Marcelo Figoli, el empresario que organiza las giras de Shakira o Luis Miguel y que está detrás del renacimiento del Burgos
El argentino, que se dedica al entretenimiento y es el nuevo propietario del club, lidera un ambicioso proyecto para ascender a Primera División en el que pretende fusionar a la entidad con el patrimonio histórico y cultural de la ciudad
Desde el 29 de diciembre de 2023, el empresario argentino del entretenimiento y de comunicación Marcelo Figoli (Buenos Aires, 57 años) es el propietario del Burgos CF. Entre los activos de su conglomerado empresarial figuran Radio Rivadavia, segunda emisora con más audiencia de su país, la promotora de las giras mundiales de Shakira y Luis Miguel, parques de atracciones y empresas de alimentación y de energía. “El fútbol es el activo de entretenimiento más importante del planeta y coincide con lo que yo hago desde hace 35 años”, defiende como carta de presentación. Su conocimiento del mundo del ocio le empuja a descartar que el fútbol esté desenganchando a las nuevas generaciones y que haya que modificar su formato. “Soy innovador en el mundo del entretenimiento, pero conservador en el fútbol, soy muy futbolero y muy fanático. Me gusta el formato con el que nací y vi toda mi vida fútbol. ¿Cómo se le vende a las nuevas generaciones? Hay que innovar, LaLiga trabaja bien en ese sentido”.
Como cada vez que un inversor extranjero toma el control de un club de fútbol español, las malas experiencias disparan las sospechas. La masa social demanda información veraz sobre el proyecto deportivo-económico del nuevo dueño de sus sentimientos futbolísticos. La afición quiere saber si el inversor de turno viene a mercadear con jugadores o si tiene meros intereses especulativos en la compra, pero sobre todo quiere tener la certeza de que la nueva propiedad no destrozará el club. “Para acabar con las dudas, vengo a hacer un buen negocio porque no me dedico ni a la filantropía ni a la beneficencia, pero independientemente de eso, los negocios no se pueden hacer si no hay una buena idea que haga crecer lo que uno toma”, asevera Figoli, hincha acérrimo de Boca Juniors, lo que a priori es un garante de su implicación con el Burgos desde lo pasional.
Han pasado apenas unas horas desde que el Burgos fuera derrotado en su, a medias, remozado estadio de El Plantío en el derbi con el Mirándes (0-1), lo que supuso abandonar los puestos de ascenso a Primera División, el objetivo que convertirá la inversión en fructífera. “No dormí hasta las cuatro de la mañana”, dice Figoli retrepado en el asiento de uno de los despachos ubicados en las vetustas oficinas del club, que contrastan con sus aires de empresario transformador e innovador. “Pronto se remodelarán”, comenta uno de sus asesores en la angosta escalera de acceso.
“En el Burgos hay una oportunidad de negocio, pero eso no implica que a partir del 29 de diciembre que compré la primera parte (76% de las acciones del club) y desde el 6 de enero que llegué como propietario del Burgos me haya encariñado y me haya hecho fanático. Esa pasión existe porque uno empieza a empatizar con el aficionado, con la ciudad y hay una oportunidad muy grande. Me encantaría ser el artífice de que al Burgos le llegue esa hora en lo futbolístico que necesita tener”, responde cuando se le pregunta si es consciente de que el negocio del fútbol lo sustentan, con su consumo, los sentimientos de los hinchas. En su caso, para reforzar la identidad y la potencia de la marca pretende fusionar al club con el patrimonio histórico y cultural de la ciudad. La figura del Cid Campeador como icono la tiene en la cabeza porque está muy arraigada en la educación argentina a través de la enseñanza. “Burgos tiene fortalezas que tienen que ver con la cultura y con el turismo con las que el equipo tiene que identificarse. Estamos eligiendo las nuevas camisetas de la próxima temporada y tendrán mucha identificación con esas fortalezas culturales que permiten que se potencien la ciudad y el club”.
Figoli asegura haber procurado no herir sensibilidades desde su irrupción en Burgos. Dice haber dialogado mucho y sinceramente con todas las fuerzas vivas de la ciudad relacionadas con el club. Esta semana culminará la compra de la totalidad de la entidad, menos el porcentaje mínimo reservado a los accionistas minoritarios, generalmente salvaguardas de los valores de la identidad de los clubes. “Merecen mucho respeto, lo suyo es más por pasión, no por negocio. Creo que están muy contentos, pero puede preguntarles a ellos”. Otro indicio de que no pretendió entrar en el club como un elefante en una cacharrería fue la renovación de Michu, el director deportivo, adorado por la hinchada burgalesa porque bajo su dirección el club retornó a Segunda División y al fútbol profesional después de 19 años de ausencia. “Cuando llegamos había un cariño muy importante hacia él. No lo traje yo, en la mayoría de las compras los directores vienen con la nueva propiedad. Creo que logramos hacer convivir la historia de Michu con Burgos y con nuestra nueva gestión. Hasta ahora está dando buenos resultados. Y hemos traído todo lo que nos ha pedido”.
Figoli no esconde que la frase que más veces ha escuchado por parte de la mayoría de sus interlocutores es que la categoría es complicada. “No tenemos el límite salarial más alto, pero tampoco el más bajo. Tengo una mirada de exigencia, quiero al equipo protagonista, peleando arriba, tratando de llegar al play-off o ascendiendo de forma directa, no quiero un equipo que no se la crea, que crea solo en la permanencia. Esa es la diferencia, por lo menos de cabeza, de la temporada anterior a esta”.
En diez meses de gestión de la nueva propiedad se ha duplicado el límite salarial de 4 a ocho millones de euros y ha habido un incremento de un 15% en los abonados, que ya son algo más de 9.000. “El club ha mejorado en lo comercial y su valor ha crecido, ya he tenido ofertas de compra, pero el club no está en venta. Trataremos de agrandar nuestro negocio, nuestra cabeza es 360. Queremos llegar a Primera División y tenemos que estar preparados para ello. Haremos un estadio moderno, multiusos, queremos hacer una obra arquitectónica de vanguardia”.
Como inversor, Figoli admite que la compra del Burgos es una apuesta y un riesgo. “A la mayoría de inversores no les va bien, pero a algunos sí. Y qué digo yo, no me siento mejor que nadie, pero tenemos un método, un equipo honesto y podemos llevar al Burgos a que sea un buen negocio”, asevera. “Leí una entrevista con Florentino Pérez en la que contaba que cuando llegó al Real Madrid la sugerencia de la mayoría de sus asesores era bajar los gastos porque el club estaba fundido y él dijo lo mismo que dije yo cuando llegué al Burgos. Acá lo importante es mejorar los ingresos, no bajar los gastos, el gasto hay que asumirlo, bajarlos es para economistas, para empresarios es justamente lo contrario. Esta es mi visión”, concluye.
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