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De Área a Área
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Héroes del fúbol, zoquetes de escolanía

Inevitablemente, los jugadores son portadores de la imagen de los países a los que representan

El futbolista argentino Enzo Fernández celebra tras la victoria del equipo durante el partido final de la Copa América, el 15 de julio de 2024 en Miami Gardens, Florida, Estados Unidos.
El futbolista argentino Enzo Fernández celebra tras la victoria del equipo durante el partido final de la Copa América, el 15 de julio de 2024 en Miami Gardens, Florida, Estados Unidos.Omar Vega (Getty Images)

La UEFA medita un castigo para Morata y Rodri, por su ‘Gibraltar es español’ en la celebración de la Eurocopa, y Francia está indignada por lo que a su vez corearon los argentinos tras ganar la Copa América. Dos desvaríos.

Los jugadores son elegidos para representar a su país por sus condiciones futbolísticas, no por su prudencia política o su discreción en sus manifestaciones, pero inevitablemente son portadores de la imagen del país.

¿Por qué se arrancaron así los argentinos contra Francia? Pensábamos que su fobia natural se vuelca en los ingleses, por las Malvinas, pero resulta que no hace mucho Mbappé hizo unas declaraciones, quizá malinterpretadas en el traslado al gran público, desmereciendo la Copa América frente a la Eurocopa. Elevó a esta por la calidad de los competidores, mientras venía a reducir la Copa América a un pleito entre Brasil y Argentina. Se tomaron como una ofensa a todo el fútbol del subcontinente. Ellos saben que no es fácil ganarla, ni siquiera es fácil jugarla, como puede comprobar cualquiera que vea algunos de sus partidos. Para verlos todos hay que tener la piel muy dura.

Se pegan sin piedad. En el Mundial se comportan de otra manera, pero en el fútbol sudamericano existe una cultura de guapear (así lo dicen) y no arrugar que impregna la Copa Libertadores y la Copa América. Viendo el Uruguay-Colombia me preguntaba qué hubiera sido de Mbappé en ese partido, vestido con cualquiera de las dos camisetas. Se pegaron como delincuentes. Los árbitros consienten, han crecido en la misma cultura brutal, y ni siquiera por pulsión humanitaria les repugna esa cacería de botas en busca de carne y hueso.

No, no es fácil ganar la Copa América y los argentinos se lo restregaron a Mbappé de la peor manera posible, revolcándose en la homofobia y el racismo. El canturreo repetía una invención de un grupo de hinchas argentinos en Qatar, ya había tenido críticas, y los jugadores decidieron respaldarla. Una estrofa como muestra: “Juegan por Francia, pero vienen de Angola, qué lindo es, van a correr, es un come travas (travestis) como el de Mbappé. Su vieja es nigeriana, su viejo camerunés, pero en el documento, nacionalidad francés.”

Julio Garro, subsecretario de deportes, tuvo el buen sentido de pedir a Messi una nota de disculpa hacia Francia, y Milei, siempre con las del Beri, le destituyó porque “ningún gobierno puede decirle qué comentar a la Selección”.

El que sí ha tenido que disculparse es Enzo Fernández, el imprudente difusor de la gambada por Instagram, al que esperan en el Chelsea varios compañeros franceses. “Esas palabras no reflejan mis creencias ni mi carácter. Lo siento mucho”, tuiteó. Pero el club ha iniciado procedimiento disciplinario, así que a Fernández le esperan las malas caras de sus compañeros, una seria multa.

En España, y no por las redes, sino en acto público masivo y televisado por la primera cadena nacional, Morata se arrancó por el ‘Gibraltar es español’ que de inmediato secundó Rodri, que juega precisamente en el Reino Unido. Me pareció más ingenuo que lo de los argentinos, pero igualmente patoso. Ni los ingleses devolvieron las Malvinas cuando Maradona les vacunó doblemente con sus dos goles más inolvidables, ni nos van a devolver ahora Gibraltar por un gol de Oyarzabal, y eso lo saben tan bien Morata y Rodri como todos nosotros. Pero se metieron en ese jardín, creando una ofensa innecesaria por la que les caerán dos partidos de suspensión, vistos los antecedentes con la UEFA.

(Sólo el brillante humor de Fontanarrosa concibió algo así en su El área 18, en el que un país del centro de África se juega la independencia con la potencia colonizadora a un partido entre la selección local y una mundial, reclutada por el colonizador. Lo recomiendo vivamente).

Buenos futbolistas, chicos jóvenes y alegres metidos en fiesta tras sendos éxitos descomunales. A eso se reduce. En lugar de romper por cantos regionales, como hacíamos cuando nos licenciábamos de la vieja mili, única alegría que imagino comparable a la de conseguir un título así, salieron por donde no debían.

Jugando representan a sus países, en ambos casos sin tacha. Constituidos en escolanía festivalera se convierten en unos zoquetes. En este caso, convendría no tomarles demasiado en serio, no considerar que sus proclamas expresan el sentir general en sus países. Sólo son muchachos alegres, gamberreando en feliz compañía.

Pero, ¿cómo evitar que franceses, gibraltareños se sientan ofendidos? ¿Quién podría convencerles de que lo que gritaron esos chicos en tan señalada ocasión difiere mucho de la opinión mayoritaria de sus respectivos países?

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