explicaron que Mendy sí tuvo un pinchazo en el muslo derecho y que se perderá el próximo envite de la Champions en Bérgamo. “El resto tienen golpes, nada más”, amplió Ancelotti; “y Rodrygo no se ha encontrado bien y se ha quedado a trabajar en Valdebebas, pero estará disponible”.

Durante la primera media hora del encuentro, la pelota fue del Girona para sonrojo de un Madrid que hacía válida esa frase de que sin balón ni pases no hay remedio para la soledad del delantero. Ahí estaba Mbappé, perdido por Montilivi, desconectado del juego porque, entre otras cosas, sus compañeros no atendieron a sus tropecientos desmarques. El problema es que durante mucho tiempo la frase se hizo extensible a la soledad del enganche, de un Bellingham que se rebeló.

Después de que llegara el autocar blanco al estadio, entremezclados los abucheos de los hinchas con los vídeos de los móviles para no perder detalle, Bellingham, en lo que ya es su ritual, salió al césped con el celular en las manos y los auriculares en las orejas. Un paseo en solitario, una toma de contacto con la hierba. Luego, en el calentamiento y para ejercitar el pase, se juntó con Mbappé —ya se sabe, esa ley no escrita del vestuario en la que los buenos se buscan— y demostró su carácter. Resulta que falló un disparo y se chocó las manos con rabia, aspavientos. Al siguiente sí que hizo diana y la sonrisa volvió a su cara. Hasta que empezó el duelo.

Al contrario de lo que muchas estrellas entienden como un asunto de estado que sus carreras sean hacia delante y no hacia atrás porque los goles y las ocasiones salen de sus botas, Bellingham dignifica el oficio con esfuerzo. También, claro, con un fútbol exquisito y remate oportuno. Pero sin la pelota entre los pies, el inglés corrió por tres, dirigió a sus compañeros con los brazos y la voz, y tanto valía para cortar una contra como para despejar un saque de esquina. Sí que protestaba, ahora sin vehemencia, que el Madrid no mezclara ni se encontrara sobre el tapete. Pero en vez de vencerse, dio un paso hacia atrás para recibir más balones, para participar del juego, para, de paso, recordarles que eran el Madrid. Y entonces vio puerta por quinta jornada seguida.

“Ha vuelto, está en buena forma”, resolvió Ancelotti; “tras su gol hemos tenido más claridad”. Es el Bellingham omnipresente de inicios del curso anterior, el que abría bocas. El que desgajó al Girona, su rival preferido en la Liga; cuatro goles en tres encuentros (con tres tantos, las víctimas son Barça, Osasuna y Almería). “Es uno de los mejores jugadores del mundo. Mira que habíamos hablado y trabajado que no podía recibir y girarse, que entraba desde la segunda línea…”, lamentó Míchel, entrenador del Girona; “pero en su gol hemos estado blandos y luego ha dado otro gol. Dos chispazos suyos y se ha acabado el partido”

Con el viento a favor, el Madrid se hizo reconocible en Montilivi, por más que Mbappé pudo ver la segunda tarjeta amarilla por robar un balón con la mano. Nada que inquietara a Bellingham, que volvió a ejercer de Midas cuando cogió el esférico en la medular y puso un pase a la carrera a Güler, que superó a Gazzaniga. Varios fueron a abrazar al turco; la mayoría le hicieron la melé al inglés. “Arda ha hecho un gol fantástico, trabaja mucho y ayuda al equipo. El gol le quita presión porque es un joven con mucha presión alrededor. También lo han hecho bien Mbappé, Brahim… Poco a poco volvemos”, convino Ancelotti. Pero con Bellingham en el campo todo es más fácil y es mejor.

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