Diego Conde, portero del Villarreal: “Me llegué a sentir un cero a la izquierda”
El meta, que apenas jugó cinco minutos en casi tres años en Leganés y Getafe por decisión técnica, se estrena este sábado en el Bernabéu como el tercero con más paradas este curso en Primera
El portero Diego Conde (Madrid, 25 años) perdió la titularidad en Segunda con el Leganés en la quinta jornada de la temporada 2020-21. El inicio de un interminable fundido a negro en un meta que hoy defiende el arco del Villarreal y figura como el tercero con más intervenciones (27) este curso en Primera, tras Joan García (Espanyol, 40 paradas) y Karl Hein (Valladolid, 30). Conde no volvió a jugar más esa campaña en Butarque, se marchó libre al Getafe y allí todavía le fue peor: en dos años apenas disputó cinco minutos por lesión de David Soria. Ni siquiera la Copa del Rey, ni siquiera las primeras rondas contra rivales más modestos. “Y llevo cinco temporadas y pico sin perderme un solo entrenamiento por lesión”, advierte.
En el verano de 2023 volvió a Leganés y empezó otra vez en el banquillo. “Estaba sentándome en la jornada tres, contra el Albacete, y le dije a un compañero: ‘me estoy acostumbrando a estar aquí y no me gusta un pelo’. Pero esa noche se lesionó Dani Jiménez, tuve un par de intervenciones buenas, luego ganamos en Eibar, cogí confianza…”, relata el meta. Y ascenso, fichaje en La Cerámica por apenas cuatro millones, titular en Primera y este sábado estreno en el Bernabéu (21.00, Movistar) tras un largo camino de penalidades e intrascendencia. Entre el 5 de octubre de 2020 y el 26 de agosto de 2023, solo cinco minutitos en partido oficial, en una noche fría de febrero de 2022 en el Coliseum ante el Levante (3-0).
“Me sentí un cero a la izquierda, era un figurante”, confiesa Conde por videollamada. “Parecía más un canterano que subía a echar una mano que un jugador de la plantilla que va a competir por un puesto. Es lo que te desgasta, que da igual lo que hagas, no te consideran. Y sin recibir explicaciones, eso fue lo peor. No existes, literalmente. Ni comen ni dejan comer. No juegas pero tampoco te dejan salir. Estás atrapado. Pero eso también te refuerza”, cuenta este madrileño de nacimiento, que la pasada campaña dejó la portería a cero en 19 encuentros en el ascenso del Leganés. El club amarillo lo captó tras la venta de Filip Jorgensen al Chelsea (24,5 millones) y en este arranque se ha impuesto de momento a Luiz Júnior, el meta más caro de la historia del club (12), procedente del Famalicão portugués. “Estoy contento, pero no satisfecho. Nunca hay que conformarse porque el que para pierde”, proclama este joven de 1,88 de altura, bigotito fino y gesto simpático.
Empecé a ir a una psicóloga, hubo mucho trabajo en la ciudad deportiva, no podía perdonarme no estar preparado; pero hay veces que bajas el listón, te pierdes un poco, te descentras
“Me considero un animal de competición, me gusta enfrentarme a gente y fue complicado. Empecé a ir a una psicóloga, hubo mucho trabajo en la ciudad deportiva, no podía perdonarme no estar preparado; pero hay veces que bajas el listón, te pierdes un poco, te descentras. Es un proceso natural. Tres años a la sombra es mucho tiempo, y no por ser suplente. La temporada pasada, en Leganés, también empecé en el banquillo y ahí sí me sentía partícipe del grupo”, explica con verbo ágil.
En su particular desierto, hasta el pasado agosto, la Primera la había visto casi exclusivamente desde la barrera, durante su ostracismo de Getafe (2021-23). Ahora muchos rivales son nuevos para él y él es una novedad para ellos. “Pero pienso que para cada situación del juego tienes que dar una respuesta, la misma en Primera que en Segunda, si es contra el Madrid o el Villarreal. Lo que cambia es el tiempo que da para ejecutar una acción, y cuanto mejores son los rivales, menos tiempo hay para esa toma de decisiones”, señala.
Yo soy de los que no ve mucho fútbol. Ahora lo he contratado por primera vez en televisión
Él quiere la información previa justa sobre lo que le puede esperar en un encuentro, para que no le condicione en exceso. “Porque el portero es la única posición pasiva del fútbol, haces en función de lo que te hacen”, argumenta. “Yo soy de los que no ve mucho fútbol. Los grandes días sí, pero en mi rutina no soy de los que ve partidos. Ahora que me he mudado a Valencia lo tengo por primera vez contratado en televisión y estoy viendo algo. De todas formas, por mucho que hayas seguido a estos equipos grandes y con tanta calidad, dependes de su creatividad en momentos concretos, y lo pasado no te asegura lo futuro. Y también que al final nosotros pasamos tanto tiempo entre entrenamientos, competición, el trabajo en la sombra, que es mucho fútbol, fútbol, y a mí me gusta dedicarle tiempo a la familia, al cuidado personal y a otras facetas”, cuenta Diego Conde, que tampoco es “gran fan” de ver otros deportes más allá de los encuentros de baloncesto de su hermana, María Conde, internacional con España y desde 2020 en el USK Praga.
“Dicharachero, cercano y cariñoso” fuera del césped, dentro se ve como un tipo “muy frío”. “Es el perfil que te creas, el tipo de portero que quieres ser, qué imagen quieres proyectar. En mi caso, ha sido algo más natural”, zanja Diego Conde, debutante en Chamartín tras tres años de invisibilidad casi total.
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