_
_
_
_
_
SIEMPRE ROBANDO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El Madrid hace de los últimos minutos una obra de arte insólita

El Real entero salió de la chistera imposible de sus noches de Champions para poner rumbo a Londres, para poner el timón en dirección a su historia imposible

Joshua Kimmich trata de frenar a Vinícius Júnior durante la semifinal de la Champions.Foto: DAVID RAMOS (GETTY IMAGES) | Vídeo: EPV
Manuel Jabois

“Lo del Madrid, incluso para lo que yo he conocido, empieza a ser sobrenatural. Este equipo no es creíble”, comentaron en el descanso dos exjugadores blancos. Su guion, el guion de Raúl González y Álvaro Arbeloa, pareció empezar a hacerse trizas con el gol del Bayern en la segunda parte jugando a nada, habitual patrimonio del Real para dar que hablar al antimadridimo: jugar a ganar y si te he visto no me acuerdo. Raúl, con una sonrisa en la grada, dijo después del gol alemán: “Estos no saben lo que acaban de hacer”. Boutade, okey. Pero había un algoritmo trabajando por detrás. Uno muy poderoso.

Lo había dicho Raúl, lo escuchamos, lo apunté en el móvil pensando “tú sí que no sabes lo que dices”. A una leyenda yo se lo decía en bajo. Y luego pasó la vida atropellándolo todo. Joselu dos veces, en apenas un racimo de minutos bomba, y el Madrid entero salió de la chistera imposible de sus noches de Champions para poner rumbo a Londres, para poner el timón en dirección a su historia imposible.

Y todo había empezado extraño, con olor de marea baja. Con el Bayern de cordero blanco en un infierno insoportable. ¿Lo hacen adrede o no? El Bayern se presentó los primeros 45 minutos en Madrid tan débil y aparentemente vulnerable que una mente retorcida podría pensar si todo obedecía a la táctica perversa que fundó Muñeco Gallardo en River Plate, cuando dijo que su equipo había estado jugando mal los últimos meses para despistar al contrario antes de una final. ¿Estaba el Bayern, eterna bestia negra alemana, factoría de victorias despectivas, jugando a las ficciones con el Real Madrid? No lo parecía. Cuando un equipo regala el balón y, por tanto, redobla el esfuerzo (unos hacen correr el balón, otros corren detrás de él) es porque tiene claro qué hacer cuando lo tenga. Pero el Bayern no tuvo claro nada en el Bernabéu. Solo tuvo claro que es el Bayern, y que a veces en la vida hay cosas que se consiguen por ser quien eres. Porque los rivales tienen más respeto al pasado que al presente, y el pasado del Bayern es lo suficientemente terrorífico como para no pensar que pueda asomarse el presente. Lo hizo en el 68 con un zarpazo desgarrador de Davies a pierna cambiada como Gvardiol porque hay gente que espera toda una eternidad a hacer el mejor disparo de su vida. Un estadio tan bonito, un rival tan legendario: cómo no disparar con la pierna mala como si te la hubiese atornillado Dios en el descanso.

El Bayern obedecía a su leyenda, nada es fácil en ciertos clubes ni cuando te quitan el balón, y el Madrid a la suya: sopapo rápido para poner el empate, anulado por el VAR. “Ya estamos otra vez, toca otra vez hacer lo mismo”, se escuchó en el Bernabéu cuando el reloj marcó el minuto 80. Para entonces ya el Bernabéu había adoptado la forma irracional de las pesadillas de David Lynch. Ese momento de un partido de fútbol en el que lo que menos importa es el fútbol. El momento del Madrid, el momento de la bestia. Un minuto después del final, Solari y Roberto Carlos hablan. “¡Con todo lo que yo he corrido por ti!”, le dijo el argentino. Y de toda esa historia, de todo ese sacrificio de años y de esa fe que se hereda como se heredan las enfermedades insólitas, la enfermedad de ganar, viene el Madrid con su bandera, y la obra de arte que ha construido en décadas de sus minutos finales.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_