Festín del Real Madrid en un velatorio en Granada
El equipo de Ancelotti golea a un rival descendido dos horas antes con una exhibición de Brahim y buenas sensaciones de Courtois, en pruebas para determinar si puede ser titular en la final de Wembley
En el Nuevo Los Cármenes se cruzaron dos mundos lejanísimos. Dos horas y media antes del partido, el Granada supo que ya no quedaba manera de exprimir las matemáticas para seguir en Primera. El Mallorca había ganado al Las Palmas y ahí, a más de 600 kilómetros de distancia, había terminado su sufrido viaje de este curso. Con el sopapo recién encajado, recibieron al campeón de Liga con un pasillo sobre la hierba, mientras su gente se desgañitaba con una sentida interpretación del himno. El Madrid entraba triunfante en un velatorio que acababa de abrir, y en el que se destiló mucha rabia contra el palco. El contraste resultaba extremo. El equipo de Ancelotti empezaba a saborear ya los festejos por el título de Liga preparados para este domingo por la mañana en Madrid, un campeonato que, después de la goleada en Granada, aún puede cerrar con 99 puntos, lo que sería el segundo mejor título de su historia.
También contribuía al contraste el otro hito que ya asoma, la Champions para la que se clasificó el miércoles en la caldera de emociones del Bernabéu. Pero para alcanzar esos ratos felices, el Madrid debía atravesar antes el pasillo del dolor del Granada. Aunque no se trataba solo de un trámite. El partido, como los otros tres de Liga que faltan, tenía miga para el Ancelotti que mira a la cita en Wembley contra el Borussia Dortmund.
En Granada, como contra el Cádiz, volvió a aparecer en el once inicial Courtois. Después de sus dos lesiones de rodilla, el cruzado de una y el menisco de la otra, el portero sigue en observación. No resulta sencillo determinar el punto en el que se encuentra el belga, de ahí que el técnico italiano encomendara a Lunin ese trabajo en la semifinal contra el Bayern. También por eso necesita verle en acción. Contra el Cádiz, ya dejó un buen mano a mano, un gesto de determinación. En Granada, también se le vio vivo: una salida para despejar de cabeza un balón suelto por encima de Jozwiak, una estirada para intentar evitar un córner, un cabezazo de Boyé palmeado por encima del larguero. El listado refleja el comienzo animoso del equipo de Sandoval, que aprovechó las pocas urgencias del Madrid para empezar amenazando. En ese rato, no parecía un equipo que mereciera una sentencia tan temprana, con varias tardes aún por delante. Ese rato permitió también revisar un poco la evolución de Courtois, aunque ese poco sea insuficiente para determinar cómo de cerca se encuentra del gigante que fue en la última final de Champions, la de 2022 en París.
En observación estaba también Militão, que se rompió el mismo cruzado y que tampoco empezó contra el Bayern. El brasileño sigue sumando kilómetros con la vista puesta en Wembley.
Había otros futbolistas que han pasado tiempo al fondo del armario con ganas de mostrarse. Ceballos tuvo menos mando que el infinito Modric, otra vez despedido en pie fuera de casa. Fran García marcó su primer gol con el Madrid y dio una asistencia a Arda Güler, que siempre quiere más, que siempre deja algo.
Aunque en ese grupo de los futbolistas voraces el que ha destacado en este curso, y también en Granada, es Brahim. El malagueño despachó en Los Cármenes otra función deslumbrante. Viaja a otra velocidad, descubre espacios impensados y se fue con una asistencia a Fran García y dos goles, el segundo de una autoridad formidable: recibió en el centro del campo, se deshizo del primer rival con el giro, voló hacia el área, recortó a otro y marcó. El Madrid cumplió su plan rumbo a Wembley y dejó al Granada sumido en el pesar del descenso.
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