El aficionado del Burgos que más sufre cuando la grada calla

Hace 24 años me dieron una de las peores noticias de mi vida. Me diagnosticaron retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa por la que iría perdiendo la vista progresivamente. Tenía 30 años. Recuerdo decirle al doctor que no era posible. Me encontraba bien, trabajaba en un banco y tenía una vida de lo más normal. Simplemente había momentos en los que me costaba ver. A los dos o tres años de aquella cita médica ya no pude renovar mi carnet de conducir porque la enfermedad avanzaba muy rápido. Ahora, con 54 años, estoy completamente ciego.

Es algo que, sin embargo, no me impide disfrutar como el que más de las cosas cotidianas de la vida. Cuando ya no pude seguir trabajando me gradué en Historia, una carrera que siempre quise hacer. Voy al cine todos los lunes porque me encanta sentir y escuchar la película. Pero lo que más me gusta es ir a El Plantío, el estadio en el que juega el Burgos CF, el club del que soy seguidor de toda la vida.

Desde pequeño se notaba que lo mío con este equipo era verdadera pasión. Soy de Quintanar de la Sierra, un pueblo en la provincia de Burgos a 80 kilómetros de la capital. Se encuentra más cerca de Soria, por lo que muchos de mis amigos se inclinaban por el CD Numancia. No en mi caso. Desde crío fui un asiduo a El Plantío, adonde iba con mis padres o algún familiar. Cuando fui creciendo me hice un incondicional de aquel Burgos que empezaba a asomar la cabeza en LaLiga SmartBank a finales de los 90. Había jugadores como Pacheta, actual técnico del Real Valladolid, o un yugoslavo llamado Juric que me encantaba por la facilidad con la que hacía goles. Más tarde apodaron al Burgos el matagigantes, porque le ponía las cosas difíciles a equipos punteros como el Real Madrid o el FC Barcelona. Aquello me enamoró aún más de este equipo.

Al no ser ciego de nacimiento, es más fácil saber, por ejemplo, cómo es un campo de fútbol y las cosas más básicas del deporte. Aun así, siempre procuro ir acompañado a El Plantío porque es mucho mejor que alguien te chive lo que está pasando. Normalmente voy con mi amigo Luis, miembro de la peña Frente Kolocón, oficialmente la más antigua del Burgos con más de 20 años. Tener a alguien que te cuente las claves del partido es toda una experiencia. “Está atacando el Burgos; ahora van por la banda derecha; calla, calla, que hay una falta”, me suele decir. Lo peor es cuando noto el silencio de la grada, porque significa que la cosa va mal. Pero esa sensación de que todos los aficionados tengan el corazón en el mismo sitio hace que cada partido sea muy intenso. Y me encanta.

Este año estoy disfrutando como nunca con la buena temporada del equipo. Ahora estamos en puestos de Playoff de ascenso a LaLiga Santander, algo que no hemos conseguido en 30 años. Ojalá volvamos. Sería el premio que se merece esta afición. Para mí, un sueño el poder revivir mis recuerdos de niño.