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Pol Arnau, el lateral que se puso bajo palos emulando a su padre y hoy es un héroe del Logronés

El defensa de 19 años y jugador del filial, hijo del fallecido exguardameta del Barcelona y del Málaga Francesc Arnau, detuvo el penalti que otorgó la histórica victoria al equipo riojano contra el Girona en la Copa del Rey

Pol Arnau
El jugador de la Unión Deportiva Logroñés, Pol Arnau, celebra la victoria tras el partido de la segunda ronda de la Copa del Rey que la Unión Deportiva Logroñés y el Girona FC han disputado este miércoles en el Estadio Municipal de Las Gaunas, en Logroño.Raquel Manzanares (EFE)
Irene Guevara

Pol Arnau miró al banquillo: el Logroñés —militante de Segunda RFEF— no podía hacer más cambios. Era el minuto 106 del partido contra el Girona, y el portero Kike Royo había tenido que abandonar el campo en camilla con un collarín por una conmoción tras un choque con Cristhian Stuani. El lateral, de 19 años —y jugador del filial—, insistió a su entrenador, no convencido al inicio, aunque sorprendido después: él debía ser el elegido para defender la portería. “Yo puedo”, le dijo al técnico mientras se agarraba la camiseta. Se calzó los guantes —le iban algo grandes—, la zamarra de Alex Daza, el otro portero de su equipo, y mantuvo a cero el marcador hasta la tanda de penaltis. Entonces, Pol miró al cielo. El primer tanto entró. En el segundo escuchó sus genes y detuvo el disparo de Abel Ruiz. Daza le indicó: Abel tira a la izquierda. Luego fallaría Stuani —con polémica sobre si finalmente el balón se coló o no entre los tres palos— para desatar la locura en Las Gaunas y la victoria del Logroñés en la segunda ronda de la Copa del Rey. Pol se convirtió en el héroe del equipo, de la afición, de la noche, quizás de la competición. Probablemente, también para su padre, Francesc Arnau, exguardameta del Málaga y del Barcelona, ya fallecido. Él le ayudó, como un ángel de la guarda, Pol lo tiene claro.

El lateral recordó a su padre cuando se puso bajo palos. “Lo tengo presente siempre, cada partido que juego, cada día. Tenía claro que él me estaba ayudando. Esto es gracias a él. Tengo un ángel en el cielo”, aseguró el joven a la Cadena Ser tras sus méritos, entre miradas al cielo, suspiros y la voz entrecortada. Con él habla todos los días. “También lo hice ayer antes de los penaltis, miré al cielo y él me dio energía”, confesó el joven. Un 22 de mayo de 2021 se conoció la noticia: Francesc Arnau había fallecido. Hacía apenas un mes los rumores le situaban en el proyecto de Joan Laporta para el Barcelona. Pero se quitó la vida. Tenía 46 años. Había estado siempre ligado al fútbol. Se formó en las categorías inferiores del Barcelona, y jugó en el primer equipo entre 1998 y 2001, para después fichar por el Málaga y proteger la portería durante diez años. Cuando se retiró, empezó a trabajar en las categorías inferiores del club andaluz hasta hacerse cargo de la dirección deportiva en 2015. En 2019 fichó por el Real Club Oviedo, y trabajó hasta el último día como director deportivo.

“Allí donde esté, se sentirá orgulloso”, ha confesado Pol ayer en una conferencia de prensa multitudinaria. No es de extrañar que la noche anterior no pudiese dormir. “He pasado una noche de muchas emociones y muchos mensajes, pero ya estoy pensando en el partido del fin de semana”, ha añadido. Esta mañana ha vuelto a la ciudad deportiva. Y todas las cámaras le apuntaban a él. Durante el partido, en la grada estaba presente su madre, la exfutbolista María José Camacho, con la que Francesc tuvo dos hijos: Pol y Marc, de 21 años. Este último es portero del Mollerussa. Este miércoles, volvía de entrenar cuando se paró en un bar para ver los penaltis, con su hermano como gran protagonista. “He alucinado. Yo en la vida le había visto con unos guantes”, confesó Marc, feliz y emocionado, a RAC1. Precisamente Pol observó a su hermano parar penaltis en la Copa Catalunya. “Hacer las cosas como él me ayudó”, ha explicado. Y añadió: “Creo que es algo que me viene de familia, de mi padre y de mi hermano, aunque tengo que mejorar algo en las salidas para la próxima vez”, bromeó.

Pero la sorpresiva historia de Pol va más allá del penalti parado. El barcelonés es jugador del filial Logroñés, equipo al que llegó el verano del año pasado después de pasar por el Oviedo y la Damm. Debutó con el primer equipo en la victoria contra el Eibar en la primera eliminatoria de la Copa del Rey. Un estreno por todo lo alto: entró en el minuto 62 y anotó el gol clasificatorio en la prórroga. Contra el Girona salió de inicio en el lateral izquierdo, y terminó de portero para acabar salvando al equipo, que jugaba con uno menos sobre el césped. Y eso que Sergio Rodríguez, técnico del Logroñés, tuvo dudas porque al asumir que no le quedaban más cambios, tenía a otro jugador en mente. “Le he visto tan seguro que le he dado los guantes”, confesó después el entrenador. “Me he visto con confianza, sabía que podía hacerlo bien y ha salido, aunque si mis compañeros no hubieran metido los penaltis no estaríamos hablando de esto”, añadió el defensa. Le dieron un papel con anotaciones sobre las formas de tirar penaltis de los jugadores del Girona, y Pau López, portero rival, le recordó la normativa para colocarse bajo los tres palos. Pol hizo el resto.

Sus compañeros le mantearon después, y la afición enloqueció. “Es de las cosas más surrealistas que he visto”, aseguró el entrenador sobre la victoria. Pol se convirtió en el héroe inesperado que ha marcado la historia de esta Copa.

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